viernes, 17 de julio de 2015

LARA, POR MANUEL VICENT



Bajo el membrillero del jardín, que el otoño comienza a dorar, acabo de enterrar con lágrimas en los ojos a mi perra Lara, una cocker de color miel, compañera mía durante 13 años. He abierto un hoyo en la pradera, he depositado allí su cuerpo delicadamente con el hocico orientado hacia la salida del sol y en su tumba he plantado pensamientos y prímulas amarillas cuyas raíces irán en busca de su corazón para convertirlo en una flor hasta la primavera. No necesito decir que era una perra hermosa. Había nacido en el barrio londinense de Kensington, hija de padres campeones; tomaba té con pastas a las cinco, estaba al corriente, en secreto de mis miserias, y no obstante me admiraba. Desde la mesa de trabajo, a través del ventanal, contemplo la leve tierra hinchada donde ella reposa, pero nunca podré olvidar la última mirada de amor que me dirigió cuando agonizaba.Siento escalofríos al comprobar cuánto he querido a esta criatura y la lección recibida de su ternura, de su belleza. Nadie puede amar a las personas si no tiene cariño a los animales, nadie puede acariciar a los animales si no ama a las personas. La entrega del ser humano a la naturaleza es un acto indivisible. Cualquiera que dispara contra un ciervo podría abatir a un hombre en un caso determinado. Los hombres no son tan inocentes ni poseen unos ojos de terciopelo. Por lo demás, en este mundo hay paisajes admirables y gente despreciable, perros rabiosos y niños dulces sometidos a un dolor inconcebible, hechos heroicos y violentas injusticias. Uno debe buscar la bondad de la creación allí donde la encuentre. Personalmente prefiero un simple geranio a un fanático con pistola. Yo amaba a mi perra Lara y nunca olvidaré aquella última mirada de despedida en que me expresó llorando su sentido de la naturaleza.


Muy pronto las hojas moradas del pruno cubrirán su tumba y los membrillos maduros se encenderán como lámparas en el aire sobre ella. Atrás quedarán 13 años en los que yo fui rey de unas caricias, intérprete de una pasión al universo expresada en un animal que no falló nunca en el amor. Lara ha muerto. Era una perra hermosa. Gran parte de mi memoria se ha ido con ella.



Escrito por Manuel Vicent en El País