El mundo de la relación entre animales está gobernado por la capacidad de comunicación entre ellos. Cuanto más especializada sea ésta, más eficaz será la relación que se establezca, permitiendo obtener de este modo mayores beneficios del medio que les rodea.
La relación entre animales proporciona, entre otros beneficios: pareja, alimento, descanso y seguridad. Estos beneficios procuran un estado de relajación en el animal necesario para su supervivencia.
La comunicación animal consiste básicamente en la emisión de señales químicas y físicas de un individuo a otro, u otros, que permiten modificar la probabilidad del comportamiento de un organismo. Puede tratarse de señales comunes a la especie o a un mismo sexo, pero también al grupo social e incluso a la familia. Además, cada individuo suele tener su propia señal de reconocimiento con la que se diferencia de otros.
Para que pueda haber comunicación es necesario que exista un sistema constituido por un emisor de la señal, un medio transmisor y un receptor. El emisor genera el mensaje que desea enviar, este se convierte en una señal de forma que pueda viajar hasta su destino a través de un medio, en cuyo espacio se encuentra el receptor que capta la señal y la transforma para recuperar el mensaje.
Debido a las características del medio por el que ha de viajar la señal, no todos los mensajes tienen la misma eficacia, con lo cual no todos los acontecimientos tienen la misma probabilidad de ocurrir frente a la misma señal. Por ello, en el mundo animal, es necesario repetir una y otra vez la señal para garantizarse la percepción correcta por el destinatario, como ocurre con el canto del pájaro o del grillo, los cuales se repiten durante horas sin variación aparente.
Las señales emitidas con las que se establece la comunicación, son la expresión final de un comportamiento integrado en un sistema de conducta que forma parte de un todo armónico que constituye el ser vivo. Estas pautas de comportamiento se han ido especializando a lo largo de la evolución a tenor de las necesidades de cada especie formando el vocabulario que constituye el lenguaje animal.
En la comparación realizada entre el lenguaje del ser humano y el animal, observamos que el del animal es mucho más reducido. Los animales son capaces de producir una amplia variedad de mensajes a pesar del escaso número de pautas de conducta. No obstante, mediante la combinación entre ellas y variando su frecuencia, intensidad y duración son suficientes para conseguir sus objetivos.
Las principales vías de comunicación animal son: la química, la física, la visual y la táctil. Prácticamente, ninguna especie utiliza uno solo de los canales sensoriales como medio de transmitir información, sino que la comunicación se realiza exhibiendo múltiples señales simultáneamente, puesto que no hay ninguna de ellas que ofrezca ventajas absolutas frente a las demás en todas las circunstancias.
Un análisis de la comunicación a través de todo el reino animal, revela que los diferentes grupos están más o menos especializados en los tipos de señal que utilizan, en razón del desarrollo de sus diferentes modalidades sensoriales.
En el mundo de los perros en particular, existen mensajes de agresión, de intimidación, de cólera, de miedo, de sumisión, etcétera. El repertorio es lo suficientemente amplio y variado como para que cada cual pueda encontrar su lugar en la relación social (jerarquía). En esta competición, no es necesario ser el más fuerte físicamente; es suficiente ser el más hábil, el más dotado en la manipulación de señales.
La comunicación animal no se relaciona únicamente con la expresión de conflictos entre congéneres. Existen mensajes de apaciguamiento, de fraternidad o de cooperación que modulan con frecuencia la vida social de los animales. La madre y su cría intercambian señales que guardan relación no sólo con la alimentación y la protección de esta, sino también con su educación. Puede ocurrir asimismo que un animal se vea obligado a comunicarse con otras especies y a cooperar con ellas para proporcionarse alimento (perro-hombre).
El tacto, como vía de comunicación, posee un alcance limitado en la transmisión de información, pero constituye el más básico de los canales de comunicación, porque casi todos los seres vivos responden al contacto físico. La comunicación táctil es muy importante en los mamíferos, donde algunas de las especies más sociales pasan gran cantidad de tiempo en contacto físico mutuo (monos que se despiojan, perros que permanecen pegados a sus dueños durante horas). Por su propia naturaleza, la comunicación táctil puede operar tan sólo en un ámbito muy reducido, más o menos el límite del tacto.
Las señales sonoras y el modo en que son emitidas se encuentran estrechamente adaptadas a su función. Las llamadas de baja frecuencia penetran mejor en la vegetación densa. Igualmente, el sonido viaja mejor y con menos atenuación en el agua que en el aire y de ahí que los animales acuáticos utilicen el sonido para comunicarse como vía preferente. En los mamíferos terrestres el sonido es relativamente menos usado como medio de comunicación. Las diferentes especies poseen diversos vocabularios, así, el gato presenta una amplia variedad de voces, como son el ronroneo, el resoplido, el gruñido, el maullido, el arrullamiento, el chillido y el canto. El perro emite ladridos, gruñidos, lloros y gemidos. El caballo manifiesta sus emociones con relinchos, quejidos, resoplidos y el ronquido; mientras que el perro lo hace con diferentes tonos de ladridos.
El medio químico es la vía más eficaz y más extendida dentro del mundo animal. Las señales químicas se encuentran particularmente bien desarrolladas en los mamíferos. La mayoría de las señales químicas se emplean para transmitir un mensaje único, relativamente estable. El marcaje del territorio se realiza mediante la emisión de sustancias (feromonas) que se concentran en determinados puntos aromáticos y sirven para la comunicación. En el caso de perros y gatos con la dispersión de orina.
Las señales visuales pueden ser funcionales tan solo en un ámbito relativamente pequeño. La comunicación visual resulta especialmente característica de los vertebrados, que poseen grandes ojos.
Otras señales
Las emociones de un animal pueden ser fácilmente identificadas por las señales corporales y expresiones faciales. En los perros podemos encontrar diferentes señales, como las que realizan con la cola, a través de la expresión facial, con los ojos y la vista: una mirada fija significa dominancia, y evitar la mirada indica sumisión. Los gatos utilizan diversos movimientos realizados con los ojos, orejas, cabeza, y bigotes dando lugar a un lenguaje mímico de gran riqueza. Unas pupilas dilatadas junto con las orejas dirigidas hacia los lados y hacia atrás y la cabeza levantada, indicarán miedo.
Sin embargo unas pupilas contraídas, orejas hacia atrás y bigotes extendidos indican una situación de amenaza. El caballo demuestra su comportamiento social por exhibición de varias señales simultáneamente. Sus orejas son el mejor indicador del estado de ánimo: levantadas hacia delante indican curiosidad, tumbadas hacia atrás agresión, tumbadas hacia un lado sumisión, en constante movimiento nerviosismo, y caídas hacia los lados relax.
GLOSARIO
Feromonas: son productos químicos que son secretados por el organismo y dan como resultado en el receptor un comportamiento específico como respuesta fisiológica en el interior del animal, normalmente entre individuos de la misma especie.
Miguel Ibáñez Talegón. Veterinario. Profesor de Etología y Protección Animal.
Jefe del Servicio de Etología Clínica Veterinaria