A través de Marcos Lopez Rúa via facebook, me llega este interesante artículo sobre una de las reliquias caninas de nuestras Islas Afortunadas. Me gustaria compartirlo con vosotros.
Recorrer la isla de El Hierro y no encontrarse con un perro lobo herreño, o “lobito herreño” (como es llamado más frecuentemente), es casi imposible. Y no por su gran número. Pero el ir y venir de camionetas de ganaderos por las carreteras, o el verlas aparcadas en alguna calle, facilitan ese encuentro. En la parte de atrás del vehículo suele haber amarrados un asta o palo de pastor y un lobito.
Uno los perros lobo de El Hierro en la camioneta de un ganadero a su paso por Jinama. | FOTO ISIDORO JIMÉNEZ
Pareja de lobitos con un cachorro en una camioneta aparcada delante del restaurante Casa Goyo, en San Andrés. | FOTO TATO GONÇALVES
El lobito herreño tiene un nombre que realmente le hace justicia, pues a su pequeño tamaño (su altura media a la cruz es de 52-54 cm) añade su aspecto lupoide. “Que es lobo se le nota en los ojos, las orejas, el ladrido; que camine con ambladura, porque es un perro de trote. Sólo con verlo caminar ya sabes que es lobo…”, explica Manolo Pérez Ramírez, presidente de Amilobo (Asociación para la Recuperación del Perro Lobo Herreño), que empezó en 1989 la recuperación de esta raza cuando apenas quedaban en la isla media docena de ejemplares.
A este experto criador y entrenador de perros de raza, natural de Arucas (Gran Canaria), le llamaron la atención aquellos primeros ejemplares que vio cuando fue a vivir a El Hierro. Preocupado por la próxima desaparición a la que se enfrentaban estos animales, decidió implicarse en su recuperación y lo primero que hizo fue multiplicarlos para tener suficiente descendencia, antes de dar los siguientes y fundamentales pasos, como son el estudio de su ADN y la definición de sus aspectos morfológicos más destacados.
Así fue como logró obtener 52 de estos perros, momento en el que envió las correspondientes muestras para su análisis a uno de los mayores especialistas en Canarias, José Juan Pestano Brito, genetista de la Facultad de Veterinaria de la ULPGC (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria). “Hizo el estudio del ADN mitocondrial y nos dijo: ‘No es una mezcla de perros, aquí tienes una auténtica raza”. Con este respaldo científico, lo siguiente que se planteó fue: “Si es una raza, tiene que venir de atrás”. Tocaba ahora investigar el origen de la raza, hasta ese momento no reconocida como tal, y lo hizo buscando en documentación escrita como en testimonios orales.
‘Dike’, el lobito herreño del pastor Pedrín Quintero, corre para reunir y llevar el ganado al corral en los llanos de Nisdafe. | FOTO TATO GONÇALVES
Después de ello consultó la información publicada por el historiador y antropólogo Manuel Lorenzo Perera. “Él estuvo en El Hierro en los años 70 hablando con abuelos que tenían 80 años, que a su vez hablaban de sus abuelos y de unos perros pastores que decían que eran pequeñitos, pero no lo llamaban lobo, sino perritos criollos”. Eso significaba que, al menos desde el siglo XIX, había una raza de perros pastores. ¿Cuándo pasó a denominarse lobo?
Lo cierto es que junto a aquella media docena de lobitos que identificó en la isla, se encontró con que había mucha mezcolanza con el pastor alemán, que “llegó en los años 60 y 70 y ocurrió, como en todos lados, que arrasó. El garafiano se mezcló con el pastor alemán, el majorero se mezcló con el pastor alemán, el presa canario se mezcló con el pastor alemán… Y a El Hierro llegó más tarde pero también se mezcló, y veías muchos de ellos con capa de pastor alemán. Y al pastor alemán se le llamaba perro lobo, por lo que creemos que a partir de ahí empezó a cambiar y en vez de criollo lo empezaron a llamar lobo. Esa es nuestra teoría”, explica.
Pedro Cabrera, miembro de la Asociación Amilobo, con su pareja de lobitos herreños ‘Tosca’ y ‘Silver’. | FOTO TATO GONÇALVES
“Seguimos investigando y los cronistas de la conquista de Canarias decían que las islas estaban pobladas por perros, que eran como lobos pero más pequeños. Pensamos que el perro lobo, igual que trajeron pasó con cabras, ovejas y cerdos, llegó con los primeros pobladores, también a las demás islas, y quedó en El Hierro porque es la isla más aislada, ¡todavía en los años 70 sólo llegaba a la isla un barco a la semana! Y el herreño tenía un burro, un perro de caza, un perro lobo y su ganado”.
Y añade: “En el siglo XV ya existían en Canarias unos perros parecidos a lobos, denominados cancha por los aborígenes. Para los arqueólogos –dice– es sólo cuestión de tiempo que aparezcan restos de perros como el lobito. Hasta ahora se han encontrado algunos cráneos alargados, tipo lupoide”.
Lobo árabe (Canis lupus arabs)
Por último, la morfología del lobito herreño, así como su carácter, inteligencia y comportamiento, apuntan a una clara y cercana descendencia del lobo, en este caso del lobo árabe. “Una investigadora egipcia que tiene estudiado el lobo árabe y su descendencia, con la que me pude poner en contacto, me apuntaba que el lobito procede de ahí, que está emparentado con el lobo árabe”.
El lobito herreño, describe, “es parecido al lobo en cuanto a constitución, movimiento, manto, colores y máscara. La cabeza tiene forma de cuña y las orejas van proporcionadas con su cabeza, triangulares y erguidas. La cola está implantada alta, en reposo es recta y colgante y en alerta la lleva en forma de hoz. Tiene el pelo recto y bien aplastado con un subpelo muy denso. La capa puede ir de gris amarillento (o crema) a gris plateado”. Además, se trata de “un perro con gran temperamento y posee una gran resistencia”.
El perro lobo herreño en su color de capa (izq, con Pedro Cabrera), al lado otro perro lobo hijo de padre y madre lobitos grises que nació con capa blanca y un podenco canario (dcha). | FOTO TATO GONÇALVES
Aún no está reconocido como raza, aunque la Real Sociedad Canina de España lo considera grupo étnico canino. Para ello se le hizo en 2009 un estudio del estándar que lo describe como “canino lupoide, de tipo medio, perfil recto y apariencia primitiva y lobuna”.
Escrito por Yuri Millares en Pellagofio