Célebres son las anécdotas que cuentan de un filósofo que tenía un tonel por morada, se masturbaba en el ágora ateniense, mandaba a paseo al mismísimo Alejandro Magno, y se mofaba de Platón lanzándole a sus pies un gallo desplumado, mientras aquél disertaba son solemnidad acerca de la definición del hombre como un ''bípedo-implume''.
No tan conocido, en cambio, es el nombre del protagonista de estas anédoctas, Diógenes de Sínope, y aún menos el movimiento del cual fue máximo exponente: el cinismo antiguo. Movimiento tanto filosófico como literario que se extendió desde principios del siglo IV a. C., hasta fines del mundo occidental.
No tan conocido, en cambio, es el nombre del protagonista de estas anédoctas, Diógenes de Sínope, y aún menos el movimiento del cual fue máximo exponente: el cinismo antiguo. Movimiento tanto filosófico como literario que se extendió desde principios del siglo IV a. C., hasta fines del mundo occidental.
Estatua de Diógenes acompañado por un perro
El cinismo recibe su nombre por el modo de vida que llevaban sus máximos protagonistas, similar al de los perros (en el lenguaje coloquial, el perro era el símbolo de la desvergüenza extrema. Vive junto a los hombres, en sociedad, pero, a pesar de ello, mantiene sus hábitos naturales con total impudor; por ejemplo, no se oculta cuando satisface sus necesidades elementales, sino que orina en las estatuas de los dioses y copula en el centro del ágora, sin miramientos), o acaso por el nombre del gimnasio (Cinosarges) donde se dice que su precursor (Antístenes) impartía enseñanzas.
Justamente, la palabra ''cínico'' (kynikós) viene de ''perro'' (kýon, kynós), y quiere decir algo así como ''perruno'' o ''propio de un perro''. Sea como sea, lo cierto es que es fácil de imaginar por qué sus contemporáneos los compararon con el citado animal, pues se caracterizaron por su impudicia y desvergüenza para ocupar cualquier lugar para realizar cualquier propósito; a la manera de los perros, hacían en público aquello que la gente, por pudor, suele hacer sólo en privado y carecían del menor respeto hacia las instituciones y los objetos sagrados de la comunidad. En definitiva, si la convivencia cívica encontraba en el pudor uno de sus pilares fundamentales, los filósofos cínicos, como los perros... ¡se caracterizaron justamente por su desvergüenza!
Se hicieron además también de un género literario propio (kynikòs trópos), denominado ''serioburlesco'' o ''seriocómico'' porque utilizaba la risa como vehículo de lo serio, para así llegar más facilmente a sus interlocutores. La versatilidad que le permitía a este género adoptar variadas formas literarias hizo que la influencia y el alcance de la filosofía cínica en la literatura no tenga precedentes.
Se hicieron además también de un género literario propio (kynikòs trópos), denominado ''serioburlesco'' o ''seriocómico'' porque utilizaba la risa como vehículo de lo serio, para así llegar más facilmente a sus interlocutores. La versatilidad que le permitía a este género adoptar variadas formas literarias hizo que la influencia y el alcance de la filosofía cínica en la literatura no tenga precedentes.
Casi 2000 años después de que ciertos filósofos griegos hubieran abrazado el cinismo antiguo, en el siglo XVII y XVIII escritores como Shakespeare, Swift, Voltaire y, siguiendo las tradiciones de Geoffrey Chaucer y François Rabelais, utilizan la ironía, el sarcasmo y la sátira para ridiculizar la conducta humana y reactivar el cinismo.
En el aspecto literario, figuras del siglo XIX y XX como Oscar Wilde, Mark Twain, Dorothy Parker, HL Mencken, utilizaron el cinismo como forma de comunicar sus opiniones bajo algunas manifestaciones de la naturaleza humana.
Publicado en 20minutos