A veces cuando me siento frente al ordenador a escribir estas notas me entra una cierta sensación de agobio, no lo puedo evitar. Esta sensación de agobio surge del tener que decir cosas que sé que habrá a quien le duela; no es mi motivación, ni me atrevo tampoco a negar o criticar la motivación benévola de algunas conductas; pero lo cierto es que no solo no son adecuadas, si no que en su mayoría son contraproducentes. La inmensa mayoría surgen del afán de darle a nuestro compañero de cuatro patas todo lo que pueda desear, de buscar su confort y bienestar pero lo hacemos desde la óptica humana, una óptica que rara vez coincide con la canina. Y transformamos las buenas intenciones en malas praxis. ¿Y todo es a que se debe?, pues se debe a que llevo días empezando y desechando intermitentemente un artículo sobre como hacer “feliz” a nuestro perro, en esta batalla dialéctica conmigo mismo busque el apoyo y opinión de otros profesionales y particulares y mi desasosiego se acrecentó, así como mi percepción sobre la gravedad del problema.
Obviamente un pequeño artículo en un pequeña web no será la panacea
que venga a curar el mal, sencillamente falla el alcance, la capacidad e
incluso la profundidad que pueda alcanzarse con un pequeño artículo;
pero al menos alivio un poco mi propia carga intelectual y moral sobre
el tema.
El perro, nuestro perro, es un cánido, un animal. Parece obvio…pues
no lo es. No solo es un animal, sino que es un animal diferente al
humano, con las particularidades intrínsecas a su propia individualidad
como especie frente al resto de las especies animales y como individuo
dentro de su propia especie. ¿Obvio y sabido por todos?...pues tampoco.
Teóricamente todos lo sabemos y actuamos en consecuencia, a cualquiera
que le preguntes así lo afirmará, pero será como la edición primera de
Gran Hermano, que nadie reconocía verla pero era líder de audiencia. Ese
animal que tenemos es un animal, un perro; ni un niño, ni un bebe, ni
un ser humano y por supuesto tampoco es un juguete ni un peluche en el
que volcar nuestras faltas afectivas y frustraciones vitales.
Cuando adquirimos un perro tomamos una responsabilidad, una
responsabilidad moral y legal. Apuntalo esto último porque me parece
importante resaltar que una vez que tomamos la decisión no es nuestra
ética la que nos obliga, sino que también (o al menos en teoría, que es
sobradamente conocida la protección animal real de nuestro ordenamiento
jurídico).
Es nuestro deber darle atención afectiva, cobertura de un seguro de
responsabilidad civil, una educación social, actividad, una correcta
alimentación y la asistencia sanitaria pertinente en cada caso. Son tan
solo seis puntos y simples en su cumplimiento pero de manera cotidiana
son obviados por un gran número de propietarios. Son seis puntos que se
resumirían en dos aún más simples, tan solo dos que beben de la lógica:
1- Una vida de perro.
2- Dignidad.
2- Dignidad.
Atención afectiva: En este punto si exceptuamos los casos de
maltratadores los perros suelen estar muy pero que muy bien atendidos,
a veces sobre protegidos incluso
Cobertura: Para ciertas razas la legislación estatal, autonómica y local establece la obligatoriedad de la subscripción de un seguro de responsabilidad civil para las particularidades establecidas. Además de la obligatoriedad legal establecida para las razas conocidas como “peligrosas”, una tenencia responsable pasa por la contratación de un seguro de responsabilidad civil independientemente de las singularidades raciales del animal.
Cobertura: Para ciertas razas la legislación estatal, autonómica y local establece la obligatoriedad de la subscripción de un seguro de responsabilidad civil para las particularidades establecidas. Además de la obligatoriedad legal establecida para las razas conocidas como “peligrosas”, una tenencia responsable pasa por la contratación de un seguro de responsabilidad civil independientemente de las singularidades raciales del animal.
Educación social: Me refiero a educación social al punto en el que
nuestro animal es un perro equilibrado, con las nociones mínimas de
adiestramiento para que su existencia dentro de la comunidad en la que
habita sea respetuosa, adecuada y correcta. No vamos a pedir que todos
los perros tengan un nivel de competición ni mucho menos, se trata de
pedir que sepan estar en una colectividad humana, que su carácter sea
equilibrado, su socialización adecuada y sus respuestas frente a los
estímulos correctas. Todo esto en referencia al perro pero esta
educación social también hace referencia as u guía-dueño, a no llevar al
perro suelto donde no está permitido o no es aconsejable
independientemente de lo “bien enseñado” que asegurarán que esta, porque
es un animal y no un robot), respetar a los demás usuarios de los
espacios públicos ;y una escrupulosa atención a los miedos y fobias de
quien las padezca, a una educación civil y a un meticuloso cuidado con
personas mayores, púberes y de movilidad dificultosa.
Actividad: Nuestro perro necesita actividad, actividad física y
mental, salirse de las zonas de confort en ambas disciplinas y siempre
intentar llegar a más. De la actividad que le ofrezcamos dependerá en
gran medida la aparición o no en el día futuro la aparición de conductas
desviadas o indeseadas. Y aprovecho para apuntar la importancia de la
actividad mental, la explotación en exclusiva del potencial físico creo
que quedo perfectamente resumida y aplicable a este punto en un viejo
eslogan comercial de hace años: “La potencia sin control no sirve de
nada”.
Alimento: Si atendemos a lo anteriormente dicho nuestro perro no es
un humano y por ello su alimentación no es la humana. En todos los
puntos antes citados existen datos y posturas suficientes para
justificar no solo un artículo como este sino un libro entero. Pero como
el especio es finito y mi intención no es aburrir al lector ni
suplantar el papel de los buenos profesionales que existen en esta
materia me ceñiré a un solo apunte: buena calidad de alimentos,
seleccionados para profesionales y ajustados a las particularidades
digestivas de nuestro animal.
Asistencia sanitaria este, como el primer punto comentado, no suele
ser un problema, tal vez incluso (y sé que los veterinarios tal vez
estén en desacuerdo en gran número) nos pasamos de sobreprotección.
No quiero prolongarme más en todo esto ni que me deje el lector a
medias por ser tan pesado. Con posterioridad nos adentraremos de forma
más concreta en cada uno de los puntos pero creo que con esta parrafada
la idea general ha quedado clara y al menos me he quedado más descansado
después de vomitar todo este maremoto de pequeñas ideas que me llenaban
la cabeza. Solo como apunte dejo a continuación un poco de legislación
por si algún lector quiere conocer en más detalle.
- Reglamento Nº1 del 2005 del Consejo de la Unión Europea sobre Transporte Española, Estatuto de Autonomía pertinente, asi como las legislaciones autonómicas, provinciales y locales que afecten al lector.
- Ley 50/1999 de 23 de Diciembre.
- Real Decreto 287/2002 de 22 de Marzo.
- Real Decreto 157/2007 de 30 de Noviembre.
- Ley 8/2003 de 24 de Abril.
Y como aporte bibliográfico recomiendo hoy:
- El lenguaje de los perros. Las señales de calma de Turid Rugaas.
- Choque de culturas de J. Donaldson.
- Perros. Una nueva interpretación sobre su origen y evolución de Raymond y Lorna Coppinger.
Escrito por RedStar en Perro.Cool