Rien Poortvliet, excelente pintor y más conocido por esos libros sobre gnomos publicados en los años 70, también cuenta con otros libros, como uno sobre caballos, otro sobre animales de granja o del bosque y el que nos ocupa, titulado en España con el sencillo “Perros”, aunque el original se titula “Braaf”, que significa “Buen Perro” y obliga a agacharse si te lo dice un holandés para evitar los perdigones de saliva. Este libro se puede calificar sin exageración de auténtica joya.
El ilustrador hace también de escritor en “Perros”. Ambas facetas se combinan mediante excelentes dibujos y textos que imitan la escritura manuscrita, por lo que los dos elementos se mezclan con armonía, no se encuentran separados. Poortvliet nos cuenta la historia de varios de sus perros, a los que convierte en personajes de los que se puede leer bien como una pequeña novela ilustrada, bien como un cómic maravilloso y especial.
Los pointer Sep y Ezechiel, los salchicha Max y Gedeón, los terrier Jack Russell Timotheus y Manasse o los bóxer Urbano y Ambarino son los protagonistas de una narración salpicada de anécdotas sucedidas con otros perros y otros amos. Entre cada pequeña aventura o desventura, galerías de ilustraciones muestran las diversas razas. La vida de los hombres con sus perros, las costumbres de las mascotas, la responsabilidad del dueño hacia ella o el duelo tras su muerte están explicados con un sentido del humor constante y lleno de ternura, lo que convierte a este libro en una obra de enseñanza para niños excepcional, y en una maravilla para los adultos ya para siempre.
Este libro publicado en España por Ediciones Montena en 1984 es difícil de conseguir en español. No ha tenido reedición y sólo es posible gracias a un librero de viejo rastreador cherokee de los que son capaces de husmear el sendero por donde ha pasado la obra, que se nota en aquella ramita de fresno de Kentucky ligeramente doblada con respecto a un eje que sólo él puede ver, y eso en días de cuarto menguante siempre que el viento vaya para allá. “Perros” pide a gritos una reedición en castellano. Es una pena, ya que tiene un valor incalculable como libro educativo para fomentar el respeto a los animales en un país como España, donde atravesar a un toro con una espada se considera arte, a los galgos ahorcados frutos del árbol donde cuelgan, actividad de ocio al abandono de mascotas en las gasolineras o terapia contra el estrés al deslome de perros y gatos. En inglés y otros idiomas de infieles sí puede hallarse con facilidad en internet. Para casos como éste hay que utilizar una coletilla de vendedor charlatán: no se lo pierdan.
Perros termina con esta sencilla dedicatoria:
«Mis sinceras gracias a los perros y a quienes aman a los perros».
Toda persona que haya tenido la suerte de leer el libro añadirá: «Mis sinceras gracias, para siempre, a Rien Poortvliet».
Escrito por Alfredo Martin-Górriz en La Página Definitiva