Para hoy os traigo un pintor peruano cuya obra me recuerda a la de Chelin Sanjuan Piquero, a quien ya conocimos en otro post. En su atmósfera casi etérea, abundan los perros y otros animales, a veces mezclados unos con otros, con formas diversas y oníricas. Mercedes Rodriguez Ramirez, en su blog Mirada de Bruja lo describe mucho mejor que yo, así que os dejo con ella...
Johnny Palacios Hidalgo, fusión y creaciòn...
Este fue el primer cuadro que tuve ante mi, de Johnny Palacios Hidalgo, peruano. Me conmoviò la imagen de estos niños que se fusionan con un animal, un perro precisamente, y me dije: "Esto no es casualidad".- Al siguiente segundo pude precisar el punto de contacto que habia hecho, de manera casi inconciente, entre Palacios Hidalgo, estos "niños-perros" y la fantástica novela de Mario Vargas Llosa, "La ciudad y los perros".-
Cuando se publicò esta novela, en 1963, Palacios aùn no habia nacido, lo hará en 1970, en El Callao, ciudad puerto del Perù que mira al Pacifico con ojos mansos cargados de historia.-
La novela y el autor ya habìan recorrido su camino de èxitos y reconocimientos cuando este joven pintor llegò al mundo en ese paìs tan particular, de una larga historia que se ha caracterizado por los intentos, más o menos exitosos, de fusionar las diferentes razas e influencias que le llegaron desde el Pacífico, el aluviòn de la conquista española desde el Atlántico y a sus propios hijos, los indìgenas con sus peripecias, glorias y derrotas para contar desde tiempos remotìsimos.
Mario Vargas LLosa nos muestra - descarnadamente - en su magnìfica novela, el microcosmos del Perù, el que logrò concebir al haber sido testigo de la profunda transformaciòn demográfica de su pais, y desde la perspectiva de las nuevas clases y sectores sociales que se establecieron en el Perù durante su infancia y adolescencia. La acciòn de la novela se desarrolla en una Escuela Militar en donde conviven indìgenas recièn llegados de la sierra, hijos de la clase alta enviados a esa escuela como castigo, jòvenes rechazados por sus familias, delincuentes que escaparon a la detenciòn y adolescentes de clase humilde. En ese lugar castrense, se prepara a los estudiantes para desenvolverse en la sociedad peruana, pero rompiendo hipócritamente su propia consigna de "obediencia, trabajo y valor", que los cadetes transgreden despiadadamente, violentando un sistema social que en realidad están reproduciendo, porque la moralidad de su sociedad, como la de la escuela, es un espejismo que disimula la corrupciòn y el cinismo imperante.
No se puede negar la influencia que ejerce el colectivo social, econòmico, polìtico y cultura de una naciòn en el arte de cualquier artista que desee expresarse en ese ámbito. Esos aspectos crean una especie de atmòsfera que todos respiran, y cuando el artista se expresa, no puede menos de manifestar - aunque sea mìnimamente - la influencia sutil con que es cubierto, como si de una niebla se tratara y por la que debe atravesar, permanecer o partir.
El punto de contacto entre ambos, el pintor y el escritor, la establezco intelectualmente, pero se traduce visualmente en el cuadro que tanto me impresionò.
En muchos de los siguientes, vamos a advertir esa atmòsfera, esa bruma en que las figuras se difuminan, buscando la forma y el color que el pintor le concede a unas pocas.
Podemos
hablar de hiperrealismo en las pinturas de Palacios Hidalgo, pero
rayano en lo surrealista cuando crea simbolos y trasmite con ellos
mensajes que lo conectan con el observador.
Publicado por Mercedes Rodriguez Ramirez en el blog Mirada de Bruja