No hay dos perros iguales; cada uno tiene su carácter exclusivo y su
apasionamiento. En el fondo, son animales obsesionados con un tema que
convierten en el leitmotiv de su existencia: pelotas, ovejas, liebres,
hasta la lucha política. No bromeo. Pasemos a darle un repaso a los
chuchos de la revolución.
Un ejemplo de animal muy especial fue
Dick, el perro amigo de los deportados en el campo de concentración de
Limnos para disidentes políticos bajo la dictadura de Metaxas.
Dick odiaba a los guardas, a los que enseñaba feroz los dientes cuando
se acercaban; protegía a su forma a los cautivos inventando perras
triquiñuelas. Los policías tenían la costumbre de esconderse entre los
barracones por la noche para espiar las conversaciones de los reclusos,
denunciarlos como conspiradores y arruinarles la vida, un poco más si
cabe. Dick, agazapado, los sorprendía y se arrancaba a ladrar con
estruendo para alertarlos; cuando los reclusos le oían gruñir ya sabían
que era hora de callar o de hablar del tiempo. En dos ocasiones comió
veneno el pobre Dick, pero hay que reconocer que su vida de proscrito le
agudizó el ingenio hasta hacerlo más listo que el propio hambre.
Cuentan quienes lo conocieron que, sintiéndose morir, se fue arrastrando
en silencio hasta el barracón donde mantenían un servicio médico
improvisado los propios reclusos; allí le realizaron un lavado de
estómago y lograron salvarlo por los pelos. Dick se hizo asiduo de aquel
centro de salud especial; se acercaba si se clavaba un pincho, se
cortaba la pata o le arañaba un gato. Un día, Dick pasó por delante de
una larga fila de reclusos que esperaban su turno para ver al doctor.
"Dick, no te cueles", le increparon en broma; el perro agachó las
orejas, se dio la vuelta y se colocó en el lugar más apartado.
Mataron
a su novia, mataron a sus cachorros, por si Mendel tenía razón y se
organizaba un pelotón indiscreto de retoños muerde-polis. Lo mataron a
él al fin, cuando los presos fueron trasladados al penal de Makronisos y
no pudieron llevarlo con ellos. Lo mataron, por celos, por despecho y
por mala baba.
El célebre poeta Yianis Ritsos,
uno de los testigos de primera línea, le dedicó un poema al compañero
Dick para que nadie olvidara a ese héroe cuadrúpedo, camarada,
respetable y cariñoso con quien era de los suyos, que perdió su vida
peleando por un mundo más justo a su irracional manera. El poema está
recogido en su Cantata de Makronisos y hay una versión
musicada, no muy buena por cierto; pertenece a una época en que la
melodía era acompañante secundario de las canciones protesta.
Ahora Dick descansa en Limnos
Mostrando siempre sus colmillos
Quizás lo oigamos pasado mañana
Ladrando contento en la manifestación
Desfilando bajo nuestras banderas
Y colgando de su boca
Un pequeño letrero "abajo los tiranos".
Era bueno el Dick.
Mostrando siempre sus colmillos
Quizás lo oigamos pasado mañana
Ladrando contento en la manifestación
Desfilando bajo nuestras banderas
Y colgando de su boca
Un pequeño letrero "abajo los tiranos".
Era bueno el Dick.
Escrito por Ana Capsir Brasa en El Huffington Post