A día de hoy, es imposible imaginar una vida sin animales domésticos como los perros y gatos. Aunque no todos los seres humanos convivan con mascotas, es una evidencia que este tipo de animales hacen gran compañía, y pueden convertirse en el mejor amigo del hombre. La relación entre humanos y este tipo de animales se remonta a siglos atrás.
Hay una diferencia tanto en el momento de
domesticación como el papel que jugaban estos animales. «El can fue la
primera especie en ser domesticada, probablemente muchos años antes que
otra domesticación. Más tarde, cuando las personas se habían asentado en
ciudades basabas en la agricultura, los gatos fueron domesticados»,
afirma Jenniffer Leonard, experta en conservación y Hay una diferencia tanto en el momento de domesticación como el papel
que jugaban estos animales. «El can fue la primera especie en ser
domesticada, probablemente muchos años antes que otra domesticación. Más
tarde, cuando las personas se habían asentado en ciudades basabas en la
agricultura, los gatos fueron domesticados», afirma Jenniffer Leonard,
experta en conservación y evolución de grupos genéticos del CSIC.
El rol de estos mamíferos era muy
distinto aunque ambos jugaban un mismo papel principal «la compañía».
El perro siempre fiel al hombre servía de gran ayuda a su amo en la
cacería de otros animales. También era el principal guardián de la casa.
El felino, en cambio, era el cazador perfecto de seres indeseados, como
eran las serpientes, entre otros animales, en los hogares más humildes.
Gran diferencia con los grandes palacios, de los cuales el gato tomó su
actual postura esbelta, elegante, de cabeza bien alta, mientras
acompañaba a su dueño, rey o reina, convirtiéndose en un miembro más de
la realeza. El animal solía encontrarse con su típico collar o cinta en
el cuello, sentado bajo la silla de su amo, como es representado en
numerosos lugares importantes para los egipcios como son las tumbas y
sarcófagos.
Es el historiador griego Heródoto de Halicarnaso,
quien afirma que la estrecha relación entre los hombres y estos animales
ya existía en el siglo V a.C., en el antiguo Egipto. Fue él mismo
quien visitó Egipto y pudo comprobar la tristeza y las costumbres del
hogar, que tenían lugar por la perdida de una mascota. En el caso de la
muerte de un gato, los egipcios se afeitaban las cejas, en cambio si era
un can, los de la casa se afeitaban todo el cuerpo.
Los perros y
gatos eran tan importantes para sus dueños que no sólo se representaban
en sus tumbas, sino que a veces eran momificados y enterrados junto a
su cuidador. Algunos felinos de palacio incluso tuvieron su propio
sarcófago, como Tamit, la gata del príncipe Tutmosis.
Gracias a
la momifación de los animales domésticos, se ha podido estudiar el trato
que recibían por parte de sus amos. «El estudio de las momias de los
animales de compañía indica que recibieron atentos cuidados durante su
vida terrenal: el pelo brillante y los huesos fuertes revelan una
alimentación continua, sana y equilibrada», según afirma la web de
National Geographic en uno de sus artículos.
CaixaForum lleva a
cabo una exposición llamada «Animales y faraones. El reino animal en el
antiguo Egipto». El proyecto nació de un acuerdo entre Obra Social «la
Caixa» y el Museo del Louvre y cuenta con una exhibición de numerosos
objetos de la época y varias momias de animales. El objetivo de esta
unión es promover las exposiciones de arte antiguo y mostrarnos la
importancia del animal doméstico en la antiguedad egipcia. Gracias a este
trabajo podremos comprobar que la relación entre el hombre y los
animales domésticos viene de siglos atrás.
Escrito por Isabel G. Cerrato en La Razón