viernes, 9 de septiembre de 2016

HABÍA UNA VEZ UN TRISTE CIRCO


«La noción de que es divertido ver animales siendo coaccionados para actuar como torpes humanos, o entretenido ver a animales fuertes reducidos y acobardados por golpes y latigazos, apoya la vieja idea de que somos superiores a animales de otras especies y tenemos derecho a dominarles.»
Dr Desmond Morris, antropólogo y experto en comportamiento animal.


Los circos se nos presentan como lugares atractivos, divertidos, y originales, y por ello son visitados por muchos niños atraídos también por los animales que pueden ver en ellos . Por desgracia en aquellos circos que utilizan animales existe otra realidad detrás de la alegría y el colorido de las carpas, los payasos y los malabaristas animales, una realidad llena de sufrimiento, privación y muerte. Para los animales que son obligados a vivir en los circos, existen pocas cosas positivas: simplemente diferentes formas de experimentar malestar y sufrimiento.

 
Privación de libertad:
Todos los animales obligados a vivir en los circos, los tigres, leones, oso, elefantes, etc. viven privados de libertad durante toda su vida y la mayoría de las veces solo salen de sus jaulas, cajas o son liberados de sus cadenas para ser obligados a realizar ridículos trucos. Estos animales son individuos que recorrerían cientos de kilómetros si pudiesen para buscar cobijo o comida, y para los cuales no poder disfrutar de grandes espacios abiertos donde correr, caminar, explorar o jugar les ocasiona un sufrimiento inimaginable. Los animales encerrados en los circos se encuentran en lugares o espacios cerrados donde, alejados de las familias de las cuales fueron separados y de todo que les haría felices comen, beben y hacen sus necesidades.




Los trucos:

Aquellos números o trucos que tanto gustan al público se obtienen tras horas de entrenamiento durísimo que causa una gran cantidad de angustia y sufrimiento a los animales sometidos. Al padecimiento físico provocado por la repetición incesante de ejercicios que les resultan muy incómodos y los golpes que demasiadas veces reciben por parte de sus "adiestradores" para que aprendan de manera rápida y sean "obedientes", se une el dolor psicológico ocasionado por la confusión de no entender muy bien por qué son obligados a llevar acabo dichos trucos. Los elefantes, los tigres, los leones u otros animales nunca andarían en bicicleta, ni atravesarían bolas de fuego, ni sostendrían pelotas por sí mismos, estos trucos en realidad son incómodos para ellos, lo hacen en contra de su voluntad y porque tienen miedo de las consecuencias que tendría no hacerlo.



Igualdad Animal ha realizado varias investigaciones en diferentes circos, comprobando así en primera persona el padecimiento de los animales en estos lugares. A finales del 2008 y durante varias semanas, una activista de nuestra organización infiltrada en varios circos documentó como por ejemplo los animales permanecían encadenados y/o enjaulados todo el tiempo que no participaban en el espectáculo presentando por ello diferentes trastornos tanto físicos como psicológicos.




El transporte de una ciudad a otra:

Los circos viajan miles de kilómetros para poder llevar su espectáculo a diversas ciudades, pueblos y paises. Los animales obligados a formar parte de estos circos padecen enormemente durante estos largos viajes y muchos mueren en el camino. En estos viajes, lo único que conocen los animales son las cadenas que les impiden moverse y las jaulas donde viven en las que comen y duermen. En ocasiones los compartimentos en los que viajan no cubren ni sus necesidades más mínimas, la falta de ventilación, de comida y/o agua o de cuidado veterinario convierten estos viajes que pueden durar varias semanas en auténticas pesadillas.




Las enfermedades y la muerte:

Debido a la falta de ejercicio, socialización, actividad o entretenimiento los animales utilizados por los circos son víctimas a menudo de graves enfermedades mentales. Comportamiento estereotipado, es decir moverse de lado a lado de manera repetitiva, golpes en la cabeza, morder los barrotes y automutilizarse son solo algunos de los síntomas más comunes de desordenes psicológicos que manifiestan debido al encierro y el trato que reciben en los circos. Pero también son víctimas de terribles enfermedades físicas que convierten sus vidas en angustia y dolor, la falta de higiene y ejercicio, los golpes de los "adiestradores" con baras y látigos, las cadenas etc. hacen que muchas veces los animales sufran la rotura de algunos de sus miembros. 


Las patas de los elefantes por ejemplo, se resienten terriblemente debido a las cadenas y a que son obligados a sostenerse sobre dos patas para algunos números. Los animales que viven en los circos tienen los días contados, ya que muchos de ellos son matados o abandonados cuando se hacen mayores o se ponen enfermos, dejando así de desempañar la función que hace que otras/os valoren sus vidas: la de servir a un espectáculo. Otras veces, los circos los venden a otros circos, zoológicos, colecciones privadas de animales exóticos, e incluso a laboratorios de investigación. Generalmente terminan sus vidas de una forma tan triste como las vivieron: en reclusión, bajo coacción y miseria.



Diversión sin animales:

En otros países los circos con animales están prohibidos y con tu ayuda es posible que suceda lo mismo cada vez en más sitios. En primer lugar debemos mostrar nuestro rechazo al uso de animales como entretenimiento, no acudiendo a los circos con animales. Pero también es necesario que nos opongamos al especismo y a la explotación animal, informando sobre por qué respetamos a los demás animales y/o apoyando a organizaciones como la nuestra.




Publicado en Igualdadanimal