Aunque el delantero portugués Eusébio marcó nueve goles en el Mundial de Inglaterra de 1966 y el inglés Geoff Hurst anotó tres tantos en la final para que su equipo gane, ninguno de ellos fue el jugador más valioso de la Copa de ese año. Esta distinción fue para un perro llamado "Pickles".
La historia del fútbol está llena de pequeñas historias, alguna de
ellas cercanas a lo increíble. Se han cumplido 50 años del robo que puso
en jaque el Mundial de 1966 y que tuvo como héroe a un perro llamado
Pickles. Un perro normal y corriente de un ciudadano más. Si Hurst dio
la Copa del Mundo a Inglaterra con sus goles, Pickles hizo posible que
Bobby Moore levantara la Jules Rimet al cielo de Londres en el viejo
Wembley.
Copa Jules Rimet
Era marzo del 66, a cuatro meses de iniciarse el Mundial, y la Copa
del Mundo se encontraba de gira por Inglaterra para que todos los
ciudadanos pudieran contemplarla. El 20 de marzo estaba en el
Westminster Central Hall y se produjo lo inimaginable: un descuido de
los guardias y el robo de la Copa, aprovechando el ladrón o ladrones la
puerta trasera. Las alarmas saltaron y Scotland Yard se puso manos a la
obra.
La policía recibió una llamada del ladrón, que emplazaba a un
intercambio: la copa a cambio de 15.000 libras. La operación resultó un
fracaso. La policía arrestó antes de tiempo a la persona que recibiría
el dinero, que aseguró ser sólo un intermediario y no saber nada acerca
de la Jules Rimet. La situación, a menos de cuatro meses del inicio del
Mundial, era dramática.
Y de repente, apareció Pickles. Siete días después de que la Copa
fuera robada, un hombre llamado David Corbett salió a pasear con su
perro, que de pronto se alejó unos metros y comenzó a escarbar en la
tierra de un jardín. Corbett fue donde estaba el perro y vio algo
envuelto en un papel de periódico. Cuando lo desenvolvió, se encontró
con la Copa que había hecho soñar a leyendas futbolísticas como Piola,
Schiaffino, Varela, Rhan, Pelé o Garrincha. Ahí estaba la Copa del
Mundo, en sus manos. Corbett se puso en contacto con la policía, que en
un principio le tomó como principal sospechoso. La historia resultaba
poco verosímil, pero tras un interrogatorio llegaron a la conclusión de
que era real. Un perro llamado Pickles, blanco y negro,
había salvado el honor del Mundial de Inglaterra.
Corbett recibió una recompensa de 6.000 libras y comida gratis para
Pickles durante un año por una empresa británica. Además, fueron
invitados a la cena que ofreció la reina Isabel II después del triunfo
de Inglaterra ante Alemania en la final (4-2, con polémica, pero esa es
otra historia). Pickles murió un año más tarde, ahogado con su propia
correa mientras perseguía a un gato. Héroe del Mundial de 1966, no pudo
acudir a la inauguración del Mundial de 1970, al que había sido
invitado.
Los jugadores ofreciendo el trofeo a la Reina Isabel II
La Copa Jules Rimet, por cierto, fue robada de nuevo en diciembre de
1983 y esa vez no fue nunca recuperada. Según parece, fue fundida.
Publicado en Marca