lunes, 17 de octubre de 2016

LA ALIANZA MÁS BELLA; POR PABLO HERREROS



No hay historia más asombrosa y mágica entre dos especies como la que existe entre el perro y el hombre. La ciencia ha demostrado que los perros, de manera innata, entienden nuestros gestos y nos intentan consolar cuando estamos tristes. Además, según un estudio de la Universidad Azabu de Sagamiharade en Japón, se ha probado que segregamos oxitocina cuando perros y humanos nos miramos: una hormona que sirve para vincular a la madre y su cría durante la lactancia y que genera bienestar, también presente en las amistades humanas. 
Pero en esta alianza milenaria existen algunos misterios por desvelar como por ejemplo, ¿cómo se produjo el primer contacto que dio paso a la domesticación? y ¿fuimos nosotros los responsables o se domesticaron a sí mismos antes de que los adoptáramos en nuestras bandas de cazadores-recolectores? 


Para responder a estas preguntas debemos viajar al pasado más remoto. Las primeras evidencias arqueológicas de la asociación entre humanos y lobos, datan de hace entre 30.000-20.000 años aproximadamente, en la actual zona de Irak y Pakistán. El hecho de que en muchas de las tumbas en las que los encontramos fueran enterrados con las patas dobladas delata la presencia de elementos rituales. Además, muchas de ellas están junto a tumbas de humanos, quizás sus dueños, lo que puede ser interpretado como un cariño ancestral por esta especie. 
Sobre el proceso que condujo a la actual asociación entre seres humanos y perros existen varias hipótesis que siguen dos vías completamente diferentes: Por un lado están los que creen que el hombre fue el responsable. Según esta teoría, los lobos que luego serían domesticados vivían en las periferias de los asentamientos humanos, alimentándose de los restos y prestando un gran servicio como centinelas, lo que nos permitió dormir y descansar con más tranquilidad. 


El premio Nobel y etólogo, Konrad Lorenz, especuló sobre cómo pudo ocurrir tal suceso. Él cree que quizá en algún punto de la evolución, una niña, llevada por su instinto de protección, adoptó unos cachorros y los introdujo en el grupo de humanos dando origen al perro domesticado. 
Por otro lado, los etólogos Brian Hare y Vanessa Woods están convencidos de que los perros se autodomesticaron y nosotros tuvimos poco o nada que ver con aquel hecho. Como ha ocurrido con los humanos, el hecho de que el grupo se adaptara a un medioambiente hostil, mediante la cooperación y el altruismo recíproco condujo a los perros hacia el sendero de la domesticación y la ultra sociabilidad que los caracteriza por sí mismos, o al menos les dejó preparados para ello. 


Sea cual sea la hipótesis correcta, la ventaja de tenerlos cerca es obvia. Detectan muy bien la presencia de depredadores y nos ayudaban en tareas de caza y defensa. Para ellos, el beneficio estaba en comer nuestros restos de comida. Los descendientes de aquellos primeros lobos se fueron adaptando a nuestras vidas. 
Luego hubo una selección artificial por nuestra parte. Los agresivos eran descartados y en pocas generaciones comenzaron los cambios. Ganaron pelo, sus orejas cayeron y las colas se agitaban más. Pero no sólo cambiaron físicamente, también su psicología lo hizo para siempre. Aquellos perros ancestrales evolucionaron en su habilidad para entendernos. Había surgido el primer perro de la Historia, y con él quizás, la alianza más hermosa entre especies de la naturaleza.





Publicado en El Mundo