Identifican en los canes los genes que les hacen buscar el contacto humano, los cuales, sorprendentemente, están relacionados con trastornos como el autismo o la esquizofrenia en las personas.
Los perros han acompañado al hombre
desde hace al menos 15.000 años, cuando surgieron de entre los lobos más
mansos, curiosos o interesados que se acercaban a los asentamientos de
nuestros antepasados. Desde entonces, han formado parte de la familia
humana, desarrollando diferentes habilidades sociales que les permiten
comunicarse y cooperar con nosotros como ninguna otra especie es capaz.
Por ejemplo, forman vínculos afectivos con sus dueños, son sensibles a
nuestros gestos y se sabe que reconocen nuestras emociones en las
expresiones faciales. Además, intentan comunicarse con las personas,
buscando su atención o dirigiéndose a ellas cuando necesitan ayuda para
resolver un problema.
Pero, ¿de dónde viene toda esa
sociabilidad? ¿Es algo innato o se adquiere durante la educación del
animal? Los investigadores creen que todas estas habilidades sociales
tienen una base genética, ya que incluso los cachorros son capaces de
leer las señales comunicativas humanas mientras que los lobos no pueden
hacerlo, aunque estén acostumbrados a la presencia del hombre.
Ahora, un equipo de la Universidad de
Linköping en Suecia ha identificado cinco genes relacionados con las
habilidades sociales de nuestros mejores amigos y resulta,
sorprendentemente, que en el ser humano algunos de ellos están
vinculados a trastornos del comportamiento, como el autismo, la
esquizofrenia o la agresión en adolescentes con trastorno de déficit de
atención.
En el estudio, los científicos
trabajaron con beagles, una raza de pelo corto, que habían sido criados
de forma similar para que tuvieran la misma experiencia de contacto
humano. A todos los perros se les presentaba el mismo problema de forma
individual. Los canes podían manipular un artilugio donde obtenían
fácilmente dos premios, pero un tercero quedaba inaccesible en un
recipiente con la tapa sellada. Esto provocó que la mayoría optara por
dirigirse a un humano cercano y buscara cooperación mirándole a los
ojos, acercándose y provocando un contacto.
Los genes clave
Después, los genomas de 190 beagles
fueron analizados en lo que se llama un estudio de asociación del genoma
completo (GWAS) y los investigadores identificaron dos regiones que
contienen un total de cinco genes candidatos que pueden estar
relacionados con esos comportamientos sociales. Por ejemplo, un marcador
genético dentro del gen SEZ6L tiene que ver con el tiempo pasado en
contacto físico con seres humanos, mientras que otros dos marcadores del
gen ARVCF se vincularon a la búsqueda del contacto humano.
Curiosamente, estos genes y otros hallados en los mismos bloques de
vinculación afectan a las habilidades sociales en el ser humano, y están
relacionados con desórdenes del espectro autista, la esquizofrenia o la
agresividad.
Los resultados, según informan los
autores en la revista Scientific Report, arrojan luz sobre esa relación
tan especial que hay entre humanos y perros, y puede ayudar a entender
no solo el proceso de domesticación sino también algunos desórdenes del
comportamiento humano.
Publicado en ABC
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