En muchos hogares contamos con la compañía de alguna mascota, que se acaba convirtiendo en uno más de la familia. La interacción que tenemos con algunas mascotas, perros y gatos sobre todo, es muy estrecha.
Sin embargo, no hay que olvidar que los animales domésticos tienen sus propios microorganismos,
igual que los humanos. Muchos de estos microorganismos no causan ningún
daño al animal, pero algunos pueden causar infecciones leves aunque el
animal no muestre signos evidentes y pueden transmitirse a los humanos
generando infecciones. A este tipo de enfermedades se las conoce como “zoonosis”.
Hay que considerar que perros y gatos, salen a pasear fuera del hogar, por lo que, a pesar de que cuidemos de que nuestra mascota esté limpia, pueden introducir microorganismos por contacto con otros animales o a través de las pezuñas al interior de nuestro hogar.
Esta consideración es especialmente importante si en el hogar conviven con personas que puedan tener un sistema inmunológico más débil, sobre todo en el caso de bebés, personas mayores o mujeres embarazadas.
Todas las mascotas deben llevar un correcto control veterinario, por su propia salud y por la de los otros miembros de la familia. Además, se puede minimizar la transmisión de estos microorganismos si contemplamos unas medidas de higiene fáciles y básicas, como éstas:
- Lavado de manos después de tocar las mascotas, evitar contacto con la boca y la nariz
- Limpiar a nuestra mascota cuando llegue de la calle
- Evitar que paseen por zonas de cocina donde hay alimentos que vamos a consumir o que pongan las patas sobre encimeras, mesas…
- Que su sitio para comer y hacer sus necesidades esté separado de las zonas de estar del resto de miembros.