jueves, 17 de noviembre de 2016

EL MARCAJE TERRITORIAL EN EL PERRO



El territorio de “Canis lupus familiaris“, lo podemos definir como: una extensión de terreno, más o menos grande, donde nuestros perros desarrollan prácticamente todas las funciones de supervivencia y/o reproducción. Si analizamos detenidamente estas funciones, veremos que es en el territorio donde el perro es realmente el señor feudal de su manada y a la vez, nuestro subordinado. La perra parirá y otorgará los cuidados parentales a sus cachorros y estos, a su vez, crecerán, aprenderán a vivir jerarquizados y llegarán a la fase del cortejo y cópula (Pozuelos, 2003).
Tanto el macho como la hembra y sus hijos en el territorio, acceden a las fuentes de recurso, evitan las enfermedades y los ataques de otros animales, protegiéndose de la depredación, por lo que podemos deducir,  lo importante que es para los perros su propio territorio.
El mundo de los olores es muy fuerte en los cánidos y por ello, constituye el principal marcaje territorial. Tanto los cánidos salvajes como el perro doméstico marcan su territorio además de por la orina con sus heces que suelen depositar en los lugares que puedan ser más visibles para los demás. Pero es aquí donde debemos hacer un paréntesis para hablar del territorio dependiendo de donde viva el perro.


Hay perros que viven en el jardín de una casa, o en un piso y como sabemos dentro de las viviendas no suelen ni orinar ni defecar cuando llegan a una edad determinada, por lo que tendremos que hablar en todo caso de un “espacio” por el que el perro se desenvuelve normalmente en sus salidas al exterior, ya sea cuando está paseando con su propietario o cuando va al parque a jugar o a relacionarse con otros de su especie.
La etología, que estudia los comportamientos habitualmente manifestados por el individuo, nos va a permitir establecer la lista de comportamientos que observamos.


Mensajes que transmite el marcaje territorial

A través de la orina, el perro percibe debido a su sentido del olfato, todo lo relacionado con el animal que ha orinado en un lugar determinado, es decir, si se trata de un macho, de una hembra, un cachorro, la edad del individuo, su estado de salud, su posible carácter, pudiendo determinar el tiempo transcurrido desde el marcaje hasta que ha sido detectado por él, así como si ese marcaje es una invitación, o una señal de un posible peligro.
Por eso cuando salimos con nuestro perro de paseo no es bueno el prohibirle que husmee en los lugares donde existen orinas de otros animales, pues de esta manera se adaptará a cómo recibir el mensaje según su propio estatus.
En los lobos, todos los miembros de la manada participan en el marcaje, siendo el dominante, el que tiene la prerrogativa de elegir el lugar.


Las sustancias químicas olfativas tienen una enorme importancia, ya lo hemos repetido en varias ocasiones en este artículo, siendo  suficiente una pequeña cantidad del emisor, para que el mensaje sea claro y desencadene en el receptor el comportamiento específico o el cambio necesario para la supervivencia.
La hembra posee una glándula en la base del cerebro (hipófisis) que es la encargada de segregar cíclicamente las hormonas (estrógeno y progesterona) que estimulan los ovarios, y, gracias a  los residuos que persisten en la orina, el macho por ejemplo, es informado sobre el estado del ciclo menstrual o estro, y se infiere que cuanto mayor es la receptibilidad sexual de la hembra, más tendencia tiene a marcar con el fin de informar a los machos de su estado.
En el caso del macho, la estimulación por secreción de hormonas (testosterona) es continua. El dominante, segrega aún más hormonas masculinas y  marca mucho más a menudo que los otros. Las glándulas que facilitan el marcaje están situadas en el pene o alrededor del ano, así como en las patas y cuanto más fuerte es el marcaje, más perdura al paso del tiempo. Las distancias o espacios son variados, por lo que  directamente se podrá observar los comportamientos de marcaje y defensa territorial.


Una vez que hemos hablado del marcaje por medio de la orina y que es característica en el perro doméstico, debemos decir que está ligada a la raza, a sus diferencias morfológicas y por otra parte, el temperamento y la situación jerárquica del individuo, influye en la posición de la micción.
  • Si la pata es elevada de manera horizontal o más alto podríamos estar ante un ejemplar dominante, muy seguro de sí mismo y con un concepto muy claro de sus  prerrogativas territoriales.
  • Si en la micción, la pata se eleva por debajo de la horizontal, podría tratarse de un perro tranquilo y poco dominante.
  • Una pata levantada por encima de la horizontal en cuclillas, suele ser el marcaje de una hembra dominante.
  • Una pata levantada por debajo de la horizontal en cuclillas, suele corresponder a una hembra no dominante.
El marcaje con excrementos en el perro ha sido puesto en duda por algunos investigadores, pero en realidad éste existe, y ya hemos hablado anteriormente cómo cánidos salvajes, como el coyote o el chacal, lo hacen.
El principio es el mismo, eligen lugares estratégicos y utilizan posturas para dejar las heces lo más alto posible. Este marcaje esta acentuado por la conducta de escarbar con las cuatro patas en tierra que realiza como condicionante a un reflejo estereotipado, incluso sobre las calles alquitranadas de una ciudad. Esto le permite depositar el olor que despiden las glándulas situadas en las almohadillas plantares. Esta conducta también se ha visto en perros dominantes después de marcar con orina.


Lugares elegidos para marcar

Observamos en los paseos con nuestros perros, que suelen marcar habitualmente en el mobiliario urbano; como los bancos, farolas o árboles. También suelen hacerlo en las esquinas de las calles, es decir en lugares que por su situación favorezcan el “mensaje” al posible receptor. Estos marcajes son pocos numerosos si cambiamos con frecuencia el itinerario del paseo, pero si lo hacemos con regularidad, veremos cómo el perro lo renueva cada vez que puede.
Podemos poner un ejemplo muy común: si vamos a casa de algún amigo en coche, una vez hemos aparcado, si nuestro amigo sale a recibirnos con el perro, posiblemente éste marque sobre las ruedas del vehículo. También los hay que marcan a los extraños que nos visitan ya que para él son algo desconocido que puede entrañar alguna situación de peligro.


Hemos visto también, cómo  el perro tiene medios suficientes para evaluar el tiempo de paso de sus congéneres y así, evitar algún enfrentamiento. Se han observado en trabajos realizados, sobre perros asilvestrados, un período cotidiano de dos a tres horas, alrededor de los mojones de caminos para identificar los eventuales pasos por ese lugar de otros animales.
Analizado el marcaje de los cánidos salvajes y la “guerra química” de los olores, hemos podido contemplar cómo el perro doméstico, utiliza los mismos patrones de conducta que aquéllos, por lo que estamos en disposición de aseverar que si al Canis familiaris lo dejáramos en libertad, seguramente se convertiría en ese lobo del que desciende y al que le faltan solamente dos décimas para tener la misma secuencia en el ADN mitocondrial.








Escrito por Javier Perez Blanca

Asesor y Terapeuta en comportamiento canino certificado en el Curso Master de Etología Canina y Curso de Etología Canina Avanzada (AEPE). Trabaja en el Área de Etología Aplicada y Clínica de la Asociación para el Estudio del Perro y su Entorno, de la que es socio. Directivo y Vocal de Actividades y Publicaciones de AEPE.