El marcaje, por definición, puede ser una conducta de tipo instintivo que licitan los cánidos con el fin de identificar y preservar su territorio de la presencia de otros. Los propietarios del territorio no dudan en perseguir a los intrusos varios centenares de metros fuera de las fronteras de su comarca. Esta misma conducta se observa en otros cánidos sociales como el coyote (Berkoff y Wells, 1980).
En este
artículo hablaré de los cánidos salvajes pero lógicamente terminaré
aludiendo a nuestros perros, descendientes directos de los lobos y que a
pesar de la domesticación, aún mantienen muchísimos comportamientos de
éstos.
El territorio de los lobos en América del norte puede
llegar a alcanzar una extensión de 200 kilómetros cuadrados dependiendo
del número que compongan el grupo y en el que se encontrarán con ríos,
grandes llanuras y con frondosas laderas, que estos animales tienen para
guarecerse, pero que también tienen que vigilar con el gasto energético
que ello les supone. Puede decirse que una manada compuesta por siete
lobos podría recorrer su territorio a 12 Km. por hora y hasta cincuenta
kilómetros al día. Los lobos “alfas”, los que irian en cabeza.
En
los cánidos salvajes el marcaje por olor, es un fenómeno que se ha
estudiado en profundidad, por lo que se encuentra bien documentado
(Kleiman, 1966; Fox, 1975; Fox & Cohen, 1978; Macdonald, 1980;
Gorman & Trowbridge, 1989).
Relación de los cánidos salvajes con el perro doméstico
Hemos
estudiado que el primer pariente de los cánidos, apareció en el
Plioceno, hace unos diez millones de años aproximadamente y, aunque no
sabemos cómo era, dio como resultado hace unos quince mil años al
nacimiento del Canis familiaris.
La mayoría de autores hoy por hoy
están de acuerdo en que todas las razas de perros que existen, proceden
del lobo y que son tan iguales, que la secuencia del ADN mitocondrial
de ambos es del 99,8%, por lo tanto cuando estudiamos Etología, siempre
tomaremos estos patrones de igualdad en el ADN. Como punto de partida
para acercarnos a la especie domesticada por el hombre, el perro, que
como contrapartida al estudio puramente etológico tiene el diario
contacto con el hombre, su adaptación al medio artificial y a su falta
de libertad en la selección sexual, lo que hace casi imposible la
publicación de estudios experimentales sobre él.
Para entender la
conducta del perro, es necesario apoyarse en la Etología Aplicada
(Etología canina), pues aún con una serie de problemas y saber que es
una especie doméstica, sigue presentando un número bastante elevado de
las que tendría si viviera en libertad.
El perro que vive en
libertad presenta, al igual que el lobo, un sistema de emparejamiento
monógamo pero la domesticación ha hecho que el perro doméstico debido a
la selección sexual impuesta por el hombre, se convierta en un sistema
que derive a una poliginandria, es decir, tanto los machos como las
hembras forman parejas con varios miembros del sexo opuesto, por lo que
los machos no tomarán parte en los cuidados parentales, siendo éstos
dados en su totalidad por la hembra, dada la poca certeza de paternidad
del macho, conducta que no se produce en los lobos.
También
debemos decir que como efecto de la domesticación, la hembra del perro,
presenta normalmente dos ciclos estrales (celos) al año, frente a uno
que realiza la hembra del lobo.
¿Por qué y cómo marcan el territorio los cánidos salvajes?
Aunque
se encuentren en una zona determinada, los cánidos salvajes no serán
propietarios de esa región hasta que no lo acrediten con el marcaje del
terreno delimitando de esta manera, el área de actividad de la manada.
Como ya dijimos en la definición de “marcaje”, éste cumple determinados fines:
- Defensa del territorio.
- Orientación.
- Identificación del estatus del individuo.
- Reconocimiento y comunicación sexual.
Para ello utiliza señales tanto de tipo químico como de tipo visual, siendo ésta últimas un refuerzo de las primeras.
Hay
estudiosos que han descrito como los lobos para marcar su territorio,
utilizan tanto el marcaje oloroso como el visual: marcaje con la orina,
las rascadas en el suelo con las cuatro patas (aunque a veces sólo
utilizan las traseras) y la expulsión del contenido de la glándulas
anales que estos animales depositan sobre las heces y que pueden ser un
medio de señalización visual fundamental, conductas que realizan otros
carnívoros como el zorro y el chacal dorado, y que suelen depositar en
el cruce de caminos y rastros cerca de otros territorios y sobre
sustratos elevados a ser posible rocas, o matorrales.
Una vez
metidos de lleno en cómo marcan el territorio estos animales, se puede
deducir que el marcaje es una función secundaria de la orina que tiene
la ventaja de poseer un coste energético bastante bajo pues como sabemos
es un deshecho natural que además, es dosificado por estos animales y
que cuenta además con las señales químicas. Los responsables del rastro
olfativo son los lobos “alfas”. Estos animales, tienen más de doscientos
millones de receptores olfativos, lo que supone que su olfato sea unas
diez mil veces mayor que el de la especie Hombre.
Peters y Mech
estudiaron varias marcas que fueron “dejadas” por lobos, dividiéndolas
en cuatro categorías: la micción de pata levantada (RLU), la micción
agazapada (SQU), rasguñar, y scats. Ya que la micción agazapada y scats
son principalmente eliminados en la naturaleza, es probable que sean
señales de olor indirectas que sobre todos son dejadas por lobos
subalternos o en las posturas sexualmente dimórficas de las hembras.
Rasguñar es dejar en el suelo una señal visual, pero estas marcas llevan
un mensaje dejado por las glándulas interdigitales.
Los estudios y
observaciones de campo de Peters y Mech que rastrearon a estos lobos,
dieron como resultado que algunas señales de olor fueron abandonadas. La
mayor parte de evacuaciones a pata levantada, fueron dejadas sobre
caminos y rastros que estaban sobre el borde de los territorios. Otras
fueron depositadas en matojos y vías fluviales congeladas. La mayor
parte del RLUS fue depositado sobre objetos sobresalientes o conspicuos
con el fin de que sean mejor percibidas por otros animales o vecinos. Un
lobo, con mayor probabilidad, renovará sus propias señales menos
recientes, que aquéllos que fueron marcadas por otro lobo o por si
mismo.
Los lobos marcan las fronteras de sus territorios con la
pata alzada. Estas marcas detienen a otros congéneres de otras manadas
para que no entren en su zona. Las RLUs también proporcionan un mapa de
fragancias para los lobos en sus desplazamientos a través de su propio
territorio. Durante los momentos en que la manada se separa
temporalmente, las marcas de olor, tales como las micciones agazapada y
las heces, proporcionan información sobre en qué porción del territorio
se está cazando, es decir las utilizan de manera intraespecífica.
Los lobos solitarios no suelen dejar marcas de olor, ya que de esta manera
no serán detectados por otros que sean propietarios del territorio.
Cuando dos solitarios del sexo opuesto se encuentran, utilizan las
marcas de olor, en forma de pata alzada y agazapada para comunicarse. En
parejas, las marcas de olor proporcionar un método que permite
establecer la sincronía. En manadas, vemos cómo el marcaje por olor es
predominante como sistema de comunicación.
Hay observadores, que
han comentado que el marcaje con orina, es al parecer una selección del
animal más importante que las heces, ya que éstas no necesitan una
postura estereotipada y distinta de la que se utilizaría en una
evacuación normal.
Sin embargo otros autores dicen que se puede
observar en cánidos salvajes como el chacal o el coyote, que las heces
juegan un papel más que fundamental y determinante, aunque no sea tan
manifiesto como es el caso de las hienas, donde se las ha observado
realizar entre todas una verdadera defecación comunitaria sobre las
fronteras territoriales de clanes de hasta ochenta individuos.
Lo
que al parecer sí se ha demostrado es que las heces, en las
señalizaciones, es importante que estén, o sean colocadas, sobre lugares
sobresalientes, a ser posible elevados y en límites territoriales pues
la manada entra en una actividad muy intensa con el fin de responder al
olor amenazante de sus vecinos que tienen que poner en marcha todos sus
recursos olorosos y químicos, hasta el punto de que el “alfa” será
capaz de encontrar y producir una señal olfativa cada dos minutos, con
el fin de reforzar de una manera obstinada su primera línea territorial.
Para
que una marca cumpla con su propósito, requiere la reposición periódica
de éstas que al parecer varían a lo largo del año y tiene diferentes
propósitos del emisor. Trabajos realizados respecto a este tema revelan
que la tasa de marcas territoriales del lobo es más elevada durante el
invierno alcanzando su máximo en la época de apareamiento (Zub et al, 2003)
La
interpretación más clara de estas conductas es que durante el invierno
es cuando adolecen de alimento y por lo tanto es necesaria una mayor
protección y vigilancia de las fronteras territoriales a fin de evitar
la incursión por parte de miembros ajenos a la manada y el hecho máximo
en la época de apareamiento refuerza más aún esta señal, evitando de
este modo la inclusión de individuos con capacidad reproductora en el
territorio.
Como anécdota puede decirse que hay estudiosos, que al
parecer han observado herbívoros solitarios y viejos que son cazados
habitualmente por los lobos, que viven en los caminos entre dos
territorios o cortafuegos y sin embargo no son atacados por éstos, lo
que demuestra el poder de la “guerra química”.