Alrededores de La Granja, en Segovia. Una franja continua de árboles
poblada de voces pasa bajo nuestro punto de observación. El tapiz está
formado por una masa de pinos silvestres, robles melojos, alisos, chopos
lombardos, álamos, cedros, cipreses y hasta algún haya. Y sobre sus
copas, entre las ramas o desde el suelo, bajo las sombras, se oyen los
reclamos de los más tenaces del otoño: el martilleo de los mirlos, los
trinos y crepitares de los petirrojos, el carraspeo de un chochín, el
reclamo regañante de un carbonero común, los silbidos de un bando de
estorninos, el tuiteo de los trepadores azules, unos graznidos ásperos
de arrendajos, las voces rotas de cornejas y cuervos, los gritos
restallantes de grajillas y chovas piquirrojas....
El otoño en los
bosques llega a su fin. Pronto nevará y el silencio blanco envolverá el
paisaje sonoro. Pero, mientras duren los colores, durarán las voces
forestales del otoño.
Escrito por Carlos de Hita en El Mundo