... el Cano poderoso, gigantesco, de ojos profundos de color de miel. De ojos en los que gravitaba siempre una terrible interrogación:
¿por qué tengo que ser yo el proscrito?
La hora del lubricán es ese momento en que el crepúsculo ya termina,
las formas se confunden con sus sombras y, literalmente, no es posible
distinguir si la silueta que se mueve ante el observador es un lobo o un
perro. Es la hora lóbrega en que los lobos empiezan a merodear y los
rebaños ya deben estar guardados.
En algún lugar de las montañas de Asturias, justo antes de que
la noche se cierre del todo, varios lobos jóvenes responden a la llamada
del líder. La secuencia dura poco más de un minuto, pero en ella están
condensados todos los elementos, las emociones que conforman la idea de
la naturaleza salvaje.
Perseguidos con saña y declarados culpables de todos los males que
aquejan al mundo rural, los lobos aúllan. Y en el aire de la noche su
voz queda suspendida y nos plantea una pregunta: seremos capaces de
convivir con ellos, protagonistas esenciales de nuestros ecosistemas, de
nuestra cultura.
Todo esto viene a cuento para anunciar la manifestación en defensa
del lobo que se celebró el domingo, 13 de marzo, a mediodía en
Madrid. Que cada uno responda a su manada.
Escucha AQUÍ el aullido del Lobo
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