lunes, 30 de enero de 2017

COMO GALGOS EN FEBRERO; POR LUIS MIGUEL ARTABE


Febrero completa su esencia con el indudable honor de ser el mes del final de la época de caza. Sin embargo, lo que podría parecer una gran noticia, se convierte cada año en una triste ceremonia de abandono, mutilación y muerte de multitud de perros.

Os escribo estas líneas con el último aliento de enero dentro mis pulmones y con su lluvia resbalando aún por la ventana de mi habitación. Atrás quedaron aquellas auto-promesas de dejar la cerveza belga, de sentarme correctamente delante del ordenador y lo de no volver a comer patatas fritas de bolsa. Como cada año, he de claudicar ante mí mismo.
Además, es esta derrota mía de cada día la que me lleva a poner renovadas esperanzas en que las cosas van a cambiar con el nuevo mes. Torpemente, sigo sin darme cuenta de que la realidad no entiende de páginas de calendario (aunque el paso del ecuador del invierno siempre nos escupa una rendija de esperanza y de libertad).
En fin, que nuestro amado febrero, ahíto de ser un segundón y de tener menos días que los demás (gracias a la voluntad del Papa Gregorio XIII) reclama su parte de gloria en nuestras agendas. Y lo hace arropado por una historia que parte de las februa romanas (el festival romano de la purificación) y que se actualiza con días como el de Lucha contra el Cáncer o con el de la festividad comercial del amor. No, no hablo de la última película de Nacho Vidal; hablo de ese día del año en el que mis calcetines intentan desesperadamente encontrar su pareja: San Valentín.


El final de la época de caza

Con todos estos datos en el disco duro, febrero completa su esencia con el indudable honor de ser también el mes del final de la época de caza. Algo que seguro celebran en secreto los animales de los bosques que aún quedan cerca de nuestros hogares. Sin embargo, lo que podría parecer una gran noticia para el Curriculum Vitae de este mes, se convierte cada año en una triste ceremonia de abandono, mutilación y muerte de multitud de perros (muchos de ellos galgos).
¿Los motivos? Que a multitud de cazadores y galgueros (que perdieron su alma entre la sangre y la pólvora) ya no les quieren porque son viejos, porque tienen que mantener a demasiados, porque tendrían que cuidarlos hasta la siguiente temporada de caza o porque los consideran meros objetos desechables.
Además, y esto ya no es sólo una desgracia patrimonial de este mes, el galgo es utilizado para apuestas en carreras ilegales y cazas colectivas de liebres donde son maltratados, vejados y, nuevamente, abandonados si no son los más rápidos. Una situación terminal que ha llevado al Parlamento Europeo a preguntarle a España por toda esta situación. Aunque para lo que ha valido…


Los galgos en España

Multitud de protectoras de animales de toda Europa alertan de la situación. La velocidad de los galgos y su carácter dócil, cariñoso y resignado hacen de este perro la herramienta ideal para los hombres de hojalata que recorren en dirección contraria el camino de las baldosas amarillas.
- Yo no voy a ir a ver al Mago de Oz, ¡a quién le importa no tener corazón!
Las comunidades autónomas más afectadas por los abandonos de los galgos (y su maltrato, en general) son ambas Castillas, Madrid, Andalucía y Extremadura. Según los datos del Seprona (que vienen dados por denuncias y sentencias), en 2014, más de 1.800 galgos se vieron afectados por diferentes delitos por parte de sus dueños. Sin embargo, las asociaciones animalistas afirman que las cuentas no les cuadran porque la gran mayoría de casos no están denunciados ni son conocidos y que estaríamos hablando de cerca de 50.000.


Dejando a un lado los datos concretos (algo que es muy difícil de conocer exactamente), lo que sí parece claro es que la crueldad humana no tiene límite. Abandonos, ahorcamientos aprovechando el largo cuello de estos animales, dejadles morir de inanición, encierros en jaulas para que las hembras tengan nuevas camadas cada seis meses y así conseguir más posibles campeones (año tras año hasta que no puedan ni andar). Todo lo necesario para conseguir unos animales a los que abandonarán en cuanto pasen la edad de su velocidad punta o que engrosaran la lista de cadáveres de los que no hemos llegado a ser los números uno.


Es probable, que sean mentalidades de otras épocas las que aún se diviertan cometiendo estas crueldades. Quizá, en el futuro, cuando todo el mundo juegue con sus consolas y tenga mascotas mecánicas, nadie se dedique a cazar animales por diversión ni a mutilar ni a matar ni a abandonar a sus perros porque les estorban. Quizá algún día… si no nos hemos exterminado antes… si no hemos exterminado todo lo bonito que aún queda en este planeta.



Publicado en El Diario