El «Cerdo del Concejo» o «Rey de los Cochinos» fue la primitiva fiesta que, desde la Edad Media, dio origen a la tradicional cita de San Antonio Abad (San Antón), patrón de los animales. En aquella época consistía en cuidar colectivamente un cerdo que se ponía a disposición del concejo de la villa y que, según algunos historiadores, coincidía en el tiempo con otros festejos populares como el «de los asnos» y «los locos». Fue en el siglo de Oro cuando se convirtió en fiesta religiosa, fijando en la desaparecida ermita de San Blas en Atocha (donde está hoy el Observatorio Astronómico Nacional) la sede donde los porqueros llevaban sus cerdos. Allí se elegía y premiaba al más «elegante». Además, se organizaba una carrera entre los cerdos seleccionados y el primero en llegar a un abrevadero repleto de comida era nombrado «Rey de los Cochinos».
Además, se elegía también a un porquero por sorteo para ser disfrazado de San Antón y
se le subía a un burro. Adornado con productos del campo, el ganadero
se dirigía desde Atocha a la ermita de San Antonio. Allí les esperaban
los monjes antonianos para bendecir la paja y la cebada con la que se
alimentarían los animales y el pan de sus dueños. Con el paso del
tiempo, esta costumbre se fue refinando hasta convertirse en las famosas
Vueltas de San Antón, que tienen lugar cada 17 de enero en los
alrededores de la parroquia advocada al patrón de los animales –calle de
Hortaleza, 63–. En ella, se estableció la costumbre de repartir los
panecillos del Santo entre los asistentes.
Publicado en ABC
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