Quería ser el Doctor Dolittle cuando la barba debería empezar a asomar. Andrew Fladeboe,
tan rubio que parece lampiño, nació en California en 1984, pero creció
entre Japón, Rusia y Austria. Tantos cambios de fronteras continuaron
con el tiempo, también después de la licenciatura de Bellas Artes en
Fotografía en la Escuela de Diseño de Rhode Island
en 2006, una de las instituciones artísticas con más prestigio en los
Estados Unidos. “Amo los animales, pero no puedo tener mascota… viajo
mucho”.
Esa pasión lo llevó hasta Noruega durante el verano de 2013 para crear El Reino del Pastor (The Sheperd’s Realm),
una obra en tres series dedicada a los perros que le valió una beca
Fulbright en 2014 para fotografiar y estudiar los canes de trabajo en
Nueva Zelanda. Pero, ¿por qué perros? En la primera de las series
(Volume I), había cabras montesas, tigres blancos, osos polares e
incluso un búho. “Quería centrarme en un tipo de animal del que aprender
tanto como pudiese”, explica Fladeboe. Eso le daría empaque y fortaleza
a su obra: “Además los perros se encuentran en casi todas las culturas
del mundo. Podía viajar a cualquier parte para fotografiarlos y la
tremenda variedad de especies me daba muchas posibilidades
artísticamente”.
Ese resto son varias decenas de imágenes que reflejan la seriedad del trabajo que llevan haciendo desde hace miles de años junto al hombre. Aunque las fechas no son claras, un estudio de Science publicado en 2013 afirma que la domesticación se produjo en Europa y las evidencias fósiles datan esa relación entre 20.000 y 30.000 años antes. “Ahora que tenemos leyes que los protegen, el trabajo que hacen estos animales es absolutamente digno. Les encanta trabajar, son felices cuando tienen un objetivo que cumplir”, cuenta Fladeboe. “Los perros de pastoreo son increíbles, es impresionante como pueden reunir y guiar a miles de ovejas”.
Relata el artista en una de las entradas de su blog, que nunca ha visto a perros tan felices como los que retrató en Te Hapu (junto al Parque Nacional de Kahurangi y la Bahía Dorada del mar de Tasmania): “A menudo los llevan hasta el mar para que corran en una de las playas privadas. Ladran, saltan las olas y se persiguen por toda la playa”. Tan fácil como les resulta a los perros pastores conducir a los rebaños, tan difícil fue para Fladeboe trabajar con ellos. “Es complicado, pero tengo la ayuda de sus dueños y un montón de paciencia”.
No hay trucos según el fotógrafo: “Hay que intentar que el perro colabore, después de unos cuantos intentos, el perro adivina qué es lo que quiero que haga. Ellos también tratan de ayudar”. Fladeboe se puso en contacto con los dueños a través de un correo electrónico, y una vez allí, ampliaba los contactos. “No era muy normal la petición, pero les ofrecía trabajar con ellos en la granja una semana, y ellos estaban encantados de ayudarme”.
Lo mejor que le ha dejado este proyecto es que ha conocido a personas y perros increíbles. ¿Y lo peor? “Es dificilísimo convertir a un ser vivo en modelo”, asegura. Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, la experiencia, para él, ha sido increíble. “Recuerdo los días en una de las granjas de Nueva Zelanda. Tuvimos que reunir a un rebaño bajo la lluvia y a través de la niebla. Era difícil ver. Fue impresionante ver a los perros trabajar y guiar a las ovejas. El dueño uso señas sonoras con el silbato para mover a los perros y conseguir que trabajaran juntos”.
Si quieres ver El Reino del Pastor haz click AQUÍ
Publicado en El País