martes, 23 de mayo de 2017

LA CRUELDAD DE LOS CRIADEROS ILEGALES DE PERROS

Los llantos llegaban desde algún lugar de la casa. John Goodwin y sus compañeros de la Sociedad Humana de los Estados Unidos (HSUS en sus siglas en inglés) habían irrumpido en el número 4048 de Hilton Lake Road, en la ciudad de Kannapolis (Carolina de Norte). Y lo encontraron. 105 perros confinados en jaulas de alambre. La mayoría de ellos, cachorros. También había 33 gatos y tres cabras. Bajo esa maraña de pelos apelmazados se distinguían perras embarazadas, caniches escuálidos, golden retriever, labradores o algún bichón maltés empapado en lágrimas. Algunos de ellos no habían visto nunca la luz del sol o estaban ciegos como consecuencia de cataratas y úlceras en las córneas. Otros no se tenían en pie.


Fue hace cinco meses, el 26 de septiembre de 2016, y Goodwin aún siente cuando lo evoca esa mezcla de rabia y pena que le azotó al ver la escena. Lo cuenta para ICON: “Más de 500 dientes tuvieron que ser extraídos de 30 perros. Y dos de ellos tenían enfermedades dentales tan graves que su mandíbula inferior estaba podrida. Dudo mucho que estos animales, algunos de los cuales han sido adoptados, se recuperen por completo del trauma”. Ni ellos ni tampoco él mismo. “He participado en muchas redadas. Pero nunca olvidaré el aplastante olor ni cómo mis pulmones ardían en el edificio que albergaba a esos perros. Es una imagen de crueldad que nunca olvidas”, apunta Goodwin.




Un horror que recuerda la revista Rolling Stone en este reportaje. Lo que se desmanteló ese día fue un criadero ilegal que iba a surtir de perros de raza a diferentes tiendas y particulares. La propietaria de la vivienda, Patricia Yates, de 69 años, fue detenida y se enfrenta a doce cargos. Yates los vendía por Internet sin licencia alguna. Fueron las quejas y reclamaciones de muchos compradores las que alertaron a la policía.
Pero esos llantos también se escuchan en Europa. Detrás del negocio de la compraventa de animales se esconde, en muchos casos, una crueldad semejante a la que se vivía en el 4048 de Hilton Lake Road. Y España no es ajena.



La organización vienesa de protección animal Four Paws calcula que cada mes se venden 46.000 perros entre los estados miembros de la UE. El valor de estas ventas, que también incluyen a gatos, alcanzaría los 1.300 millones de euros anuales. Se desconoce el número de criadores que hay en Europa, pero sí se sabe dónde están la mayoría: muchos de los perros que se ven en las tiendas proceden de Eslovaquia y Hungría. “Las condiciones en las que son criados son muy pobres. La higiene es deficiente. Y los perros no se ejercitan ni socializan porque están 24 horas en recintos pequeños. No hay una iluminación adecuada ni ventilación y ni los perros ni la madre de los cachorros son vacunados o desinfectados”, aseguran desde Four Paws.
Esos cachorros son trasladados después en camiones hasta las tiendas. Amontonados en jaulas. Silvia Barquero, presidenta del partido animalista Pacma, ha tratado de parar algunos de ellos. El último, a la altura de Pina de Ebro (Zaragoza). “Vienen con hasta 300 animales, pero no solamente perros. También gatos, tortugas o pájaros y algunos llegan muertos o enfermos”, describe. Y en muchos casos con el pasaporte sanitario falseado. “La normativa exige que para viajar los perros tienen que estar vacunados contra la rabia. Son cachorros de dos meses o menos. Pero ponen que nacieron hace tres, que es cuando se les puede poner la antirrábica, y pasan los controles”, denuncia Barquero.




El veterinario José Capacés, coordinador de la comisión ética de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales, lo corrobora: “Muchos vienen con documentación falsa. Hay auténticas chapuzas: ponen que la vacuna de la rabia se la pusieron a los 15 días de nacer. Les basta con poner un sello, un garabato y a circular”.
Desde el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil aseguran que llevan a cabo inspecciones y controles a transportes de animales por carretera. “En 2016, constatamos más de 11.000 infracciones administrativas a la normativa sobre animales de compañía y más de 10.000 a la normativa sobre sanidad animal”. Además, añaden, se realizan operaciones contra la venta ilegal.
Como ejemplo citan la que se llevó a cabo el pasado mes de enero, cuando 158 perros fueron inmovilizados en un criadero ilegal de Madrid. “En España también existen esas granjas de perros. No tienen acreditación de núcleo zoológico [la licencia necesaria para poder criar y vender animales] y son ilegales. Pero venden a tiendas o directamente por Internet sin ningún tipo de control. Y la situación es la misma: hembras pariendo camada tras camada y cuando ya no les valen se deshacen de ellas”, ahonda la presidenta de Pacma.


En el portal de Milanuncios los precios oscilan entre los 250 euros que cuesta una hembra de pitbull, los 400 que vale un cachorro de rottweiler, o los 1.000 de un american bully. Todos -se asegura- vacunados y desparasitados. Al preguntar por su procedencia, una vendedora afirma al otro lado del teléfono: “Importamos perros desde un criadero muy conocido de Eslovaquia”. Entre ese país y España hay 26 horas de distancia por carretera, que es como se trasladan.



“En España también existen granjas ilegales de perros. Venden a tiendas o por internet sin ningún tipo de control”, asegura la presidenta del partido animalista Pacma, Silvia Barquero
¿Qué supone un viaje así para un animal de apenas unos meses? Estrés, mucho estrés. “Y eso suponiendo que vengan sanos”, puntualiza el doctor Capacés, “porque con un viaje así se disminuyen las defensas y al ser animales jóvenes pueden desarrollar cualquier enfermedad bacteriana, parasitaria o víricas como el parvovirus [una gastroenteritis hemorrágica de alta gravedad] o moquillo, que si presenta signos neurológicos tendría un mal pronóstico”.
En uno de esos camiones vino Zeta, una preciosa cachorra de labrador de color chocolate y ojos verdes. Amedeo Pelliccia dice que el flechazo fue instantáneo. Este ingeniero italiano de 31 años que vive en España buscaba una perrita que jugara con Lira, su perra golden adoptada de siete años. Y, de paso, darle una sorpresa a Alejandro Ormeño, su pareja, de 38. Tecleó en Google. Y apareció en Milanuncios. Y lo que pensaba que era un particular resultó ser una tienda mascotas, Puppies Madrid. Se acercó. Y al verla decidió que era perfecta. Le puso el nombre de una estrella -Zeta-, y se la llevó. Era el 30 de diciembre de 2015.

 Amedeo Pelliccia con 'Zeta'. Le costó 544,50 euros. Un mes después tuvo que sacrificarlo.

Amedeo desembolsó 544,50 euros.Y empezó la pesadilla. Solo un día después, la cachorra tuvo diarrea. Dos días después, diarrea con sangre. Zeta vomitaba todo el rato y no comía. Amedeo y Alejandro fueron al hospital veterinario que tenía concertado esa tienda. Y que cubría, como garantía, cualquier percance durante los primeros 15 días. Según explican, le pincharon un antibiótico y quedaron en verla al día siguiente. Al tercer día, el veterinario les confirmó que la perra tenía parvovirus.
A Zeta le diagnosticaron neumonía y moquillo. El 30 de enero de 2016 fue sacrificada. Solo un mes después de haberla comprado. En la tienda, aseguran Alejandro y Amedeo, les ofrecieron cambiársela por otro cachorro. No quisieron. Prefirieron batallar en los juzgados.
Gracias a Justicia Animal supieron que Zeta venía de Eslovaquia. “Metimos el número de chip en la base de datos y nos salió su procedencia”, explica una portavoz de esta organización. En origen, Zeta nació el 11 de septiembre de 2015. Pero a sus dueños les consta el 16 de octubre. Una práctica habitual, según confirma a ICON un extrabajador de Puppies Madrid que prefiere no dar su nombre: “Eslovaquia abastece el 90 % de cachorros de toda Europa. Son gente que los cría en su casa y luego los vende a los importadores y estos los reparten. Y sí, el pasaporte algunas veces se adultera en origen. Ponen una edad un poco más elevada para que puedan viajar. Pero, normalmente, son cachorros de dos meses”.


Sobre las condiciones de estos perros, asegura: “Los camiones paran cada dos horas para darles de beber. Y cuando llegan a la tienda pasan una semana en cuarentena. Los desparasitamos y vacunamos. Pero si vendes muchos perros es normal que a alguno le pase algo. Nosotros en un mes hemos llegado a vender 385”. Los animales no salen de la tienda hasta que alguien los compre. “No hay un paseador de perros de tienda, pero están bien cuidados y, por las noches, duermen”. ¿Y si crecen y nadie se los lleva? “Los damos en adopción”, responde.
ICON intentó, sin éxito, recabar la versión del dueño de esa tienda, aunque su encargado actual niega que vendan perros enfermos: “Eso es cosa de los que estaban aquí antes”. Otra trabajadora asegura que ahora se llaman Perros Madrid y son una tienda distinta. Aunque cuando este reportero visitó el establecimiento, el cartel de Puppies Madrid seguía en la fachada. Y en el registro mercantil, la tienda sigue dada de alta con la denominación social de Tu Cachorro Madrid S.L, ligada al nombre de Puppies Madrid.


En Internet se amontonan las quejas contra Puppies Madrid. Una de ellas viene firmada por la diseñadora y nieta de la duquesa de Alba, Brianda Fitz-James Stuart. En conversación telefónica con ICON, Brianda explica así el calvario de Arigato y Ágata, los dos cachorros de gato british shorthair que adquirió en esa tienda: “Los compré en 2014 y me costaron, cada uno, 500 euros. Pero en el trayecto en taxi hasta mi casa ya estaban con diarrea y vomitando. Los llevé al veterinario y descubrí que Arigato tenía panleucopenia [una enfermedad vírica que produce signos digestivos y cuyo pronóstico llega a ser irreversible, precisa el doctor Capacés], aunque Ágata estaba bien. Arigato estuvo ingresado y sobrevivió, pero semanas más tarde le vi el abdomen muy hinchado. Y en la clínica me dijeron que tenía peritonitis infecciosa felina [otra enfermedad vírica que presenta signos respiratorios o digestivos, y que es muy grave]. No había nada que hacer y lo tuvimos que sacrificar. Como Ágata había estado con él, le hicimos la misma prueba, pero no se había contagiado. Aunque sí tenía coronavirus, un virus bastante común y que puede mutar [en leucemia o inmunodeficiencia felina]".

Brianda Fitz-James Stuart, con sus gatos Ágata y Arigato. Este último tuvo que sacrificarlo a los pocos días de comprarlo.

En su caso, la suma total de los gastos veterinarios fue de 2.297 euros. “Denuncié a la tienda, pero el caso se archivó”, lamenta Brianda, que publicó la historia de sus gatos en su página web. “He recibido muchos correos de más gente afectada”. Algo que concuerda con el elevado número de actas que el Seprona confirma que ha levantado en ese establecimiento. Fuentes municipales explican, por otro lado, que esta tienda ha estado suspendida y actualmente está sometida a inspecciones y controles. “Si no se ha cerrado es porque la Administración no ha encontrado deficiencias como sí hubo en otro tiempo”, apuntan.


En España hay unas 6.000 tiendas de animales. La Asociación del Sector del Animal de Compañía - que aglutina a 600- asegura que todos los comercios que engloba están sujetos a códigos de buenas prácticas y que no todas las importaciones llegan de otros países. “También proceden de criadores nacionales perfectamente legales”, señalan. Sobre Puppies Madrid explica que formó parte de esta entidad, “pero ya no debido a dudas más que fundadas sobre su manera de proceder”.
Mientras, las protectoras continúan saturadas. Arancha Sanz, portavoz de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid, recuerda que cada año se abandonan 300.000 animales de compañía. “Aunque las cifras oficiales ni siquiera son completas ya que solo se tienen en cuenta datos de los animales recogidos en las protectoras y ayuntamientos, pero no se incluyen los animales abandonados que mueren atropellados, de hambre o abatidos”, matiza. Su protectora dispone de un albergue con capacidad para 350 animales. Tienen acogidos a 400.


En 2015, el Ministerio de Agricultura realizó un estudio para saber cuántos animales de compañía había en nuestro país: contabilizaron siete millones de perros y medio millón de gatos. Su bienestar depende de sus dueños, naturalmente, pero también de las comunidades -no hay una ley estatal de protección animal-.
En el caso de Madrid, la nueva normativa, aprobada en julio y que entró en vigor el 10 de febrero, prohíbe el sacrificio de los animales de compañía salvo por motivos de salud, seguridad o riesgo humano o medioambiental. Y condiciona la venta de perros y gatos físicamente en las tiendas y da prioridad a su adquisición por catálogo. Aunque el Gobierno regional podrá autorizar su presencia en aquellos centros que cumplan determinadas condiciones. Las que no cumplen muchos de esos criaderos que abastecen de horror a Europa.

Escrito por Rodrigo Casteleiro García en El País