Los llantos llegaban desde algún lugar de la casa. John Goodwin y sus compañeros de la Sociedad Humana de los Estados Unidos (HSUS en sus siglas en inglés) habían irrumpido en el número 4048 de Hilton Lake Road,
en la ciudad de Kannapolis (Carolina de Norte). Y lo encontraron. 105
perros confinados en jaulas de alambre. La mayoría de ellos, cachorros.
También había 33 gatos y tres cabras. Bajo esa maraña de pelos
apelmazados se distinguían perras embarazadas, caniches escuálidos,
golden retriever, labradores o algún bichón maltés empapado en lágrimas.
Algunos de ellos no habían visto nunca la luz del sol o estaban ciegos
como consecuencia de cataratas y úlceras en las córneas. Otros no se
tenían en pie.
Fue hace cinco meses, el 26 de septiembre de 2016, y
Goodwin aún siente cuando lo evoca esa mezcla de rabia y pena que le
azotó al ver la escena. Lo cuenta para ICON: “Más de 500 dientes
tuvieron que ser extraídos de 30 perros. Y dos de ellos tenían
enfermedades dentales tan graves que su mandíbula inferior estaba
podrida. Dudo mucho que estos animales, algunos de los cuales han sido
adoptados, se recuperen por completo del trauma”. Ni ellos ni tampoco él
mismo. “He participado en muchas redadas. Pero nunca olvidaré el
aplastante olor ni cómo mis pulmones ardían en el edificio que albergaba
a esos perros. Es una imagen de crueldad que nunca olvidas”, apunta
Goodwin.
Pero esos llantos también se escuchan en Europa. Detrás
del negocio de la compraventa de animales se esconde, en muchos casos,
una crueldad semejante a la que se vivía en el 4048 de Hilton Lake Road. Y España no es ajena.
La organización vienesa de protección animal Four Paws
calcula que cada mes se venden 46.000 perros entre los estados miembros
de la UE. El valor de estas ventas, que también incluyen a gatos,
alcanzaría los 1.300 millones de euros anuales. Se desconoce el número
de criadores que hay en Europa, pero sí se sabe dónde están la mayoría:
muchos de los perros que se ven en las tiendas proceden de Eslovaquia y
Hungría. “Las condiciones en las que son criados son muy pobres. La
higiene es deficiente. Y los perros no se ejercitan ni socializan porque
están 24 horas en recintos pequeños. No hay una iluminación adecuada ni
ventilación y ni los perros ni la madre de los cachorros son vacunados o
desinfectados”, aseguran desde Four Paws.
Esos cachorros son trasladados después en camiones hasta las tiendas. Amontonados en jaulas. Silvia Barquero, presidenta del partido animalista Pacma, ha tratado de parar algunos de ellos. El último, a la altura de Pina de Ebro
(Zaragoza). “Vienen con hasta 300 animales, pero no solamente perros.
También gatos, tortugas o pájaros y algunos llegan muertos o enfermos”,
describe. Y en muchos casos con el pasaporte sanitario falseado. “La
normativa exige que para viajar los perros tienen que estar vacunados
contra la rabia. Son cachorros de dos meses o menos. Pero ponen que
nacieron hace tres, que es cuando se les puede poner la antirrábica, y
pasan los controles”, denuncia Barquero.
Desde
el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia
Civil aseguran que llevan a cabo inspecciones y controles a transportes
de animales por carretera. “En 2016, constatamos más de 11.000
infracciones administrativas a la normativa sobre animales de compañía y
más de 10.000 a la normativa sobre sanidad animal”. Además, añaden, se
realizan operaciones contra la venta ilegal.
Como ejemplo citan la que se llevó a cabo el pasado mes de enero, cuando 158 perros fueron inmovilizados
en un criadero ilegal de Madrid. “En España también existen esas
granjas de perros. No tienen acreditación de núcleo zoológico [la
licencia necesaria para poder criar y vender animales] y son ilegales.
Pero venden a tiendas o directamente por Internet sin ningún tipo de
control. Y la situación es la misma: hembras pariendo camada tras camada
y cuando ya no les valen se deshacen de ellas”, ahonda la presidenta de
Pacma.
En el portal de Milanuncios los precios oscilan
entre los 250 euros que cuesta una hembra de pitbull, los 400 que vale
un cachorro de rottweiler, o los 1.000 de un american bully. Todos -se
asegura- vacunados y desparasitados. Al preguntar por su procedencia,
una vendedora afirma al otro lado del teléfono: “Importamos perros desde
un criadero muy conocido de Eslovaquia”. Entre ese país y España hay 26
horas de distancia por carretera, que es como se trasladan.
“En España
también existen granjas ilegales de perros. Venden a tiendas o por
internet sin ningún tipo de control”, asegura la presidenta del partido
animalista Pacma, Silvia Barquero
En uno de esos camiones vino Zeta,
una preciosa cachorra de labrador de color chocolate y ojos verdes.
Amedeo Pelliccia dice que el flechazo fue instantáneo. Este ingeniero
italiano de 31 años que vive en España buscaba una perrita que jugara
con Lira, su perra golden adoptada de siete años. Y, de paso,
darle una sorpresa a Alejandro Ormeño, su pareja, de 38. Tecleó en
Google. Y apareció en Milanuncios. Y lo que pensaba que era un
particular resultó ser una tienda mascotas, Puppies Madrid. Se acercó. Y al verla decidió que era perfecta. Le puso el nombre de una estrella -Zeta-, y se la llevó. Era el 30 de diciembre de 2015.
Amedeo Pelliccia con 'Zeta'. Le costó 544,50 euros. Un mes después tuvo que sacrificarlo.
Amedeo
desembolsó 544,50 euros.Y empezó la pesadilla. Solo un día después, la
cachorra tuvo diarrea. Dos días después, diarrea con sangre. Zeta
vomitaba todo el rato y no comía. Amedeo y Alejandro fueron al hospital
veterinario que tenía concertado esa tienda. Y que cubría, como
garantía, cualquier percance durante los primeros 15 días. Según
explican, le pincharon un antibiótico y quedaron en verla al día
siguiente. Al tercer día, el veterinario les confirmó que la perra tenía
parvovirus.
A Zeta le diagnosticaron neumonía y
moquillo. El 30 de enero de 2016 fue sacrificada. Solo un mes después de
haberla comprado. En la tienda, aseguran Alejandro y Amedeo, les
ofrecieron cambiársela por otro cachorro. No quisieron. Prefirieron
batallar en los juzgados.
Gracias a Justicia Animal supieron que Zeta venía de Eslovaquia. “Metimos el número de chip en la base de datos y nos salió su procedencia”, explica una portavoz de esta organización. En origen, Zeta
nació el 11 de septiembre de 2015. Pero a sus dueños les consta el 16
de octubre. Una práctica habitual, según confirma a ICON un extrabajador
de Puppies Madrid que prefiere no dar su nombre: “Eslovaquia abastece
el 90 % de cachorros de toda Europa. Son gente que los cría en su casa y
luego los vende a los importadores y estos los reparten. Y sí, el
pasaporte algunas veces se adultera en origen. Ponen una edad un poco
más elevada para que puedan viajar. Pero, normalmente, son cachorros de
dos meses”.
Sobre las condiciones de estos perros, asegura: “Los
camiones paran cada dos horas para darles de beber. Y cuando llegan a la
tienda pasan una semana en cuarentena. Los desparasitamos y vacunamos.
Pero si vendes muchos perros es normal que a alguno le pase algo.
Nosotros en un mes hemos llegado a vender 385”. Los animales no salen de
la tienda hasta que alguien los compre. “No hay un paseador de perros
de tienda, pero están bien cuidados y, por las noches, duermen”. ¿Y si
crecen y nadie se los lleva? “Los damos en adopción”, responde.
ICON
intentó, sin éxito, recabar la versión del dueño de esa tienda, aunque
su encargado actual niega que vendan perros enfermos: “Eso es cosa de
los que estaban aquí antes”. Otra trabajadora asegura que ahora se
llaman Perros Madrid y son una tienda distinta. Aunque cuando este
reportero visitó el establecimiento, el cartel de Puppies Madrid seguía
en la fachada. Y en el registro mercantil, la tienda sigue dada de alta
con la denominación social de Tu Cachorro Madrid S.L, ligada al nombre
de Puppies Madrid.
En Internet se amontonan las quejas contra
Puppies Madrid. Una de ellas viene firmada por la diseñadora y nieta de
la duquesa de Alba, Brianda Fitz-James Stuart. En conversación
telefónica con ICON, Brianda explica así el calvario de Arigato y Ágata,
los dos cachorros de gato british shorthair que adquirió en esa tienda:
“Los compré en 2014 y me costaron, cada uno, 500 euros. Pero en el
trayecto en taxi hasta mi casa ya estaban con diarrea y vomitando. Los
llevé al veterinario y descubrí que Arigato tenía panleucopenia
[una enfermedad vírica que produce signos digestivos y cuyo pronóstico
llega a ser irreversible, precisa el doctor Capacés], aunque Ágata estaba bien. Arigato
estuvo ingresado y sobrevivió, pero semanas más tarde le vi el abdomen
muy hinchado. Y en la clínica me dijeron que tenía peritonitis
infecciosa felina [otra enfermedad vírica que presenta signos
respiratorios o digestivos, y que es muy grave]. No había nada que hacer
y lo tuvimos que sacrificar. Como Ágata había estado con él,
le hicimos la misma prueba, pero no se había contagiado. Aunque sí tenía
coronavirus, un virus bastante común y que puede mutar [en leucemia o
inmunodeficiencia felina]".
Brianda Fitz-James Stuart, con sus gatos Ágata y Arigato. Este último tuvo que
sacrificarlo a los pocos días de comprarlo.
En su caso, la suma total de los
gastos veterinarios fue de 2.297 euros. “Denuncié a la tienda, pero el
caso se archivó”, lamenta Brianda, que publicó la historia de sus gatos
en su página web. “He recibido muchos correos de más gente afectada”.
Algo que concuerda con el elevado número de actas que el Seprona
confirma que ha levantado en ese establecimiento. Fuentes municipales
explican, por otro lado, que esta tienda ha estado suspendida y
actualmente está sometida a inspecciones y controles. “Si no se ha
cerrado es porque la Administración no ha encontrado deficiencias como
sí hubo en otro tiempo”, apuntan.
En España hay unas 6.000 tiendas de animales. La Asociación del Sector del Animal de Compañía
- que aglutina a 600- asegura que todos los comercios que engloba están
sujetos a códigos de buenas prácticas y que no todas las importaciones
llegan de otros países. “También proceden de criadores nacionales
perfectamente legales”, señalan. Sobre Puppies Madrid explica que formó
parte de esta entidad, “pero ya no debido a dudas más que fundadas sobre
su manera de proceder”.
Mientras, las protectoras continúan saturadas. Arancha Sanz, portavoz de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid, recuerda que cada año se abandonan 300.000 animales de compañía.
“Aunque las cifras oficiales ni siquiera son completas ya que solo se
tienen en cuenta datos de los animales recogidos en las protectoras y
ayuntamientos, pero no se incluyen los animales abandonados que mueren
atropellados, de hambre o abatidos”, matiza. Su protectora dispone de un
albergue con capacidad para 350 animales. Tienen acogidos a 400.
En
2015, el Ministerio de Agricultura realizó un estudio para saber
cuántos animales de compañía había en nuestro país: contabilizaron siete
millones de perros y medio millón de gatos. Su bienestar depende de sus
dueños, naturalmente, pero también de las comunidades -no hay una ley
estatal de protección animal-.
En el caso de Madrid, la nueva normativa, aprobada en julio y que entró en vigor el 10 de febrero,
prohíbe el sacrificio de los animales de compañía salvo por motivos de
salud, seguridad o riesgo humano o medioambiental. Y condiciona la venta
de perros y gatos físicamente en las tiendas y da prioridad a su
adquisición por catálogo. Aunque el Gobierno regional podrá autorizar su
presencia en aquellos centros que cumplan determinadas condiciones. Las
que no cumplen muchos de esos criaderos que abastecen de horror a
Europa.
Escrito por Rodrigo Casteleiro García en El País