Curiosamente cuando decidimos comprarnos una casa, un coche o algo tan simple como unas zapatillas para correr, hacemos una minuciosa investigación, estudiando pros y contras, la relación calidad-precio, costes futuros derivados de nuestra nueva adquisición, etcétera…
Sin embargo, a la hora de introducir en nuestra vida a un ser
vivo, no un objeto material, nos lanzamos a la aventura sin pensar y,
llevados por un gusto estético o por un puro capricho emocional,
adquirimos ese adorable perrito, sin preocuparnos por conocer las
necesidades de un perro, en general, y de algunas razas, en particular.
Por eso es fundamental que, antes de dar el paso, respondamos con sinceridad a algunas de estas preguntas.
¿Me he informado sobre la importancia del origen y crianza de mi futuro amigo canino?
¿Podré dedicar el tiempo que necesita un perro para su educación?
¿Puedo permitirme económicamente los gastos derivados de la tenencia de éste, como son veterinario, alimentación y cuidados, educación, estancias vacacionales?
¿Soportaré las incomodidades y destrozos provocados por esa bola de pelo enérgica e imparable?
Debes hacer un profundo examen de conciencia antes de tomar esa decisión que no solo te afectara a ti, porque no puedes devolverlo o deshacerte de él como si de una silla vieja se tratase.
Un perro no viene a llenar nuestros vacíos emocionales, no es
un artículo de consumo más. Así que si estas en un mal momento
psicológico no se te ocurra buscar consuelo en esa adquisición, o
tendrás otro problema más. No puede ser tampoco un regalo sorpresa o un
premio para un niño porque no está en condiciones de asumir
conscientemente semejante responsabilidad.
España es uno de los países de la Unión Europea con más número de abandonos de perros, así que dejemos de frivolizar con una decisión que de no ser meditada puede tener consecuencias muy desgraciadas.