Dentro de la Etología se maneja un concepto muy interesante: la neotenia, cuya definición podría ser “la permanencia de caracteres juveniles en un animal adulto”. Dentro de este concepto, “neotenia”, podemos incluir conductas que tiene normalmente un cachorro pero que se siguen manifestando aún cuando ha dejado de serlo, por ejemplo el que un perro adulto aúlle cuando se encuentre en una situación de emergencia, que se orine si tiene miedo, que incline la parte delantera el cuerpo hacia el suelo dejando la grupa levantada para hacer una invitación franca al juego y el juego mismo.
Parece ser que una de las características que más le llamó la
atención al hombre cuando fue incluyendo al perro en su vida cotidiana
era esto mismo: el que un perro adulto aún jugara.
¿Usted ha visto esa relación tan fácil que se da entre un cachorro y un niño? Yo estoy convencida de que se debe a que los dos están hablando el mismo idioma, a los dos les interesa lo mismo: jugar. Y se hacen compañeros y hasta cómplices de travesuras en muy corto tiempo.
Le
propongo que utilizemos este gusto por el juego a nuestro favor.
Entablemos con nuestro perro una relación basada en la confianza, en el
gusto por estar juntos, en divertirnos ambos con lo que realicemos… lo
invito a jugar con su perro.
Cuando el perro es aún un cachorro, tiene necesidad de descubrir el mundo, de investigar todo lo que le rodea y si puede jugar con todo aquello que encuentre, por supuesto que lo va a hacer, en esa etapa debemos evitar que juegue con cosas que puedan dañarlo (cables, juguetes pequeños que pueda tragar, medicamentos o substancias que dejemos a su alcance, por ejemplo cloro, limpiadores, etc.). Pero podemos utilizar su gran gusto por el juego para iniciar una magnifica relación de afecto y confianza: le llamaremos por su nombre sólo para algo agradable (jugar, pasear, comer, etc.) y dentro de los juegos que iniciaremos y continuaremos por el resto de la vida del perro, será el de tocarlo con energía, hacerlo que se tire al suelo y se ponga de “panza hacia arriba”, mientras lo acariciamos, lo jalamos, le damos palmadas (es importante que nunca sea hasta el grado de lastimarlo), estaremos reforzando esta actitud con palabras cariñosas que le dejan bien claro que no estamos enojados, es para su perro un gusto enorme, porque su líder está jugando con él.
El juego de ir y traer la pelota continuamente, jugar al frisbie, brincar un obstáculo, atrapar un bocadillo que se lanza al aire, escondernos y que nos busque, esconderle un juguete y motivarlo a que lo encuentre, en fin, cada quien encuentra lo que más le gusta hacer y descubre lo que le gusta en particular a su ejemplar.
Conforme nos relacionamos con nuestro perro, logramos un código
propio ¿no es cierto? Él ya sabe que cuando usted le chifla de
determinada manera es porque van a ir al parque o cuando le ordena
“¡Max! ¿Dónde está tu pelota? ¡búscala!” Él no tarda ni un segundo en
convertirse en un huracán y salir disparado en busca del juguete.
Pero sin que él se dé cuenta (y a lo mejor usted tampoco), se está formando una relación en la que su perro entiende que usted marca la pauta del juego y él lo sigue… ¿Qué pasa ahí? Pues ni más ni menos que está usted jerarquizando sobre su mascota. Para él usted es quien manda y el obedece y además de la mejor manera, porque es a través del juego.
Si tenemos una raza pequeña quizá no tendremos problema en seguir
jugando siempre de la misma manera con él, pero si nuestra mascota es un
perro de raza grande lo mejor es dejar bien claro hasta donde deben
llegar nuestros juegos.
Si me permite, podemos platicar un poco acerca de las reglas que podemos poner para jugar con nuestro perro:
Si usted tiene niños pequeños, no les permita (ni al perro ni a los niños) que jueguen a que les muerda la orilla del pantalón, los zapatos, o que brinque para quitarles comida o juguetes de las manos o la boca, piense que su hijo dentro de un año seguirá siendo un niño pequeño pero su perro no, él habrá alcanzado prácticamente la edad adulta y la fuerza que adquirió en ese año de vida puede hacer la diferencia para que ahora el niño le tema al perro y ya no pueden jugar juntos.
Es obvio pero siempre es bueno recordarlo, no deje a un niño jugando
solo con su mascota, de principio el perro no tiene porque representar
un peligro pero la posibilidad de un accidente, algo tan sencillo como
que el perro brinque y tire al pequeño, puede ocasionar una lesión.
No le enseñe a su perro, por favor, ese jueguito de corretearlo y que él huya. Cuando quiera entrenarlo en obediencia o simple y sencillamente cuando quiera que él venga cuando le llaman, su mascota puede pensar que están jugando y que lo que debe hacer es correr pero no hacia usted sino ¡en sentido contrario!
Si
definitivamente usted disfruta jugando con su perro a que muerda un
trapo, un juguete y que usted lo jala para un lado y él hacia el otro,
para ver quien se lo queda, deje claras las reglas del juego: Usted
siempre será quien suspenda el juego, el juguete o trapo, trenza de
hilo, etc. son de usted y lo retirará al finalizar el juego. Su mascota
se habrá divertido pero le quedó claro que jugó con su líder (usted).
Observe bien a su perro y suspenda el juego antes de que éste se canse, él debe quedarse con ganas de algo más, de esa manera mantenemos su entusiasmo por volver a hacerlo y de nuevo, fue usted quien marcó la pauta de cuando comenzar y cuando terminar.
Tenemos
otro aspecto importante con relación al juego y es en cuanto a cómo se
relaciona su perro con otros perros. El cachorro que juega con otros
ejemplares jóvenes, está aprendiendo cómo superar conflictos que ya en
edad adulta pudieran ser catastróficos, jugando aprenden a agredir, a
someterse, a presentarse vulnerables, etc.
Los perros adultos que se presentan ante otros de manera amistosa
logran relacionarse con diversos ejemplares que en otras condiciones
quizá no hubiera sido posible y ni hablar del equilibrio emocional que
se da cuando el perro tiene acceso a estímulos nuevos y que son
presentados dentro de un contexto agradable.
Jugando con nuestro perro podemos lograr un mejor desarrollo de la conducta, ya que le daremos los medios para que adquiera seguridad, confianza tanto con el ser humano como con otros perros o incluso con otras especies.
Con
el juego también estamos favoreciendo que nuestro cachorro se
desarrolle correctamente y en el perro adulto que se mantenga en buenas
condiciones físicas, músculos, aparato circulatorio, tacto, vista,
olfato, etc. todo se activa.
Como verá, tenemos en el juego un poderoso aliado para hacer muchas
cosas positivas con nuestros ejemplares. Y no me va a negar que a
nosotros mismos, un rato de diversión nos calma, nos refresca, nos saca
de ese stress cotidiano, así que casi como receta médica: Póngase ropa
cómoda, olvide por un rato sus deberes pendientes y salga a jugar con su
perro.
Que lo disfrute.
Publicado en Perros de México