martes, 28 de noviembre de 2017

PERROS BRAQUICÉFALOS


La crianza selectiva de ciertas razas ha dado lugar a la perpetuación de innumerables patologías en aquellas progenies que descienden de cruces con alto grado de consanguinidad o endogamia. 
A lo largo de la historia de selección y perfeccionamiento de las razas caninas se ha dado paso a este tipo de cruces con la finalidad de fijar rasgos y caracteres deseables tales como color de manto y pelaje, color de ojos, forma de orejas, alzada a la cruz y otras características diferenciales que hacen a la estructura ideal de cada raza que se describen en su estándar racial.  
Sin embargo, el cruce indiscriminado ha determinado que también se perpetúen rasgos y características indeseables: entropión, criptorquidismo, ectropión, displasia de cadera, Pannus corneal, desórdenes cardiacos congénitos, etc. 


El síndrome braquicefálico es uno de estos problemas que vemos en ciertas razas como el bulldog francés, Pug, pequinés, bulldog inglés y otras tantas. 
El desconocimiento por parte de los criadores o la falta de asesoramiento por parte de los médicos veterinarios, ha determinado que este problema se presente con mayor frecuencia debido a que muchos de estos rasgos pueden permanecer como atavismos genéticos, que si bien en una o varias generaciones no se evidencian, se encuentran escondidos en su código genético y tarde o temprano se manifestaran fenotípicamente.


 
Como resultado de la selección genética la cabeza de los braquicefálicos ha ido acortándose, ensanchándose, esto unido a las malformaciones vertebrales (relacionadas con el acortamiento del lomo, teniendo en cuenta que se busca que cada vez sean más cortos y compactos, los problemas de cadera y rodillas, las patologías dérmicas relacionadas con los pliegues más las alergias ( atópica y alimentaria), la mayor incidencia de Demodicosis, las dificultades para el parto, las patologías oculares, etc., han hecho que la salud y el bienestar de estos increíbles perros se torne cada vez más desafiantes para los criadores responsables y los médicos veterinarios interesados en involucrarse en favorecer la crianza de un ejemplar sano en el sentido integral de la palabra.  


El síndrome braquiocefálico, también conocido como síndrome respiratorio de los braquicéfalos o Enfermedad obstructiva congénita de las vías respiratorias superiores 
Malformaciones de las vértebras (Hemivértebra) y degeneración de discos intervertebrales Dos problemas distintos afectan a la espalda que son, alarmantemente, vistos a menudo en razas braquicefálicas (chatas) y con cola atornillada, como por ejemplo, Bulldog Francés, Bulldog Inglés y Boston Terrier. 
La luxación de rótula (dislocación de la rótula de su posición normal en el surco troclear) es una causa bastante común de claudicación en los miembros traseros de los perros de tamaño pequeño y mediano. Se manifiesta como un pequeño saltito en el andar del Frenchies y puede llegar a tal extremo, que el perro camine con solo tres patas. Si el problema afecta a los dos miembros tendrá una cojera mucho más pronunciada. 


Otras enfermedades frecuentes en las razas braquicelas:
Displasia coxofemoral, Prolapso de la glándula de Harder (Ojo de cereza), Entropión o ectropión, Ulceras corneales, Dermatitis de los pliegues, Alergias alimentarias, Atopia, Demodicosis, Palatoquisis, Anasarca, Prolapso vaginal, Prolapso rectal, Sindrome de irritabilidad digestiva, Dificultad de parto, Distocias 
Complicaciones para determinar el protocolo de anestesia que se adapte mejor a las características especiales de estos ejemplares.


La cinofilia es una actividad que los amantes de los perros realizan con el fin de mejorar las razas. El fin no es meramente deportivo por supuesto, Se trata de adecuarlos a las necesidades de los seres humanos y de mejorar su salud y calidad de vida  
En todo el mundo, las razas braquicefálicas son cada vez más populares, pero la cría selectiva de rasgos exagerados ha conducido a que los casos de estenosis de vías respiratorias altas y los problemas respiratorios, sean cada vez más severos y se presenten a una edad cada vez más temprana. Las mala formaciones y el colapso de las vías respiratorias altas son mucho más complejos de lo que antes se pensaba 


Los hallazgos endoscópicos en el esófago y el estómago en muchos de los perros de razas braquicefálicas justifican los signos digestivos  (regurgitaciones, vómitos, hipersalivación y disfagia, esofagitis por reflujo y retraso en el vaciado gástrico) relacionadas con alteraciones anatómicas y funcionales del aparato digestivo superior de estas razas.  Hernias de hiato  (BDI y BDF), esófago redundante o desviación esofágica (BDI), atonía del cardias (BDI y BDF), estenosis muscular pilórica por hipertrofia de fibras musculares (Bóxer y Boston terrier) e hipertrofia de la mucosa pilórica (Lhasa Apso, maltés pequinés y Shih Tzu


Actualmente se sabe que la nariz del perro es esencial para la termorregulación eficaz, y esta función se ve deteriorada en muchos animales braquicefálicos. 
Si se desea salvar a las razas braquicefálicas es esencial replantearse la cría. Los veterinarios y los clubes de cría necesitan cooperar de forma más eficaz y debatir más abierta y sinceramente sobre estos asuntos 
La cría selectiva en búsqueda de rasgos demasiado exagerados ha moldeado la cabeza de los animales braquicefálicos de tal modo que se ven afectados en su salud y bienestar 




Ha llegado la hora de reflexionar sobre estos aspectos en la cría selectiva. El síndrome braquicefálico es una enfermedad creada por el hombre. 
Los veterinarios como expertos en salud y el bienestar de los animales, deben asumir un rol más activo en el debate sobre estos temas 
Los clubes de criadores y los asesores científicos tienen como reto rescatar a estas razas. Es necesario revisar los patrones de selección y focalizarlos en la salud animal más que en el aspecto físico. Un poco más de nariz no estropeara de ninguna manera el exclusivo carácter de estos perros ni sus bondades que les ha permitido ser cada vez más populares 


Agradecemos la colaboración para la publicación de este artículo al Dr. Rubén Somoza