Si tienes o has tenido un gatito en casa, habrás podido
comprobar cómo le encanta saltar sobre sus juguetes para arañarlos con
sus patas delanteras y morderlos, al igual que le gusta morder tus manos.
Muchas
personas les dejan hacerlo pensando que así se endurecen sus dientes,
pero este comportamiento del cachorro no tiene nada que ver con el
crecimiento de los dientes de leche puesto que este proceso se termina
al mes de vida y no será hasta el cuarto mes cuando se cambien por la
dentadura definitiva.
Es muy bueno que tu gatito juegue porque
favorece su desarrollo físico y psíquico, pero también debe aprender a
no sobrepasar los límites para no hacer daño, controlando sus garras y
mandíbulas. Para los gatos, las uñas y los dientes son
sus dos principales armas de ataque, de caza y de defensa. Por esta
razón los gatitos aprenden a utilizarlos y agudizan sus reflejos cuando
juegan con objetos, con otros felinos, con su madre o con presas vivas
que le traen a ésta. Es importantísimo que aprendan a sacar o esconder
las uñas cuando sea necesario y a controlar sus mandíbulas.
Para
que aprendan a controlarse, la madre les castiga tomando su cabeza
entre las patas delanteras y araña (sin utilizar las uñas) el vientre de
sus hijos con las extremidades posteriores o les da pequeños
golpecitos en el hocico. Siguiendo este modelo de comportamiento, el
dueño del gatito, durante el juego, para detener los arañazos o
mordiscos puede darle en el hocico con el dedo índice o tumbarle de
costado y rascar enérgicamente, con la otra mano, el vientre del minino.
El pilar básico en la educación de un gatito es la madre,
ella es una magnífica educadora: cuando es arañada o mordida por su
hijo, le castiga y le desatiende. Él/ella entiende rápidamente que no
debe morder y que ha de esconder sus garras cuando juega con sus
hermanos. Este proceso de aprendizaje comienza antes del destete y el
dueño ha de continuarlo, de lo contrario podría llegar a tener en casa
un pequeño tigre incapaz de jugar sin hacer daño.
Cuando se trata
de un gatito huérfano, el aprendizaje es más difícil y más importante,
por eso es aconsejable que se eduque junto a un perro que esté
acostumbrado a los gatos o junto a un gato adulto equilibrado.
Si
notas que tu gatito duerme poco, come mucho, está nervioso
constantemente y piensa que tus manos y pies son presas, deberías de
llevarlo a un veterinario experto en etología porque ese comportamiento
necesita tratamiento.
Carlos Alberto Gutiérrez
Médico Veterinario Col.5950
Experto en Nutrición Canina