Cualquiera que tenga mascotas sabrá que tener conversaciones sin vergüenza con estas es algo de todos los días, a todas horas. Y no es que esperen a que sus perros, gatos o pericos les respondan, simplemente es una especie de alivio el sentir que cuentas con sus orejas como un filtro "sanador" para todos los problemas de la vida. Mientras tanto, aquellos que no tienen un compañero peludo, plumífero o escamoso, verán a aquellos que sí los tienen como un loco o un foreveralone.
Pero también ocurre que cuando acabas de comprar un auto o
cuando este se descompone, uno tiende a gritar o a hablarle como si nos
escuchara. "¡No me hagas esto por favor, no ahora!" es también una
conversación típica cuando falla la computadora ¿te ha pasado?.
Lo
más seguro es que sí y que los que están a tu alrededor te vean como
alguien desquiciado o extraño. Lo que estos no saben es que en realidad
hablar con objetos inanimados o no humanos es símbolo de inteligencia y
de creatividad.
En un ensayo para Quartz, el profesor e investigador experto en antropoformismo, Nicholas Epley de la Universidad de Chicago y autor de Mindwise: How We Understand What Others Think, Believe, Feel, and Wanel (Cómo entendemos lo que otros piensan, creen, sienten y Wanel) explicó que esto se trata un proceso llamado antropomorfización (dar forma humana o atributos a un animal, planta, material u objeto), una habilidad única del ser humano que denota su capacidad de pensamiento.
La
antropomorfización es una condición natural que nos permite encontrar
amigos o una amenaza en objetos como cuando ponemos nombres a los
huracanes, cuando Tom Hanks en la película "Náufrago" pinta una cara en
un balón de voleyball llamado "Wilson" o Bella, la heroína de "La Bella y
la Bestia", conocida por hablar con objetos inanimados con "atributos
humanos".
Sin
embargo, cuando encontramos ojos en los objetos, podemos sentirnos
amenazados por estos ya que no da la sensación de que literalemente, nos
observan. Esto es común en cuadros, estatuas o juguetes y para
comprobarlo, en 2010 se realizó un estudio
en la Universidad Newcastle en el cual se colocó un poster con la
imagen de unos ojos en la cafetería del lugar, provocando que los
alumnos se sintieran intimidados, en comparación de un cuadro con flores
en el mismo lugar.
Hay tres razones innatas por las que hacemos
todo esto: la primera es que tenemos la capacidad para ver rostros en
todas partes; la segunda es que atribuimos mentes pensantes a cosas que
nos gustan y la tercera es que tendemos a asociar lo inesperado e
impredecible con la humanidad.
El hecho de trasladar una
conciencia humana a una cosa que no la tiene y ser capaz de intuir sus
"supuestos" pensamientos requiere de una gran cantidad de procesos
mentales. "Cuando encontramos a otros con los cuales conectar,
terminamos tratando de descifrar lo que están pensando o van a hacer",
explica Epley.