La estrecha convivencia con nuestras mascotas provoca que caigamos
frecuentemente en el error de “humanizarlos” y, en este sentido, los
hagamos partícipes de nuestros hábitos alimentarios.
Les
damos las comidas “extras” como muestra de afecto y recompensa, pero
muchos alimentos para humanos no son adecuados para los animales y nunca
se les deben dar, mientras que otros comienzan a entrañar riesgos para
su salud si se administran en cantidades elevadas en la dieta y pueden
llegar a ser muy peligrosos.
Entre los que resultan peligrosos destacan sobre todo:
- el chocolate
- el café y las bebidas con cafeína
- la cebolla
- la alimentación con hígado
- las uvas y las pasas
- cualquier alimento que contenga edulcorantes artificiales
- bebidas alcohólicas
- lácteos
- huesos
Pero, además, debemos tener en cuenta las diferencias que nos
separan. En primer lugar, las necesidades y requerimientos
nutricionales son distintos para perros, gatos y humanos. El hombre es
omnívoro, el perro carnívoro no estricto y el gato es un carnívoro
estricto.
Entre nosotros y ellos existen, además, importantes
diferencias anatómicas y fisiológicas que condicionan cómo, cuándo y con
qué alimentar. Por ejemplo, la longitud del intestino, el número y
forma de las piezas dentales, el tiempo de masticación y la duración del
tránsito intestinal no son iguales. Incluso el pH del estómago no es el
mismo. Además, nuestro proceso digestivo comienza antes de deglutir los
alimentos por la presencia de enzimas digestivas en la saliva, mientras
que en los perros y gatos no porque carecen de ellas.
Para
que nos hagamos una idea de lo distintos que son nuestros
requerimientos dietéticos destaca, por ejemplo si hablamos de materia
seca (es decir, sin contar el agua que llevan los alimentos), que una
persona adulta necesita entre un 60 y un 65% de carbohidratos en su
dieta, mientras que para perros y gatos la proporción es mucho más
pequeña.
En cuanto a las proteínas, un humano adulto necesita entre un 8-12%, un perro 20-40% y un gato un 25-40%.
Las
proporciones de lípidos también oscilan entre 25-30% para humanos,
10-65% para los cánidos y 15-45% en el caso de los félidos.
Si nos
fijamos en las necesidades específicas existen requerimientos
especiales. Los gatos precisan de un aporte proteico y de aminoácidos
mayor que los perros y uno de ellos, la taurina, es esencial para varias
funciones vitales del organismo felino, por eso, entre otras razones,
una dieta pensada para perros no es la más adecuada para un gato.
Debemos alimentarlos con dietas equilibradas según la especie porque un
gato no es un perro pequeño.
Por todas estas razones, administrar
una dieta específica para nuestro perro o gato es no sólo más cómodo en
cuanto a la administración, sino más equilibrado, garantizando un aporte
completo de sus necesidades nutricionales y una vida más sana y longeva
Si,
a pesar de todo, queremos “premiar” y añadir comida de humanos o sobras
a la dieta de nuestros animales, debemos saber que esta cantidad ha de
ser muy limitada. Además, por lo general, las “sobras” que terminan en
sus comederos suelen ser muy sabrosas, pero no les proporcionan una
nutrición adecuada.
Educar a nuestras mascotas en una correcta
rutina y hábitos alimenticios evitará la aparición de futuros problemas
como apetito caprichoso, que nos “roben” o “mendiguen” la comida, la
obesidad u otras patologías asociadas a desequilibrios nutricionales.
Publicado en El Blog de Arion