lunes, 18 de enero de 2021

GARRAPATAS; UN PELIGRO LATENTE


«El diseño epidémiológico es tan preciso y minucioso que no parece ser fruto del azar y sí mas bien de un orden incomprensible y un tanto siniestro. Es aquí donde aparecen las garrapatas», nos comenta Javier Álvarez de la Villa, veterinario del Centro Veterinario Víctor de la Serna.
Estos organismos son los más grandes de las familia de los ácaros. Poseen un cuerpo aplastado y cuatro pares de patas. Mediante sus queliceros e hipostoma se clavan en la piel. En el enclave de su nueva víctima u hospedador, segrega saliva e ingiere sangre. No pocas garrapatas podrán ser portadoras de gérmenes que incluso pueden llegar a ser muy patógenos.


Estos microorganismos pasarán libremente al organismo de nuestra mascota o incluso al nuestro a través de la herida abierta. Los veterinarios asisten a un creciente número de visitas relacionadas con garrapatas y sus consecuencias. Han leído bien, a un creciente número. Se cree que el cambio climático derivado de la insoportable actividad humana, nos ha traído enfermedades de zonas más cálidas a más templadas.



El hombre, pues relegado a las grandes urbes accede con su animal de compañía a la naturaleza abierta. Muchos de estos lugares son ahora zonas endémicas de numerosas enfermedades contagiadas por nuestro protagonista: la garrapata. «Estos lugares, antaño más templado y con una fauna salvaje más controlada , ofrecían menos riesgos. Pueblos enteros abandonados, una España rural en declive, especies que se hipermultiplican sin el control de los grandes predadores y pastoreo, en muchas ocasiones, poco asistido sanitariamente son las condiciones, junto al cambio climático, para un mayor auge de nuevas enfermedades transmitidas por garrapatas”, comenta Javier Álvarez de la Villa.


Más consultas que hace unos años

«En nuestras consultas veterinarias diagnosticamos ahora más que antes Ehrlichiosis, Babesiosis, Borreliosis, Bartenolosis y Granulomas», nos confirma el veterinario consultado. Un perro afectado por la Babesia, por ejemplo, puede tener síndrome febril, intenso, mucosas pálidas o muy frecuentemente ictericas (amarillas), orina oscura color «café», taquicardia, anemia muy grave, apatía y debilidad extrema. Todo ello podrá producirse por la picadura de una sola garrapata transmisora.


En el caso de Erlichiosis, puede aparecer fiebre, depresión, inflamación interna del globo ocular (uveitis) que puede llevar a ceguera. Además de destrucción masiva de plaquetas por hemorragias más o menos graves asociadas. Perros con poliartritis que apenas pueden caminar, pudieron haber sido picados por garrapatas infectadas por Borrelia. La enfermedad puede extenderse a todas las articulaciones de nuestra querida mascota, además del sistema nervioso y otros órganos.
Estas enfermedades y otras revisten en la mayoría de los casos un carácter grave. Es preciso diagnosticarlas precozmente y tratarlas de manera expeditiva. Evidentemente, una vez conocido el agente patógeno, los esfuerzos veterinarios se encaminan a un tratamiento etiológico , es decir, dirigido al causante descubierto. Pero además será preciso aliviar la fiebre, la inflamación, la anemia y demás síntomas graves que acompañan a estas enfermedades. No es infrecuente hospitalizar a estas mascotas hasta su total restablecimiento.


Aspectos desagradables


Las garrapatas causan desagrado con su simple presencia. Las rechazamos y nos asquean. Puede que su aspecto nos alerte de forma instintiva de sus posibles daños inherentes. Se «esconden» en la vegetación, trepan por nuestras pantorrillas y extremidades del que será su nuevo hospedador. Alcanzan lugares donde la piel es más fina, axilas , vientre, tejido interdigital, pabellón auditivo, ingles, región perineal…. entonces se clavan con sus apéndices bucales y para no caerse, secretan una sustancia cementante.


Ahí pegadas pueden permanecer varios días alimentándose. Han creado una pequeña cavidad hemorragica, han disuelto con su saliva para ablandar y preparar mejor su lecho de alimentación, han realizado «robo» de sangre y han podido introducir un elemento patógeno altamente grave. Cuando vemos la garrapata ahí pegada solemos guiarnos por el lógico deseo protector de arrancarla. Nos queremos librar del intruso y tiramos con frenesí.


El resultado es, muchas veces, la permanencia de parte del aparato bucal en la piel y la formación de un granuloma permanente. Es por ello que la extracción debe ser lenta, meticulosa y adecuada. Se debe impregnar al ectoparasito con una solución anti parásitos adecuada, dejar que actúe unos minutos y luego traccionar de manera sostenida hasta forzar su total desprendimiento. «Los veterinarios solemos legrar someramente el lecho de enclave con la ayuda de un microbisturi o aguja hipodérmica, para eliminar posibles restos microscópicos, aplicando posteriormente un ungüento antiséptico», asegura Javier Álvarez de la Villa.


La prevención


Todo lo expuesto realza el interés de la prevención. Por el carácter estacional, será importante comenzar a proteger en primavera a nuestras estimadas mascotas. Uno de la productos más utilizados son los collares antiparasitarios. Son cómodos, muy seguros al no provocar normalmente efectos secundarios en nuestras mascotas y de una eficacia notable en la prevención de garrapatas, pulgas y lehismaniosis.


Los collares dispersan de manera continua el principio tóxico para los ectoparasitos y repelente para los mosquitos. Dicho principio activo se difunde «como una ola» en la grasa natural del pelaje de nuestros animales. La colocación del collar será holgada pero no en demasía, podrá dejar que nuestro dedo índice entre el y la piel sin dificultad, es decir, contactará pero no bailará.
Tampoco dejaremos una gran «cola» sobrante que nuestra mascota pueda morder e ingerir. Lo cortaremos en su medida adecuada. Si nuestro perro va a bañarse mucho tiempo o vamos a someterlo a un jabonoso aseo, se lo quitaremos transitoriamente a fin que no pierda eficacia. Si lo tocamos directamente , nos lavaremos las manos posteriormente, como es obvio. La duración de estos elementos hoy en día puede ser de 6 meses e incluso 8, con lo cuál cubrimos toda la estación de peligro.


Otros productos vienen en forma de pipetas. Son cómodas y eficaces. Tóxicas para los intrusos parasitarios pero no para nuestros animales de compañía cuando se respetan sus normas de administración. Su veterinario le podrá asesorar. También existen eficaces sprays con efecto inmediato y permanente. Además han aparecido, novedosamente, productos en comprimidos para ser administrados por vía oral y ser efectivos durante varios meses.


¿Qué productos emplear?

Sin duda, la estrategia preventiva estará dictada inmediatamente por el riesgo parasitario. Es decir, un perro o gato que vive en el hogar y accede a lugares con apenas presión parasitaria, tendrá menos riesgos que otro que accede a un paisaje «tóxico». En este último caso, su veterinario podrá combinar más de un método de control. Así, en el turismo rural les podremos proteger con collar y pipeta o collar y comprimido. Si el paisaje es sospechoso, estará plenamente justificado.
En conclusión, observaremos el control preventivo acorde al riesgo real de parásitos. Informados, no somos más temerosos si no, por el contrario, más conscientes de los riesgos a evitar y podremos gozar de enclaves naturales con mayor seguridad. Como siempre decimos, es mejor prevenir.



Publicado en ABC