jueves, 30 de julio de 2020

LOS LOBOS SE HICIERON PERROS SIGUIENDO A LOS CAZADORES HUMANOS

    Un equipo de investigadores ubica en Europa hace más de 15.000 años la domesticación de los perros, que se aprovechaban de los restos de aquellos cazadores-recolectores. Este trabajo presenta algunas lagunas para quienes defienden su origen asiático.



    A pesar de los importantes esfuerzos que se han hecho en los últimos años, seguimos sin saber quién o cuándo se gritó por primera vez "¡Sit!". Varios estudios recientes han dado pasos muy importantes para conocer el linaje que llevó a determinados lobos a convertirse en perros amantísimos a los pies de los humanos, hace miles de años. Sin embargo, la controversia sigue abierta. Hasta ahora, los principales candidatos eran China y Oriente Medio, y siempre vinculados a los asentamientos de los primeros agricultores. Un estudio publicado en Science ofrece una tercera vía: Europa y mucho antes que las otras posibilidades. Según este trabajo, basado en el más completo estudio genético de numerosas especies de cánidos actuales y fósiles, el perro se acercó a las faldas de los cazadores-recolectores mucho antes de que los humanos comenzaran a cultivar la tierra.





    Las razas perrunas actuales contienen tal remixgenético, fruto de los innumerables cruces que han sufrido, que es muy difícil desandar el camino de su evolución. Hasta ahora, varios estudios buscaron trazar su árbol genealógico buscando familias genéticas después de analizar el ADN de cientos de razas de cánidos actuales. El primero de ellos, en 2002, concluía que los primeros perros domesticados debieron surgir en algún punto de Asia, en lo que actualmente es China, hará unos 15.000 años.


    Posteriormente, en 2010 se publicó otro estudio que incluía el análisis de 900 perros y 400 lobos de distintas razas, para tratar de encontrar el origen de esta domesticación. Ese trabajo defendía que el origen más probable era Oriente Medio, donde se tienen referencias arqueológicas de perros domesticados de hace 12.000 años. "Los perros parecen compartir más similitud genética con los lobos grises de Oriente Medio que con cualquier otra población de lobos en todo el mundo", dijo el investigador de UCLA Robert Wayne, quien firmaba ese estudio, que indicaba que el 80% de las razas de perros son razas modernas que han evolucionado en los últimos cientos de años, aunque haya algunas que se remontan a miles de años.


    ¿China u Oriente Medio? Todos estos resultados no cerraban la puerta; el ADN contemporáneo podía dar algunas pistas, pero no era la solución definitiva. Los investigadores implicados en la búsqueda del primer Toby ponían el objetivo en el estudio del ADN de animales desaparecidos: el libro genético de fósiles de los primeros perros y de razas de lobos extintas tenían la clave para desenmarañar esta evolución tan fructífera. A ello se ha dedicado un grupo internacional de investigadores, entre los que se encuentra el propio Wayne: en la coctelera incluyeron lobos, perros actuales -desde basenji hasta dingos- y coyotes. Pero también 18 muestras fósiles de canis antiguos, desde el primer fósil de tipo perro, de Bélgica y hace 31.000 años, hasta 10 tipos de lobos de hace miles de años.


    Mucho antes que la agricultura
    Los investigadores que publican este Science han llegado a varias conclusiones sorprendentes. En primer lugar, que los perros comenzaron a domesticarse en Europa y que fue mucho antes de lo pensado: hace entre 18.800 años y 32.100 años. Y ya estaban integrados con los humanos hace 15.000 o 20.000 años, antes de que se desarrollara la agricultura. "Estos resultados implican que los perros domésticos son la culminación de un proceso que se inició con los cazadores-recolectores europeos y los cánidos con los que interactuaron", explican los autores en su trabajo.


    El bioinformático español Francesc López, del departamento de genética de la Universidad de Yale, que estuvo en el germen de este proyecto (en 2005), explica sus conclusiones a Materia: "Sin ninguna duda, la agricultura provocó grandes cambios en el proceso de domesticación, pero nuestros datos demuestran que ese proceso empezó mucho antes. Tenemos que entender la domesticación como un proceso continuo y largo (y que aún sigue ocurriendo), más que como un evento concreto en el tiempo". Según afirma López, el estudio consolida un concepto revolucionario: "El perro fue el primer y único animal domesticado antes de la agricultura". "La del perro es la primera intervención consciente del hombre en el proceso evolutivo de otras especies", añade.


    Esto contradice una idea que se había consolidado: que los perros comenzaron a acompañar a los humanos más tarde, en los albores de la civilización, cuando se comenzó a domesticar otros animales más provechosos como vacas, cerdos y ovejas, en un preludio de la revolución agrícola del neolítico, después de que la temperatura de la Tierra se templase y se retiraran los hielos. Un estudio reciente señalaba precisamente que la domesticación de los perros llegó de la capacidad de ciertos lobos para procesar el almidón de los cereales, que fue sustituyendo en los basureros humanos a una parte de su dieta carnívora.
    Según el estudio publicado, liderado por Olaf Thalmann, "un escenario evolutivo en consonancia con estos resultados es que la domesticación del perro se inició cerca del Último Máximo Glacial, cuando cazadores-recolectores cazaban a la megafauna", hace más de 15.000 años. Estos perros primitivos se habrían aprovechado de los cadáveres que dejaban atrás aquellos primeros cazadores, asegura Thalmann, y la relación podría incluso haber llegado más lejos: el estudio sugiere que aquellos lobos-amigos-del-hombre les pudieron proporcionar ayuda en la captura de presas o defensas frente a grandes depredadores que competían por los mismos objetivos.


    "Si esto es verdad, sugiere que las condiciones para la domesticación del perro no son exclusivos de un lugar o tiempo, y añade una función para la serendipia en el proceso que condujo a la domesticación temprana y singular de un carnívoro grande y peligroso" como los lobos de aquella época, concluye el estudio. Otro hallazgo sorprendente es de parentesco entre lobos y perros. "La mayoría de los perros actuales resultaron estar más estrechamente relacionados con los lobos antiguos que con los modernos", explica Thalmann en Science, "la población que dio origen a los perros modernos probablemente ya esté extinta".
    López defiende que este estudio "presenta el volumen de datos genéticos antiguos sobre la domesticación del perro más grande, con gran diferencia, respecto a lo publicado hasta este momento". Sin embargo, este estudio tiene un importante talón de Aquiles. No se contó con muestras de perros o lobos fósiles asiáticos, únicamente europeos o americanos, lo que dificulta seriamente que pudiera situar en Asia el origen de la domesticación.


    "No es un estudio objetivo", critica en Science el investigador Peter Savolainen, autor del paper de 2002que localizaba en Asia la domesticación. "Es como pretender hacer un estudio sobre el origen de los humanos sin incluir una sola muestra de fósiles africanos", sugiere. Erik Axelsson, autor del estudio que relacionaba la domesticación con el almidón, no es tan crítico y alaba los logros de este nuevo trabajo: "Encontrar el origen de los perros ha demostrado ser una tarea difícil y el estudio de ADN antiguo puede ayudarnos a avanzar hacia la resolución de esta cuestión, por eso este estudio es tan interesante", explica a esta redacción.
    Axelsson, de la Universidad de Uppsala, indica que hay poca información geográfica en los árboles genéticos de los lobos, "probablemente debido a que los lobos se mueven mucho". "No me sorprendería que la adición de más muestras señalara que los perros modernos tienen un pariente cercano en un lobo de alguna otra parte del mundo", añade. Como faltan muestras de Oriente Medio y China, Axelsson reitera que "se necesitan más datos para abordar el origen de los perros correctamente". Una pega importante que deja todavía abierta la solución de este reto científico: el de ubicar en algún punto del globo, en algún momento concreto, el momento en que aquel lobo agitó feliz la cola al ver a un humano.





    Escrito por Javier Salas en La Razón