lunes, 7 de septiembre de 2020

LO QUE MI PERRO Y OTROS ANIMALES ME ENSEÑARON SOBRE PSICOLOGIA HUMANA, POR PABLO HERREROS (1ª PARTE)

El autor con Lupo

Soy poco espiritual, debo admitirlo. Me tira más lo científico. Pero la excepción está en algunas relaciones con animales que he mantenido, con quienes  aflora mi parte mágica. Pero el perro con el que convivo actualmente y otros animales, por cómo aparecieron y se desarrolló nuestra convivencia, estoy seguro de que se infiltraron como espías en mi día a día para enseñarme algunas lecciones sobre la vida que casi todo ser humano necesita aprender. Porque aunque al principio pensé que yo le estaba dando una segunda oportunidad a Lupo, en realidad era él quien me la estaba dando a mí. 


Ten paciencia y no fuerces situaciones

La historia de cómo nos conocimos Lupo y yo no es romántica ni de película. No fue un regalo, ni adoptado en una protectora o comprado. Apareció una madrugada de finde en la Calle Edisson de Salamanca, hace ya 18 años, lugar donde yo estudiaba. Estaba regresando de marcha un poco pedo, lo admito, y ahí nos encontramos. Como si fuera mi colega de parranda, le miré fijamente y dije: ¿te hace la última? Accedió y subimos juntos en el ascensor, hasta el día de hoy. Aquella noche no dormimos en la misma habitación ni recuerdo haberle tocado. 


Las buenas cosas emergen

Lupo no tiene raza ni "marca", como suelo decir vacilando. A veces, también digo que es un "streeter ", palabra spanglish que me inventé para "callejero". Pero lo importante es que fueron pasando los meses y nos adaptamos el uno al otro. La distancia física o perímetro de seguridad de Lupo fue descendiendo y en pocos días ya dormía conmigo, junto a mi cama. La estrategia me ha servido para gatos, perros y caballos. Os aseguro que funciona con casi cualquier ser vivo. Dejad que ellos se acerquen porque "los humanos desconocidos abrazatodo" son amenazadores y les asustan. Todo llega con el tiempo y emerge de forma natural sin compartís tiempo de calidad, como ocurre en la amistad o en el cortejo. Se crean escenarios donde eso sea posible que surja pero no se pide directamente jamás. Además, cada animal tiene su personalidad y no tiene que gustarle lo mismo que a ti, lo que nos conduce a la aceptar la diversidad.


La importancia del contacto físico.

Cuando descansa, Lupo suele echarse sobre mí, con alguna parte de su cuerpo en contacto con el mío. También durante los meses que me dediqué a escribir el libro "Yo, mono", recuerdo su afilada cabeza posada sobre uno de mis pies. No era muy cómodo para mí pero, como os he dicho, en esto de los animales soy débil y me hacía  feliz sentir que estaba a mi lado durante todo ese los meses trabajo. Incluso de acampada con los amigos en los valles pasiegos no fue capaz de quedarse fuera. Teníamos que hacerle hueco, y os chivo que es de esos que te roban la almohada y roncan. 


Este patrón de búsqueda del contacto físico cumple varias funciones sociales. Por un lado es un un indicador del estado de la relación y la confianza entre ambos. Un perro o gato que tenga miedo de su dueño jamás busca su consuelo o seguridad, como tampoco un niño o niña lo hacen con sus padres si han sentido que no pueden confiar en ellos.

Cuando el que ofrece resistencia es el humano porque no ha tenido contacto con perros o porque les tiene miedo, ellos son grandes expertos en esto de la diplomacia del tacto y el contacto físico.  Si están alegres, rompen tus barreras invitándote a jugar, llamando tu atención o posando una pata sobre el humano arisco. La mayoría de personas no pueden resistirse y acaban sonriendo. El efecto es milagroso. 


Concepto de la amistad

Otra de las cosas que me tiene fascinado de algunos mamíferos es su concepto de la amistad y el significado de ser aliado. Nuestra especie es de las más cooperadoras del planeta pero a veces nos olvidamos y ahí están los perros para recordarnos lo que significa ser amigo. Los perros, cuando estás triste se acercan y consuelan como han demostrado varios estudios científicos. También los chimpancés y otros grandes simios lo hacen entre ellos. Algunas especies, como por ejemplo perros y delfines, traspasan la barrera de su especie y salvan a humanos.


Personalmente, la importancia de esta lealtad en forma de ayuda la aprendí una mañana de octubre en el que unos jóvenes borrachos me intentaron intimidar mientras estaba aparcado en un polígono a las afueras de Santander. De repente, me amenazaron con un cuchillo desde su coche y solo se me ocurrió hacerle una foto, con lo que el pardillo se encabronó más. Salió del coche, se acercó a mi ventanillas y entonces Lupo saltó a por él desde el asiento de copiloto. Tuve que pararle porque se hubiera tirado a su cuello y al final íbamos a acabar los dos en el calabozo. Los muy tontos no habían visto que tenía guardaespaldas. 


La importancia de los encuentros

A la gente le encanta cuando regresa a casa y su mascota se vuelvo loco de alegría. Los perros saltan y te lamen, mientas que los gatos se enroscan entre tus pies. Ambos son magníficos. En mi caso, las mejores bienvenidas era las de Tara, quien murió con 25 años de edad, a tan solo dos del record Guinnes. Tara, a diferencia de Lupo, a quien encontré ya con un año de edad, nació debajo de mi cama. Ella no era tan carismática como Lupo pero sí mucho más sabia y me conocía mejor. 


Tara captaba mis estados de ánimo rápidamente. Recuerdo escondernos debajo de la cama en malos momentos. Esta conexión con la familia también se detectaba en los rituales de bienvenida a los que nos tenía acostumbrados. Tara era una perra de aguas mestiza, y como ya sabéis, estos perros son saltamontes en versión canina. Le encantaba alcanzar tu cara de un solo salto y fregarte a lametazos. Tras tantos años, entre otras cosas, nos enseñó la importancia y lo felices que nos hacen las bienvenidas, las fiestas y las celebraciones a los humanos. Son rituales de actualización y recuerdo de lo que nos une a todos. 


El autocontrol es fundamental para la vida en grupo

Como os he dicho, Lupo ya era adulto cuando nos hicimos pareja de hecho. Por su aspecto tipo oso de peluche, la gente da por hecho que es un perro tierno y sensible. Pues nada que ver. Para empezar, según se animaba el juego, se notaba que carecía de experiencia temprana con otros perros. Probablemente fue destetado antes de tiempo y no aprendió a relacionarse con otros, algo que se adquiere con tus hermanos y en algunos casos otros perros. Pero lo de mi aliado perruno no es maldad, simplemente no sabe los códigos y límites de otros animales, humanos incluidos. Esto se traducía en mordiscos en los tobillos y un juego agresivo que no gustaba ni a perros ni humanos. No se controlaba.  La consecuencia es que ningún perro del barrio quiere jugar con él porque no sabe lo que es el fair play o juego limpio, algo fundamental para el aprendizaje y supervivencia de los mamíferos sociales como ha demostrado el etólogo Marc Bekoff. No puedes vivir en grupo si no  adaptas  tu comportamiento. Esto es aplicable tanto a lobos, como a perros o personas.


Disfrutar el presente

A Lupo se le pasan rápido los malos rollos y me recuerda lo importante de estar aquí y ahora. En la calle se transforma y no aparenta la edad que tiene. Se cae, tropieza una y otra vez pero no le importa y continua. El ser humano, para bien y para mal, no puede evitar viajar al presente y el futuro con la mente. Fue uno de los grandes logros de nuestra evolución pero también una tortura si nos dejamos llevar por los pensamientos negativos.  Aprendamos de otros animales a desconectar, y si es con ellos, aún mejor.



Escrito por Pablo Herreros en El Mundo