miércoles, 30 de septiembre de 2020

PHOTO ARK, RETRATOS DE ANIMALES EN PELIGRO 2ª PARTE

Lemur Negro Rojo

Durante muchos años el fotógrafo de National Geographic Joel Sartore trabajó lejos de casa, documentando la asombrosa fauna salvaje del Parque Nacional de Madidi, en Bolivia, escalando los tres picos más altos de Gran Bretaña o acercándose más de lo debido a los grizzlies de Alaska. Mientras tanto, su esposa, Kathy, se quedaba en Lincoln, Nebraska, al cuidado de los hijos.

Langur de Delacour

Pero en 2005, en la víspera de Acción de Gracias, a Kathy le diagnosticaron un cáncer de mama. La enfermedad trajo consigo siete meses de quimioterapia, seis semanas de radioterapia y dos intervenciones quirúrgicas. Así las cosas, Sartore no tuvo opción: con tres niños de 12, 9 y 2 años, no podía emprender los largos viajes que son la base de su profesión. Hablando ahora de aquellos momentos, recuerda: «Tuve un año para pensar». Y pensó en John James Audubon, el ornitólogo. «Pintó varias aves hoy extinguidas –dice Sartore, quien tiene en casa láminas de los dibujos que Audubon hizo de la cotorra de Carolina y del picamaderos picomarfil–. Vislumbró, ya en el siglo xix, que para algunas especies llegaba el fin.» Pensó en George Catlin, quien se dedicó a pintar a las tribus indias americanas «sabiendo que su modo de vida iba a sufrir profundos cambios» debido a la expansión territorial hacia el oeste. Pensó en Edward Curtis, quien «fotografió y filmó, con las primeras técnicas de audio y vídeo», culturas nativas amenazadas.

Rata Topo Lampiña

«Y luego pensé en mí mismo –dice–. Llevaba casi 20 años fotografiando la naturaleza y no había logrado hacer demasiada mella en la opinión pública.» Había tomado fotos que mostraban en una sola imagen las tribulaciones de una especie determinada –por ejemplo, un ratón viejo de campo de Alabama ante una promoción costera que amenazaba su hábitat–, pero se preguntaba si tendría más éxito adoptando un enfoque diferente, más simple. Con un retrato podría captar la morfología de un animal, sus rasgos, en mu­chos casos su mirada penetrante. ¿Serviría además para captar la atención del público?
Un día de verano de 2006 Sartore llamó a su amigo John Chapo, director ejecutivo del Zoo Infantil de Lincoln, para preguntarle si podría retratar algunos de sus animales. Aunque Kathy estuviese enferma, podía trabajar un poco cerca de casa, y el zoo estaba a un par de kilómetros. Chapo, algo escéptico, le contestó que adelante.
Al llegar, Sartore pidió dos cosas a Chapo y al conservador Randy Scheer: un fondo blanco y un animal capaz de posar inmóvil. «¿Qué tal una rata topo lampiña?», propuso Randy Scheer. Colocó al roedor calvo y dentón sobre una tabla de cortar de cocina y empezó a tomar fotos.

Mono Araña de Cabeza Parda

Puede parecer extraño que una criatura tan humilde pudiese servirle de inspiración para lo que acabaría convirtiéndose en la obra de su vida: fotografiar las especies cautivas y hacer que la gente se preocupe de su destino. Pero emprender una misión de alcance mundial a partir de un roedor minúsculo casa a la perfección con la filosofía de Sartore. «Lo que más me gusta es trabajar con bichos como este, a los que nadie presta la menor atención».

Se calcula que en el planeta existen entre dos y ocho millones de especies animales. Muchas de ellas (entre 1.600 y tres millones) podrían extinguirse antes de que acabe este siglo como consecuencia de la pérdida de hábitat, el cambio climático y el comercio de fauna salvaje. «La gente cree que sus nietos ya no verán algunos animales –dice Jenny Gray, directora ejecutiva de los Zoos Victoria de Australia–, cuando la realidad es que están desapareciendo ya.»

Puercoespín Norteamericano

Musaraña Elefante de Peters

Cocodrilo Filipino

Gato de las Arenas

Pitón Verde Arborícola

Orangután de Sumatra

 Cercopiteco de cola roja de Schmidt

Cercopiteco Diana

Macaco Cola de León

Langur de Cat Ba





Publicado en National Geographic