En 1943, el psicólogo estadounidense Abraham Maslow hacía pública la que probablemente es la pirámide más famosa del mundo después de las de Egipto: la pirámide de Maslow.
En ella se definían las necesidades humanas jerarquizadas y explicaba gran parte de la conducta humana, ya que el comportamiento de las personas está orientado a cubrir estas necesidades y determina también nuestras motivaciones y nuestro camino hacia la felicidad.
Pero ¿qué pasa con los perros? ¿Pueden definirse sus necesidades? ¿Podemos determinar qué les hace felices?
Partiendo de la pirámide de Maslow para humanos, la adiestradora Linda Michaels ha establecido una jerarquía de las necesidades de los perros; de la misma forma que el ser humano, el perro, según va cubriendo sus necesidades básicas, desarrolla otro tipo de necesidades más complejas.
Así una vez satisfechas las necesidades biológicas y emocionales, vemos que el perro demanda otro tipo de necesidades de carácter social, de aprendizaje o cognitivo.
La pirámide de L. Michaels es una herramienta diseñada para ayudar a todas aquellas personas que trabajamos o convivimos con perros. Es una guía visual para identificar necesidades no cubiertas porque, muchas veces, son el origen de los problemas de comportamiento en perros.
Si comparamos las necesidades humanas con las perrunas vemos que muchas de ellas son compartidas. Ambos necesitamos tener primero cubiertas las necesidades fisiológicas, de seguridad y sociales para demandar otras más complejas que implican la forma en que nos sentimos reconocidos y ‘autorrealizados’, que en el perro tiene que ver más con el entrenamiento y aprendizaje y en las personas con el reconocimiento y el éxito.
En definitiva, el objetivo es el mismo: cubrir necesidades y ser feliz; aunque muchos perros nos aventajan en este camino a la felicidad, ya que ellos no exigen tanto y disfrutan más.
Publicado en Barakaldo PetShop