Pequeños y recios, la mirada viva e inteligente, e inmisericordes con ratas y ratones. Los ratoneros bodegueros andaluces son el fruto de un curioso cruce: el de los perros fox terrier llevados desde Inglaterra a la comarca vitivinícola de Jerez hace más dos siglos y los canes que se usaban tradicionalmente en esa zona de Cádiz para combatir a los roedores.
El pasado 30 de septiembre, tras tanto tiempo de servicio para mantener libre de alimañas las bodegas de la zona, el Ayuntamiento de Jerez ha aprobado por unanimidad reconocer a esta raza andaluza como Bien Cultural Inmaterial.
"Es la única raza que se encuentra ligada íntimamente a la tradición de una ciudad en concreto, característica poco usual", reza la declaración institucional, que recoge La Voz de Cádiz. La declaración supone "una apuesta importante de toda la Corporación Municipal, que será todo un revulsivo para la puesta en valor de esta raza autóctona tan ligada a la ciudad y sus bodegas". "Y por tanto parte de nuestras señas de identidad", añade.
Este reconocimiento es pionero en España, apuntan desde la Real Sociedad Canina de España (RSCE). "Sí es habitual en otros países, como en Japón, que concede a sus razas autóctonas el carácter de 'tesoro nacional', pero aquí no ha ocurrido con ninguna de las 24 razas españolas", apunta José Miguel Doval, miembro del Comité de Dirección de la RSCE. El hecho de que la cría y el desarrollo del bodeguero andaluz estén tan vinculados a una zona específica de la geografía andaluza ha podido facilitar el reconocimiento del Ayuntamiento de Jerez. "Es un mecanismo que nos gustaría que se diese en más razas", señala Doval.
Benjamín Sánchez García, presidente del Club Español del Ratonero Bodeguero Andaluz (CERBA), detalla que la raza está reconocida en España desde el año 2000, pero para que lo esté también en todo el mundo es preciso que la RSCE presente una petición a la federación internacional que regula las razas para todo el mundo. Varios países sí la reconocen ya en sus ámbitos nacionales y gracias a eso permiten que los bodegueros concurran en sus certámenes.
La RSCE indica que para eso es preciso que CERBA presente bien pruebas documentales de que existen ocho líneas de sangre diferentes pero que mantienen las mismas características o, en su lugar, pruebas genéticas a individuos de diferentes líneas genealógicas que demuestren que existe una homogeneidad dentro de la raza. "Estamos pendientes de recibir una u otra por parte del Club de la Raza", apunta Doval, "para mandárselas a la federación". "Entre dos o tres años puede tardar" el reconocimiento, describe el portavoz, aunque no existen plazos precisos.
En el censo de Andalucía, la asociación CERBA ha constatado más de 50.200 ejemplares, sobre todo en las provincias de Cádiz, Huelva, Sevilla y Córdoba, aunque Sánchez García asegura que se encuentran "en cualquier parte"; le constan nacimientos de camadas en lugares tan distantes como Finlandia o Guatemala. En el libro de orígenes español, donde figuran animales de pedigrí reconocido, figuran unos 2.000, señala.
El ratonero andaluz dejó hace años su trabajo en las bodegas, en virtud de la legislación sanitaria que impedía que los animales estuvieran en las mismas instalaciones donde se produce el vino, aunque todavía es posible ver ejemplares en las cuadras de algunas de ellas. Como animal de compañía es muy deportivo, con un carácter alejado al fiero de los terrier de los que desciende.
"Es un animal que se trabaja en grupo y convive perfectamente con otros congéneres. Además, no necesita trabajo de peluquería porque tiene un pelo muy corto y duro, y, aunque mucha gente crea que son nerviosos, es perfecto para vivir en un apartamento: tiende a ser comodón y es un sibarita al que le encanta comer, y, al tiempo, son rústicos y pueden aguantar muy bien las condiciones del campo", describe Sánchez García.
Un ejemplar de esta raza suele valer unos 500 euros, un precio igual para machos y hembras, que García Sánchez da por seguro que aumente cuando la raza obtenga el reconocimiento internacional.
Publicado en El País