Al igual que el perro, el gato pertenece al orden de los carnívoros. De todas maneras, el comportamiento de ambos a la hora de comer es muy distinto. Además, el gato es un carnívoro estricto, característica que lo distingue de su compañero canino.
Carnívoro por naturaleza
El gato doméstico tiene unos requerimientos proteicos más altos que la mayoría de mamíferos, incluyendo el perro. Concretamente, el gato requiere aproximadamente 1.6 veces más proteína que el perro en su dieta.
La proteína es muy importante en el caso de los gatos porque estos felinos utilizan una parte de los aminoácidos de la dieta como fuente de energía. Los aminoácidos más frecuentes y de mayor interés son aquellos que se adquieren de la proteína animal.
El caso de los perros es distinto. Aunque también se consideran carnívoros, sus requerimientos proteicos no son tan estrictos.
¿Nada de origen vegetal?
Los gatos salvajes, así como los gatos que viven en exteriores, ingieren frecuentemente materia vegetal. Muchas veces, incluso hierba. Los expertos sugieren que este comportamiento puede tener varias funciones: control de parásitos intestinales, aporte de minerales y vitaminas, etc. En todo caso, es importante recordar que la ingesta de alimentos de origen vegetal es un comportamiento normal y beneficioso para los gatos y que, en condiciones naturales, los gatos consumen materia vegetal presente en el estómago de las presas que cazan (pequeños ratones o topillos, por ejemplo).
El gato tiene una capacidad masticatoria inferior a la del perro, y esto hace que la textura del alimento condicione el gusto del gato por un tipo u otro de comida.
Los gatos tienen un paladar muy exquisito pero no es sólo el sabor del alimento lo que hace que a nuestro felino le apetezca lo que le ponemos en su plato de comida.
Los gatos domésticos comen pequeñas cantidades de alimento varias veces al día. Concretamente, entre 10 y 20 veces.
Es interesante tener en cuenta que las pequeñas presas como por ejemplo roedores suponen un porcentaje muy importante de la dieta natural de los gatos salvajes y el contenido calórico de un ratón o de un topillo equivale a unas 30 kcal, es decir, el 8% del total de las necesidades energéticas de un gato de tamaño medio. Esto quiere decir que, a lo largo del día, un gato adulto debería ingerir entre 10 y 15 roedores.
El patrón de alimentación del gato doméstico refleja, de alguna manera, el de sus antecesores salvajes.
La neofobia alimentaria o el rechazo a alimentos desconocidos es muchísimo más marcada en el gato que en el perro.
Además, en un ambiente desconocido, los gatos todavía muestran una neofobia más acentuada. Por eso es frecuente oír casos de gatos hospitalizados que no quieren ingerir nada de lo que se les ofrece.
Como hemos visto, tanto la forma de comer de gatos y perros como los requerimientos nutricionales de una y otra especie son distintos. Por eso, como propietarios, es necesario escoger una alimentación adecuada y equilibrada que tenga en cuenta las necesidades no sólo de la especie animal con la que convivimos sino también sus características particulares e individuales. Así, un gato joven necesitará un alimento distinto al de un gato adulto u otro con sobrepeso, por ejemplo.
Una alimentación equilibrada y de calidad es el primer paso para mantener la salud de nuestro gato.