Según diversos estudios, los gatos son animales muy eficaces para determinadas terapias, en especial las que se dedican a combatir la ansiedad, el estrés y los estados depresivos.
En otras ocasiones hemos hablado de los beneficios de convivir con un gato, pero los principios de la gatoterapia van más allá.
En otras ocasiones hemos hablado de los beneficios de convivir con un gato, pero los principios de la gatoterapia van más allá.
Gatoterapia, terapia con gatos
Aunque las terapias asistidas con mascotas suelen realizarse con perros, la gatoterapia, a pesar de estar menos extendida, también utiliza la compañía de estos felinos en beneficio de nuestra salud física y psicológica. Es un tipo de terapia complementaria que crece y cada día cuenta con más partidarios.
Si la persona tiene alergia o miedo a los perros, los gatos constituyen una excelente opción para la terapia asistida con animales, que pueda contribuir a un tratamiento multidisciplinar.
No todos los gatos servirán para este cometido, solo aquellos que tengan un carácter más tranquilo y que no sean agresivos, que busquen la atención humana, los que disfruten con las caricias, no se asusten por los ruidos y tengan mejor adaptación. Por supuesto, estos gatos de terapia deben cumplir todos los requisitos sanitarios, vacunaciones y desparasitaciones verificados por un profesional veterinario.
De acuerdo con el biólogo conductual Dennis Turner, director de Instituto de Etología Aplicada y Psicología Animal de Zurich (Suiza), los gatos son capaces de establecer vínculos tan estrechos como los perros y de prestar un apoyo emocional para las personas. La investigación de Turner y su departamento se centra en comprender el comportamiento de las mascotas y los mecanismos que explican sus relaciones con los seres humanos.
En origen, los gatos son solitarios e independientes. Sin embargo, a pesar de su fama de egoístas, ariscos y esquivos, este científico suizo-estadounidense asegura que los gatos que han sido socializados desde pequeños con humanos establecen relaciones auténticas con sus propietarios y los echan de menos cuando no están (aunque no lo demuestren).
En 2008 el Instituto Stroke de la Universidad de Minnesota publicó un estudio que demuestra que las personas que han elegido un gato como animal de compañía ven reducido el riesgo de morir por un ataque al corazón en un 30%. El estudio monitorizó a 4.500 personas durante diez años.
Otro estudio desarrollado por la Nursing Research corroboró que los dueños de gatos tienen menos probabilidades de fallecer como víctimas de un infarto. Sin embargo, estas conclusiones no se corresponden en el caso de la convivencia con perros.
No obstante, otra investigación de la American Heart Asociation del año 2005 indica que el contacto con perros sí ayuda a mejorar la función cardiaca y pulmonar. Según Kathie Cole, una de las responsables del estudio, cualquier animal que una persona perciba como significativo de forma positiva tendrá beneficios para su salud.
¿Y qué decir de los famosos vídeos de gatitos con los que nos inundan a través de las redes sociales y mensajería instantánea? Quizá no somos conscientes, pero no parece casualidad que circulen con tanta fluidez y aceptación. Otro estudio, en este caso de la Universidad de Indiana Bloomington, en el que participaron más de 7.000 personas, determinó que ver esta clase de vídeos incrementa las emociones positivas y la energía, y ayuda a desterrar las negativas.
Los beneficios de la gatoterapia
Los beneficios concretos de la gatoterapia abarcan distintos problemas y trastornos, que el contacto con los gatos en un contexto terapéutico, dirigido por un técnico en este tipo de terapias, puede ayudar a paliar o solucionar.
Gatos contra el estrés
Acariciar un gato puede ser un ejercicio relajante, que sirva como atenuante de determinados trastornos depresivos. Los gatos son animales que gustan de estar en el regazo de sus dueños, que disfrutan de las caricias, y estas reducen los niveles de estrés, los valores de la tensión arterial y las pulsaciones.
Por otro lado, está su adorable ronroneo, una característica propia de los gatos de la que ya os hablamos en este artículo. Otros estudios aseguran que causa un efecto beneficioso en el estado de ánimo humano, haciéndole partícipe de una liberación de endorfinas que ayuda a la relajación y elimina el estrés. Por eso se utiliza también en la terapia.
Acariciar un gato puede ser un ejercicio relajante, que sirva como atenuante de determinados trastornos depresivos. Los gatos son animales que gustan de estar en el regazo de sus dueños, que disfrutan de las caricias, y estas reducen los niveles de estrés, los valores de la tensión arterial y las pulsaciones.
Por otro lado, está su adorable ronroneo, una característica propia de los gatos de la que ya os hablamos en este artículo. Otros estudios aseguran que causa un efecto beneficioso en el estado de ánimo humano, haciéndole partícipe de una liberación de endorfinas que ayuda a la relajación y elimina el estrés. Por eso se utiliza también en la terapia.
Recuperación de accidentes cardiovasculares
La gatoterapia es útil en la recuperación de este tipo de accidentes, ya que pueden contribuir a reducir la tensión arterial. Se calcula que el riesgo de padecer este tipo de enfermedades disminuye en un 11% si tu mascota es un gato.
Los investigadores Friedmann y Thomas descubrieron en 1995 que las personas aquejadas de cardiopatías mejoraban mejor y más rápido si convivían con un gato.
Gatoterapia con niños
En otros artículos hemos hablado de las terapia asistidas con animales para niños. La relación con un gato en contexto terapéutico es beneficiosa en problemas de autismo, discapacidades, problemas logopédicos de lenguaje, habla o audición; trastornos de déficit de atención (TDAH), trastornos de conducta; también con pacientes infantiles de hospitalizaciones prolongadas…
Gatoterapia para la tercera edad
Los gatos también son muy útiles en terapias con personas mayores en residencias geriátricas, incluso en terapias contra el Alzheímer.
En esta terapia concreta para la tercera edad, el papel del gato puede ser de mayor utilidad incluso que el de un perro, ya que su cuidado no requiere tanto esfuerzo. Por ejemplo, si la persona tiene problemas para salir a pasear, al gato le bastará con un rato de juego al día. Sin embargo, el felino ayuda a la persona a sentirse activa y útil, y a crear el necesario lazo emocional, ya que habrá de jugar con él, encargarse de sus necesidades básicas de alimentación e higiene, cepillarlo, etc.
Además, tener un animal puede resultar clave para combatir la soledad, un problema habitual a estas edades.
Publicado en Hospital Veterinario Cruz Cubierta