De los animales de compañía, los gatos son, probablemente, los más peculiares en cuanto a cómo estrechan el vínculo con las personas. Tienen fama de ser independientes, solitarios, de ir a su bola y de creerse seres superiores a los humanos (tal y como los retratan muchas veces en dibujos animados). Sin embargo, nuestros mininos también son fieles compañeros que adoran los mimitos y las caricias.
Quizás lo que diferencie a los gatos de los perros (el otro animal de compañía más abundante en los hogares españoles) sea que no somos nosotros quienes decidimos cuándo ir a darle amor, sino que es el felino quién nos da el permiso y nos manda las señales adecuadas para que entendamos que es su momento de cariñitos.
Quizás lo que diferencie a los gatos de los perros (el otro animal de compañía más abundante en los hogares españoles) sea que no somos nosotros quienes decidimos cuándo ir a darle amor, sino que es el felino quién nos da el permiso y nos manda las señales adecuadas para que entendamos que es su momento de cariñitos.
Pero... ¿Verdad que alguna vez os ha pasado que estáis acariciando a vuestro peludo y de repente os suelta un mordisco o se da la vuelta rápidamente y se marcha? Quizás nos hemos dejado llevar por su suave pelaje y hayamos terminado por acariciarle donde no deberíamos.
Los gatos tienen también sus preferencias en cuanto a qué zonas de su cuerpo podemos tocar y cuáles no. Obviamente, cada individuo es diferente pero, por regla general, hay algunas zonas que prácticamente todos los gatos querrán que les acaricies y otras que estarán completamente prohibidas. ¿Sabes dónde debes tocarles y dónde no?
Qué partes del cuerpo podemos acariciar de nuestros gatos
Ana Anglada, experta en medicina felina e integrante de la plataforma EliteVeterinaria.org explica que a la hora de acariciarles, a los gatos les gustan las zonas que ellos mismos utilizan para saludarse e interactuar entre sí. "La zona lateral de la cara, el lateral del cuerpo y la cola", comenta.
"Lo que ellos hacen se llama en inglés allo-rubbing y tail-wrapping, que es algo así como restregarse entre ellos tanto desde la cara, como el flanco y la cola", detalla la experta. "Es la forma de mantener un contacto estrecho y de cohesionar el grupo a través de este contacto, incluyendo las feromonas".
Al final, cuando pensamos en cómo tratar a un gato, "lo que tenemos que pensar es en cómo es el comportamiento natural del mismo en la naturaleza y así poder asemejarnos al máximo a ello", asegura Anglada.
De esta forma, no debemos dudar en, cuando nuestro pequeño felino viene a pedirnos mimos, acariciarles la cabeza (tanto por delante como por detrás de las orejas) y el lomo (hasta más o menos poco más de la mitad del cuerpo de nuestro gato).
No obstante, el tema de la cola es peliagudo, ya que, aunque ellos la utilizan para "enroscarse", si queremos tocársela deberíamos hacerlo de la misma forma. "Como si utilizásemos los dedos como si fueran otra cola y no hacerlo de forma insistente", recomienda la experta en medicina felina.
Además, hay algunas partes del cuerpo, como la base del lomo (donde empieza la cola) que hay gatos a los que les gusta y gatos a los que no. "Si que es verdad que hay a algunos que rascándoles esa zona pueden levantar la parte posterior, pero hay muchos en los que esta zona es especialmente sensible pudiendo tener dolor", advierte la veterinaria.
"Si no estamos atentos, si no les gusta podrán demostrárnoslo mordiéndonos y, no quiere decir que no nos estén avisando, si no que nosotros no hemos sabido detectar las señales", concluye Anglada.
Otras zonas que nuestros gatos, por norma general, no dejarán que les toquemos son las patas (tanto delanteras como traseras), la zona por debajo de la cola (donde se encuentran los genitales y el ano), ni la tripa, aunque ésta última hay gatos que sí parecen disfrutar con unos suaves rascados.