Los perros en Mesoamérica
Los mayas tenían una relación con los perros similar a la de los chinos. Los perros eran criados en jaulas como fuente de alimento, como guardianes y mascotas, para la caza, y también estaban asociados con las deidades. Como los perros eran vistos como buenos nadadores, se creía que ellos conducían a las almas de los muertos a través de la extensión de agua que había que cruzarse para llegar al inframundo, conocido como Xibalba. Una vez que el alma llegaba al oscuro paraje, el perro servía como guía para ayudar a los muertos a través de los retos presentados por los Señores del Xibalba y alcanzar el paraíso.
En Historia natural de Nueva España el doctor Francisco Hernández y Fray Bernardino de Sahagún en el Códice Florentino, aparecen descripciones de los tipos de perro, en ambos casos en español y náhuatl. A) Chichi iztcuintli. Códice Florentino, lib., XI, f. 16v. B) Xoloitzcuintli. Códice Florentino, lib., XI, f. 17r. C) Tlalchichi. Códice Florentino, lib., XI, f. 17v. D) Tehui. Códice Florentino, lib., XI, f. 17r.
Lo anterior se ha inferido de las excavaciones hechas en la región, las cuales han revelado sepulturas en las que se encontraron perros enterrados junto a sus amos, al igual que por inscripciones en los muros de algunos templos. Inscripciones similares en los códices mayas que sobreviven, describen al perro como el portador del fuego para los humanos y, en el libro sagrado maya quiché, el Popol Vuh, los perros son fundamentales en la destrucción de la raza de humanos desagradecidos e ignorantes que los dioses crearon inicialmente, y de cuya creación se arrepintieron después.
Cría y comercio de perros en la antigua civilización maya. Los perros que vivían en la ciudad antigua de Ceibal se parecen a los que se representan en la cerámica de Colima, México.
Efigie roja de un perro. Hecho en Colima, México. Cultura azteca. 100 a. C.-300 d. C. Colección del Museo de Arte Walters.
Los aztecas y tarascos compartían esa visión del perro, incluyendo la del perro como guía para los muertos hacia el más allá. Los aztecas también tenían una historia en su mitología que habla de la destrucción de una primera raza de humanos en la que también figuran perros. En esta historia, los dioses hunden al mundo en una gran inundación, pero un hombre y una mujer logran sobrevivir aferrándose a un tronco. Cuando finalmente el agua decrece, suben a tierras secas y hacen una fogata para calentarse. El humo de esa hoguera molesta al gran dios Tezcatlipoca, quien arranca sus cabezas y luego las une a su trasero, creando así a los perros.
De acuerdo con este mito, los perros preceden a la actual raza humana, por lo que debían ser tratados con el respeto que se debe tener para los mayores. Los aztecas también enterraban perros con sus muertos, y su dios de la muerte, Xolotl, era imaginado como un enorme perro.
Xolotl
Los tarascos, como los aztecas y los mayas, tenían perros como mascotas, como cazadores y como alimento, y también los vinculaban con los dioses y el más allá. Las almas de aquellos que morían sin un debido entierro, como quienes se ahogaban, o morían en una batalla, o perecían solos en una cacería, eran encontrados por perros espíritu que procuraban su paso seguro al más allá.
Vasija maya con la pintura de un perro
En estas tres culturas -como, en efecto, en todas las mencionadas anteriormente-, la creencia en los fantasmas era muy real. Un fantasma no sólo podía causar problemas en la vida diaria de una persona, sino que también podía causar daño físico e incluso la muerte. La historia tarasca sobre los perros espíritu aliviaba el temor de que, si uno no era enterrado debidamente por un ser querido, el fantasma del muerto regresaría a atormentar a los vivos. La gente no debía temer, puesto que el perro solucionaría ese problema.
Perros celtas y escandinavos
El perro también era asociado con el más allá, la protección y la sanación en las culturas celta y escandinava. La diosa celta-germánica de la sanación y la prosperidad, Nehalennia, frecuentemente es representada en compañía de un perro, y los perros mismos eran considerados semi-divinos (la diosa celta Turrean fue transformada en el primer lobero irlandés por la celosa reina de las hadas). Al igual que en otras culturas, el perro era asociado con la protección después de la muerte y visto como una presencia guiadora.
Garm
Esto también fue cierto para la cultura escandinava, en la cual se creía que el perro Garm cuidaba el más allá, llamado Hel, manteniendo las almas de los muertos dentro y la de los vivos fuera. Los perros también eran asociados con la divinidad mediante la diosa Frigg, consorte de Odín, quien frecuentemente es representada en un carruaje tirado por perros. Estas mascotas eran a menudo sepultados junto a sus amos como guías y protectores en el más allá, y se creía que después de la muerte tendrían un festín al pie de sus amos guerreros en el gran salón de Valhalla. En las excavaciones de entierros nórdicos se han encontrado más restos de perros en que en las de cualquier otra cultura.
La diosa Frigg
Conclusión
En la Antigua India, Mesopotamia, China, Mesoamérica y Egipto, la gente tenía vínculos profundos con sus perros y, como hemos visto, esto también era común en la Antigua Grecia y Roma. Los antiguos Griegos pensaban que los perros eran genios, que eran “poseedores de un cierto espíritu elevado”. Platón se refería a los perros como “amantes del aprendizaje” y como “una bestia merecedora de fascinación”. El filósofo Diógenes de Sinope amaba la simplicidad de la vida de un perro, y animaba a los humanos a imitarla.
Nota del autor: Este artículo está dedicado a la perra Sophia, mi propia filósofa verdadera.
Nota de la traductora: Esta traducción está dedicada a la perra Martina, la compañera de mi alma.