sábado, 14 de junio de 2025

BABIECA, EL CABALLO DEL CID CAMPEADOR


Los héroes de la historia siempre han estado ligados a sus grandes gestas en el campo de batalla. Además, estos guerreros han aparecido en la historiografía asociados a diferentes elementos característicos como podría ser su imagen, sus espadas o las monturas y caballos que utilizaban en sus batallas. Uno de los casos más conocidos de España es el del caballo Babieca, el honorable corcel que utilizó El Cid para forjar su leyenda de guerrero castellano durante la época en la que vivió.
Babieca fue la yegua que, según las fuentes literarias, se asocia a la figura de Rodrigo Díaz de Vivar y que aparecía recurrentemente en textos como el ‘Cantar del mío Cid’ o en escritos posteriores asociado siempre a la historia de El Campeador.


Babieca era una yegua norteafricana (otras fuentes afirman que era de raza andaluza) que fue comprada por mil dinares. Se cuenta que era veloz y que contaba con cierta agilidad fuera de lo común, y pocas veces asociados a caballos de guerra que normalmente solían ser robustos, pesados y lentos.
En el Cantar de Babieca se le presenta asociado a El Cid durante la toma de Valencia cuando el héroe castellano recibe a su mujer e hijos, siendo un trofeo de guerra atribuido a su victoria en las taifas de Sevilla.


Se dice que su nombre fue tomado por analogía con el caballo de Guillermo de Orange, Baucan, ya que significaba ‘necio’ y ‘tonto’, lo mismo que significa Babieca.
Sobre dónde podría estar enterrado el caballo de El Cid, según la tradición estaría enterrado en algún lugar del Monasterio de San Pedro, a diez kilómetros de la ciudad de Burgos.
Según la ‘Leyenda de Cardeña’, otro conjunto de materiales narrativos referentes a El Cid que fueron elaborados por los monjes del Monasterio de San Pedo de Cardeña en el siglo XIII, la esposa del guerrero castellano, Jimena montó el cadáver de El Cid durante un tiempo sobre Babieca para hacer creer a sus enemigos que Rodrigo seguía vivo.


Poco después dejó de ser montada y moriría a la inusual edad para un corcel de guerra, de 40 años, dos años después de que nadie la montara de nuevo. Según esta tradición, fue enterrado en algún lugar del monasterio de San Pedro de Cardeña, a diez kilómetros de Burgos, en el término municipal de Castrillo del Val y junto a las localidades de Cardeñajimeno y Carcedo.


En la explanada situada frente a la fachada principal, en la que aparece una imagen ecuestre del Cid Campeador, hay una estatua del Sagrado Corazón, y a la izquierda, un monolito con leyenda alusiva al caballo Babieca. Coincide con el lugar donde, según la tradición, fue sepultado el fiel animal, aunque las excavaciones arqueológicas financiadas por el Duque de Alba en el año 1949 no obtuvieron resultados.