jueves, 21 de mayo de 2015

DEMENCIA SENIL EN EL PERRO




 Introducción

Los perros de edad avanzada (más de 7 años) con un desgaste del sistema nervioso central presentan un conjunto de síntomas como desorientación, confusión, falta de memoria, cambios de personalidad, trastornos del sueño, así como alteraciones en el comportamiento social, exploratorio y eliminativo.Todos ellos conforman el denominado Síndrome de Disfunción Cognitiva o Demencia Senil.

Los estados demenciales, son un conjunto de trastornos de naturaleza orgánica que se caracterizan por una disminución de las funciones intelectuales, que producen una desintegración de las conductas sociales e individuales del paciente y que frecuentemente presentan un curso progresivo y crónico, pudiendo aparecer sintomatología motora o sensorial. Los cambios de conducta observados son muy frustrantes para el dueño, y en la mayoría de los casos el tratamiento médico es la única forma de reducir el impacto de estos problemas, aunque se trata de tratamientos paliativos que retrasan el avance de la enfermedad, ya que este síndrome no tiene cura. En un estudio sobre 26 propietarios de pacientes caninos seniles, las quejas más comunes sobre conducta se relacionaban con la destrucción, defecación o micción inapropiada, y una excesiva vocalización (Horwitz, 2005).

En este síndrome, uno de los grandes problemas es el mal funcionamiento del proceso de la memoria, aunque existen otros componentes en la función cognitiva igualmente importantes como la percepción y atención. De aquí que durante las sesiones de terapia sea muy importante utilizar unas buenas dosis de motivación para mejorar las capacidades de percepción en el animal, fuera de ambientes que puedan estresar al perro.


El envejecimiento no es un trastorno del comportamiento, pero los cambios producidos durante el proceso provocan una reducción progresiva en la capacidad del animal para adaptarse al ambiente que le rodea. Esta situación conlleva un mayor nivel de estrés que desencadena un estado de ansiedad. La ansiedad constituye un factor de riesgo por la vulnerabilidad que implica para el individuo, al centrar toda su atención en el estado interno de padecimiento, lo que genera un estado de confusión que interfiere con la realización de tareas importantes. Esta dificultad para controlar la atención podría explicar la incapacidad para centrarse en tareas concretas por un lado, y por otro los problemas de pérdida de memoria. La aparición de ansiedad por separación en perros ancianos puede estar causada por la pérdida de memoria en el establecimiento de las rutinas previas, un fallo en el paciente para el reconocimiento de sus alrededores en ausencia de los miembros familiares, desorientación espacial o pérdida de los comportamientos desinhibitorios.

Otra patología que puede estar asociada con la Disfunción Cognitiva es la depresión, la cual puede aparecer en pacientes con una demencia senil ya establecida o puede ser confundida con demencia al aparecer acompañada de dificultades cognitivas y también puede ser considerada como un factor de riesgo o antecedente de demencia (Ibáñez y Morillas, 2003).

Los propietarios de animales mayores suelen considerar como normales algunos cambios de conducta que manifiestan sus mascotas. Sin embargo, un gran porcentaje de estos animales que presentan sintomatología senil en la consulta diaria son confirmados como pacientes con Síndrome de Disfunción Cognitiva. Igualmente, se detectan problemas seniles en animales de más de 7 años, aparentemente asintomáticos, cuando se someten a exámenes rutinarios en las clínicas veterinarias.
También podemos encontrar una base neurológica en este problema, como hidrocefalia, lesiones cerebrales de los lóbulos frontal y temporal, hematomas subdurales o meningitis crónicas. Como ya se ha mencionado, quedan descartadas estas patologías de origen orgánico por las pruebas realizadas por el veterinario remitente.


Tratamiento

El tratamiento debe dirigirse a minimizar los signos clínicos asociados con la demencia y frenar la progresión de la pérdida de cognición, así como la intervención sobre el entorno, la modificación de la conducta y la terapia medicamentosa.

El cliente debe comprender el papel que desempeña la pérdida cognitiva en la manifestación de los signos clínicos del paciente. Al desarrollar un plan para la modificación de conducta, el clínico debería enfatizar sobre los aspectos de aprendizaje y memoria del paciente, y ello puede requerir del cliente una reeducación y un reforzamiento de las conductas previamente aprendidas por el animal.
Enriquecimiento ambiental y modificación de conducta
Las modificaciones del entorno deben ser especialmente consideradas debido a que el paciente tiene limitadas sus capacidades de respuesta. Sería beneficioso procurar un enriquecimiento ambiental por estimulación de las vías auditiva, táctil, oral y olfativa, así como una mejora de las actividades cinéticas. Como ejemplo podríamos citar el efecto calmante que tiene la música sobre los estados de agitación para mejorar los niveles de confort. En este tipo de pacientes se ha demostrado que proporcionar un ejercicio físico apropiado en intensidad y duración facilita la socialización, y con ello se mejoran las relaciones con el propietario.

Terapia farmacológica

El uso de medicamentos como los psicotropos ha demostrado ser muy eficaces en los problemas de comportamiento asociados con la disfunción cognitiva. El tratamiento farmacológico debe orientarse a paliar, por un lado los problemas de comportamiento asociados, y por otro los desórdenes cognitivos.


Artículo escrito por Miguel Ibáñez Talegón, Bernadette Anzola Delgado y Carolina Valverde del Valle, de la Clínica del Comportamiento Animal de la Universidad Complutense de Madrid.