miércoles, 20 de mayo de 2015

TENER UN COCKER




Si en sus orígenes nuestro pequeño amigo fue un intrépido cazador, capaz de zambullirse en los más espesos matorrales, en nuestros días ha pasado a ser un morador mas de nuestros domicilios y a compartir estrechamente su vida con las nuestras. Y esto no es debido a modas pasajeras, aunque las ha sufrido, y de hecho todavía las esta pagando, sino a su encanto natural que le hace ser una de las razas más resultonas que la mano del hombre ha seleccionado. Tiene un tamaño ideal, tanto para los que gustan de una vida casera, como para los mas “marchosos”. Es pequeño, si, pero no es un perro faldero, su tamaño es el ideal para el coche, en cualquier sitio encuentra un buen lugar donde hacer el viaje, es deportivo, alegre, curioso, zalamero y picaron hasta limites insospechados. Y sobre todo bello. Su dulce expresión (¿cuántas veces se ha escrito esto?), su mirada y sobre todo, si esta bien cuidado, su sedoso pelaje hacen un deleite su contemplación. Estos atributos han hecho que el año pasado sea la cuarta raza en numero de inscripciones en el LOE y que ocupe un lugar de privilegio en el resto del mundo. No podía ser por casualidad.
Ahora bien, para poder disfrutar de un cocker en toda su plenitud hemos de exigirnos algunos minutos de dedicación para con él, minutos que si de verdad amamos a la raza se convertirán en minutos de disfrute mutuo.
Para empezar debemos de estar bien seguros de que realmente queremos un perro. Un perro es un ser vivo, no un juguete para regalar a nuestros hijos o algo con lo que deslumbrar al vecindario. Tener un perro es una balanza donde en un platillo colocamos las preocupaciones, los problemas a la hora de las vacaciones, las salidas nocturnas en pleno invierno, los pequeños desperfectos domésticos que nos va a ocasionar de cachorro, los gastos veterinarios etc., etc... Y en el otro platillo colocamos las grandes satisfacciones que nos va a proporcionar, el cariño y la devoción incondicional que nos va profesar, los buenos ratos que vamos a pasar juntos etc., etc... Si de verdad tienes afición seguro que el segundo platillo va a pesar mucho mas que el primero; entonces sí puedes tener un perro; si dudas o no lo tienes claro, mejor que busques otra cosa.



Por otro lado hemos de pensar que el cocker es un perro de pelo largo por lo que va a necesitar algunos minutos extras. Aparte de algún cepillado regular, al menos una vez a la semana; dependiendo de la cantidad de pelo de nuestro cocker deberemos pasar regularmente por un peluquero especializado. Y al llegar aquí podemos hacer dos cosas, llevar a nuestro cocker a un autentico especialista y tener a nuestro amigo como un jaspe o llevarle al primer peluquero que encontremos y acarrear con las consecuencias. Y digo esto porque, en general, llevar a nuestro cocker a la peluquería, si de verdad te preocupa su aspecto, es una autentica aventura, ya que lo más normal es que salga con el horrible esquilado tipo “mesa camilla” que tanto gusta a la mayoría (ojo, no a todos) de nuestros peluqueros de barrio. En defensa de los peluqueros diré que a la mayoría de los propietarios no les preocupa este aspecto y solo quieren tener al perro mas o menos arreglado sin preocuparse de más. Esta, de todos modos, es una opción valida ya que es preferible, desde mi punto de vista, llevar a tu cocker con un buen maquinillazo, pero con un aspecto limpio y arreglado que tenerlo lleno de nudos y rizos.
Tampoco estoy de acuerdo con los cockers totalmente esquilados, cosa que muchos propietarios hacen por la comodidad de ahorrarse el trabajo y el tiempo de su mantenimiento. Esto desvirtúa  a nuestro cocker y le hace perder una de sus características distintivas. Es como comprar un televisor en color y verlo en blanco y negro. Si queremos un cocker, pues tengamos un cocker con todas sus consecuencias
Sabiendo ya que el pelo de nuestro cocker va a necesitar algo mas de dedicación, ahora hemos de pensar donde lo compraremos. Lo ideal es que previamente nos hayamos familiarizado con la raza, hayamos asistido a alguna exposición, visitado algún criador, y en definitiva haber visto unos cuantos cocker para saber lo que queremos y como a de ser lo que nos van a vender. Al final lo más normal (y a mí me ha pasado) es que llegue a casa por un “amor a primera vista” procedente del escaparate de alguna pajarería o de alguna otra forma no premeditada. Una vez decidido donde vamos a adquirir nuestro cachorro, deberemos conocer a sus padres (los dos si es posible), visitar si podemos la camada con antelación para poder ir eligiendo nuestro preferido y, cuando llegue el día de llevarlo a casa, asegurarnos que el cachorro esta debidamente desparasitado y vacunado,  cosa que podremos comprobar en la cartilla sanitaria que se nos debe entregar junto con el cachorro, y sobre todo, si queremos un cachorro sano mentalmente, no comprar nunca un cachorro menor de dos meses, pues es este un tiempo que debe pasar con su madre y hermanos, y así, entre juegos aprender las normas básicas de conducta canina, que mas tarde serán imprescindibles para su buena relación con otros perros. Además un cachorro de dos meses ya debería de tener puesto el primer ciclo de vacunas con lo que nos aseguramos que afronte su nueva vida parcialmente inmunizado. Hay que aclarar que de nada nos sirve comprar un cachorro de tres meses que ha pasado dos en la vitrina de un escaparate.


Una vez en casa y cubierto el segundo ciclo de vacunas, nos aseguraremos que nuestro pequeño cocker disfrute de las mas variadas experiencias, y cuanto más gratificantes pues mucho mejor. Deberemos sacarlo a la calle, primero las más tranquilas y más adelante las mas transitadas, que se acostumbre al trafico, a los extraños y a ser acariciado por ellos, a montar en coche y a jugar con otros perros y si podemos también con otros animales. En este punto no debemos ser hiperprotectores y cogerlo en brazos cada vez que se acerca un perro grande, es muy difícil que un adulto ataque a un cachorro, solo actuaremos en los casos estrictamente necesarios. Al igual que las sensaciones gratificantes refuerzan la sociabilidad de nuestro cachorro y debemos fomentarlas, las desagradables debemos evitarlas para evitar traumas posteriores.

Si socializamos a nuestro cachorro correctamente, lo educamos con sentido común (el menos común de los sentidos), con una buena alimentación y unos cuidados básicos, disfrutaremos de nuestro cocker sano, guapo y equilibrado por muchos años. Y si te atrapa la dulce seducción de tu cocker, nadie podrá asegurarte que en poco tiempo no tengas otro. No serias el único, seguro.


Antonio Rieiro Garcia
NUNCAJAMAS afijo 7771