viernes, 22 de mayo de 2015

PROBLEMATICA DEL COCKER





Si un aficionado recién llegado a nuestro país diera, un paseo por las calles y parques de nuestras ciudades, la visión de la raza que obtendría podría ser aterradora. Para el aficionado autóctono conocedor de la raza no dejaría por lo menos de ser chocante. Efectivamente, mientras en nuestros rings de belleza se reúnen algunos de los mejores cockers de Europa y  nuestros criadores producen cachorros de una calidad capaz de competir en cualquier ring del mundo, en este hipotético paseo nos cruzaríamos, y estoy generalizando, con cockers atípicos, largos, hocicudos, sin pelo, hipernerviosos y con toda clase de desviaciones del estándar.
¿Por qué esta dicotomía? ¿Por qué mientras somos uno de los países continentales con mayor calidad en nuestros ejemplares, esta no se ve reflejada en nuestras calles, por donde pasean sin embargo auténticos anticocker?¿Por qué el cocker de exposición no tiene nada que ver con el cocker de la calle?
A mi entender la respuesta la encontraremos en varios factores que paso a analizar.
Antes de empezar quisiera aclarar que siempre ha habido buenos criadores, preocupados por elevar el nivel de la raza y no movidos por fines comerciales y que son los oportunistas, los que se suben al carro de la especulación y de la moda los que crían de forma desaprensiva e indiscriminada. Y vaya también por delante mi cariño hacia cualquier tipo de perro, mas o menos bonito o feo, con mas o menos pedigrí o sin el; pero si vamos a hablar de cockers, pues  hay que hablar de cockers.
La primera causa debemos buscarla en el boom que experimentó la raza hace unas décadas. La gran demanda existente hizo que los fines mercantilistas y cuantitativos  primaran sobre los cualitativos, bajando el listón de calidad hasta donde fuese con tal de producir “cockers”. Esto ha creado una base de cría “domestica” de ínfima calidad, de muy difícil control y que lejos de irse depurando se entrecruza consigo misma repitiendo y fijando los mismos defectos aumentados generación tras generación. Pocos son los propietarios que están dispuestos a pagar una monta o a desplazarse unos kms. en busca de un buen macho, esto hace que se críe con el perro del vecino sea como sea el animal. Y así nos van las cosas.
Creo que otro de los motivos es la falta de conocimiento exacto de la raza. Todo el mundo sabe lo que es un cocker, si, pero poca gente reconoce un buen cocker. Cualquier perro pequeño de rabo cortado y orejas caídas con algún que otro fleco es catalogado por la mayoría como un cocker. Esto hace que se compre cualquier cachorro de los anteriores como cocker y, es mas, que el propietario crea que posee uno de verdad. Peticiones de presuntos compradores o propietarios del tipo de “Quiero un cocker de pelo corto” o “Los que Ud. vende   ¿son de talla pequeña o grande? o “El mío es de tipo gigante”, o si paseas con uno de tus perros con una abundante capa te preguntan “Es cruce con americano ¿No?” o “¿Es un cocker o un spaniel?” son de lo mas frecuente y nos muestran la desorientación que hay sobre nuestra raza. Si a esto añadimos la invasión que estamos padeciendo de cockers procedentes del este de Europa, comprados casi al peso, en pésimas condiciones sanitarias y totalmente atípicos y que colocados en un escaparate son capaces de enamorar a cualquiera que no conozca la raza, pues como dice el refrán: Eramos pocos y parió la abuela.
Por otra parte, está la poca disposición del español medio a gastarse dinero en su mascota. Mas de quince o treinta mil ptas. son un derroche, y si el cachorro puede ser regalado, da igual su procedencia, pues mucho mejor. Otra de las respuestas que más se repiten cuando alguien se interesa por algún cachorro y le intentas explicar quien es el padre y quien es la madre es: “Mire, yo solo quiero un cocker corriente, de estar por casa porque no pienso llevarle a ningún sitio” o “Mire en tal sitio los anuncian a quince mil y también tienen papeles”. Luego ese perrito tiene que salir de casa a los seis meses porque es inaguantable y con los papeles siempre hay algún problema ajeno por lo cual no se han podido conseguir, o cuando se encuentra con alguno “de los de verdad” vienen las comparaciones: “Pues el mío no tiene tanto pelo” “Y la cabeza no se parece nada, es más hocicuda la del mío” “Que tranquilo es el suyo, ¿en casa es igual? Porque el nuestro no nos deja parar”. Hay que concienciarse de que lo barato, a la larga sale caro, y que a la hora de adquirir una mascota, esta debe de ser una decisión asumida y meditada por toda la familia y que merece invertir algo mas de dinero e intentar conseguir por lo menos lo mejor que se pueda. Vamos a hacer una compra para doce o quince años y que va a convivir en nuestra casa con nosotros y con nuestros hijos, así que lo dicho: no hay que escatimar.
Por otra parte la proliferacion de autenticas fabricas de cachorros, conocidas en el mundo anglosajon como pet farmers, donde se cria indiscriminadamente, sin ninguna nocion sobre la raza y donde lo que cuenta es el numero de cachorros, da igual su calidad, inunda nuestros parques de verdaderos pseudocockers.



Otro tema que me gustaría tratar es el del pedigrí. El que un perro tenga pedigrí, contra lo que se piensa, no asegura la calidad del perro. El pedigrí en si no es lo importante, sino quienes aparecen en este. Un pedigrí donde solo figuren Coco, Snoopy, Linda y Blaky no significa nada. Imaginemos por un momento que de dos camadas de padres aceptables que tengan pedigrí, vamos cruzando sucesivamente entre si los peores de cada camada. Llegara un momento en que aunque los cachorrillos tengan pedigrí no se parecerán en nada a un cocker. Esta claro que es una garantía de “pureza racial”, pero no de fidelidad al estándar.