• Según Seprona, en 2013 fueron abandonados 62 galgos; según PACMA, más de 50.000
• Los galgueros deben registrar a sus canes con un microchip 'totalmente manipulable'
• '¿Cómo puede tener 10 ó 15 galgos cada cazador?', se preguntan desde SOS Galgos
• En Andalucía está permitido entrenar a estos animales con un vehículo a motor
• España es el único país de la Unión Europea que aún permite la caza con galgos
Cazadores y animalistas discrepan sobre el trato que reciben estos perros
Sultán fue envenenado y tiroteado con una escopeta de balines. A Alma le arrancaron la tráquea y la torturaron hasta la extenuación. Irina fue arrastrada mientras la entrenaban con una moto. Lena, después de ser apaleada y atacada con un objeto punzante, apareció muerta en un saco dentro de un contenedor. A Suerte le realizaron un corte en el cuello para retirarle el microchip identificativo.
Éstos son algunos de los galgos que todos los años son maltratados, abandonados o, incluso, sacrificados. Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta cuántos de estos perros son vejados o asesinados por sus propietarios, los galgueros -en España, según la Federación Española de Galgos, hay aproximadamente 200.000-, tras la temporada de caza. La guerra de cifras entre los cazadores y las asociaciones defensoras de estos animales contribuye a la opacidad.
Según el Seprona, en 2013 62 galgos fueron abandonados; según PACMA, más de 50.000
Mientras que el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) mantiene que en 2013 fueron abandonados 62 galgos, ahorcado uno y apaleados siete -éste es el dato al que remiten las organizaciones de cazadores y galgueros-, las protectoras y asociaciones de animales hablan de más de 50.000 galgos que todos los años son desatendidos, resultan heridos por malos tratos o pierden la vida.
"Las cifras reales podrían ser incluso superiores a los 50.000", advierte Laura Duarte, portavoz del partido animalista PACMA. "El galgo tiene una vida útil, la que puede dedicar a la caza, muy corta. Después, muchos son abandonados", se lamenta Irene Blánquez, directora del documental Febrero, el miedo de los galgos, que recoge los puntos de vista enfrentados de los galgueros y de los defensores de los derechos de estos animales. Febrero es uno de los meses en los que se registran más sacrificios o abandonos de galgos porque es cuando se cierra la temporada cinegética.
Relación entre los robos y los abandonos
No obstante, los cazadores disienten de esas alarmantes cifras. "Los datos que nosotros manejamos son los únicos que tienen validez y nos los proporciona el Seprona", apunta el secretario de la Oficina Nacional de Caza (ONC), Pedro Morrás, quien refuta las valoraciones de los animalistas. "No podemos aceptar como válida ninguna especulación, y menos aún cuando procede de entidades totalmente alejadas del mundo de la caza", alega Morrás. Además, el secretario de la Federación Española de Galgos, Juan Carlos Ramos, sostiene que en los últimos años se ha registrado un "descenso de este tipo de acciones, por lo que esperamos que en 2014 esa tendencia se mantenga".
Amador, un galguero adscrito a laFederación Andaluza de Galgos, afirma que cuando un galgo nace, es obligatorio registrarlo para que lo identifiquen con un microchip y, así, poder castigar al dueño en caso de abandono. Sin embargo, este mismo cazador asume que "el microchip es totalmente manipulable", por lo que la Federación Española de Galgos, al igual que sus divisiones autonómicas, obliga a todos sus socios a inscribir a sus galgos en un banco de ADN para que pueda cotejarse la identidad del perro con la de su dueño. Según asegura Amador, debido a la implantación de este sistema, "no hay ningún caso de un cazador federado que haya abandonado a su galgo". Además, así se aseguran de que "ninguno robado pueda participar en una competición".
A la hora de explicar el abandono de galgos, los cazadores aluden al robo de estos animales. Según los datos aportados por el Seprona, en 2013 hubo 328 denuncias por sustracciones de estos animales. "Más del 50,5% de los perros que se roban son galgos", recuerda Amador, por lo que "para hablar de abandono hay que erradicar primero los robos".
"Yo reforzaría la normativa en la persecución y sanción sobre esos delincuentes que se dedican al robo de galgos porque el daño que provocan a los propios perros y al colectivo de cazadores es inmenso", enfatiza Morrás. "Este tipo de delincuentes no suelen tener escrúpulos y se deshacen de los perros que roban sin ningún tipo de miramiento. Pero insisto, son delincuentes, no cazadores", recalca.
Cupo limitado de galgos
La ley actual obliga a todos los propietarios de más de cinco animales a solicitar la licencia de núcleo zoológico, medida de la que se sirve la Administración para controlar que las mascotas tienen cubiertas todas sus necesidades alimenticias, sanitarias e higiénicas. Sin embargo, la directora y fundadora de SOS Galgos, Anna Clement, se muestra escéptica con la legislación: "La ley es papel mojado. Muchas veces las crías no son identificadas. No se sabe cuántos perros tiene cada cazador".
"¿Cómo es posible que pueda tener 10 ó 15 galgos cada galguero?", se pregunta Clement, quien, aunque se muestra convencida de que la caza con estos animales debe abolirse por completo, aboga por comenzar con el establecimiento de un cupo por cazador. "Un galguero, un galgo", expone.
Sin embargo, esta idea es completamente descartada por las asociaciones de caza. "¿Tendría sentido limitar el número de perros que puede tener un ciudadano no cazador en su casa? Es absurdo y muy peligroso intentar traspasar determinadas barreras", arguye el secretario de la ONC.
"No estoy a favor de la masificación de galgos ni de las cantidades desorbitadas", razona Abraham Corpa, presidente de la Plataforma en Defensa de la Caza con Galgo, pero "¿cómo puedo decirle yo a una persona los animales que tiene que tener?"
Entrenamientos y acusaciones de malos tratos
Anna Clement menciona el hacinamiento y la insalubridad con los que conviven muchos de estos animales para justificar la necesidad de llevar a cabo un cupo. Sin embargo, desde la ONC y la Federación de Galgos rechazan ese argumento. "Si nosotros vemos a alguien maltratando un galgo, se le cae el pelo", asevera Corpa.
Otra de las cuestiones que denuncian los animalistas es el entrenamiento de los galgos. Además de las largas carreras por el campo con estos perros, es frecuente el ensayo con coches a motor. En el documental Febrero, el miedo de los galgos aparecen varios perros de caza atados a la parte trasera de un vehículo en marcha. En Andalucía, según apunta PACMA, esta práctica de entrenamiento no está prohibida.
En Andalucía está permitido atar los galgos a un coche para entrenarlos
Desde la Plataforma en Defensa de la Caza con Galgo, su máximo dirigente apoya los entrenamientos con vehículos a motor porque "si se permite atar un perro de caza a una bici, ¿por qué no van a poder ir atados a un coche?" "No hay un animal más feliz que un galgo o un perro de caza practicando lo que más le gusta. Siempre están deseando salir a correr, entrenar o cazar", apuntan desde la Oficina Nacional de Caza.
El secretario de la Federación Española de Galgos defiende que "el entrenamiento se realiza de forma escalonada con un exhaustivo seguimiento y control veterinario". Sin embargo, la portavoz de PACMA denuncia que los galgos sufren "condiciones terribles mientras corren".
¿Son mascotas o útiles de caza?
Cuando Irene Blánquez se estaba documentando para su película, lo que más le sorprendió fue que "muchísimas personas no entienden que se maltrata a los galgos. Pensé que eran más conscientes". "Me impactaron mucho las ganas del galgo de llegar a su dueño, de conseguir su afecto", se asombra la directora de Febrero, el miedo de los galgos. Sin embargo, ella considera que la mayoría de los galgueros "no tienen a los galgos como animales de compañía, los cosifican, no tienen una relación empática con ellos".
La vida como atleta de los galgos de competición (muchos de estos perros no llegan a participar nunca en torneos), de estos "deportistas de élite", se reduce a no más de dos o tres temporadas. "Mientras sirven a los intereses de los galgueros, los cuidan; luego, los sacrifican o abandonan", subraya Anna Clement, de SOS Galgos.
Por el contrario, desde las asociaciones de cazadores se repudia la idea de que los galgueros se desentienden de sus perros cuando ya no sirven para la competición. "Un perro de caza no es un instrumento, es un amigo para el cazador, su compañero, su cómplice. Y el final de su vida como cazador lo marca la disminución de sus capacidades físicas. Pero eso no quiere decir que suponga el final de su vida, eso es una barbaridad", se justifica Pedro Morrás. "Si un galgo no sirve para la competición, sirve para cazar por el pueblo o, si no, para dar la vuelta por el campo", aduce Amador.
Cuando un perro de caza no sirve para la competición, muchos son trasladados a perreras o "regalados", como explica el presidente de la Plataforma en Defensa de la Caza con Galgo. "No porque críes un galgo te tienes que quedar con él", manifiesta Corpa, pero "eso no significa ni mucho menos que lo vayamos a abandonar". "Cuando mis galgas paren, lo hacen en mi cocina, y duermen allí durante un mes", pone como ejemplo de buen trato a los animales este galguero.
Arraigo de la tradición
Si en algo se muestran de acuerdo tanto los cazadores como los animalistas, es en destacar el peso de la tradición en la caza con galgos. "Es una práctica que no se extingue, que está en pleno auge", señalan desde la Plataforma en Defensa de la Caza con Galgo. En zonas rurales de Andalucía, Castilla-La Mancha(especialmente, las provincias de Toledo y Cuenca) y Extremaduraestán muy extendidos los torneos con estos canes.
España es el único país de la Unión Europea que permite las monterías con galgos
"La habilidad para cazar se transmite de padres a hijos", asume Anna Clement, quien apuesta por que el primer paso para erradicar esta práctica provenga de la concienciación. SOS Galgos, cuya sede se ubica en la localidad barcelonesa de Esplugues de Llobregat, lleva 12 años trabajando en colegios de este municipio para explicar en qué consisten las competiciones con galgos y cuáles son sus consecuencias. "Falta educación, lo más importante es que antes de que algo sea ilegal, sea socialmente inaceptado", arguye la directora de esta asociación. "Hay que empezar a juzgar como algo negativo esta práctica", defiende también la portavoz de PACMA.
"Si se empieza a controlar y a regular la caza con galgos, será el principio del fin", auguran desde SOS Galgos, que, al igual que PACMA, exige el fin de la cinegética con estos perros. España es el único país de la Unión Europea que continúa permitiendo la realización de monterías con galgos.
Mientras se dan los pasos necesarios para la abolición, los animalistas reclaman una mayor vigilancia de los cazadores por parte de las fuerzas de seguridad y, como apunta Laura Duarte, una "mayor supervisión de las condiciones en las que habitan estos animales".
Entretanto, los galgueros ponen enfásis en manifestar que ellos no son "asesinos" porque "queremos a nuestros animales más que nadie", como subraya Abraham Corpa. Quieren recalcar que no todos son como los dueños de Sultán, Alma, Irina, Lena y Suerte.
¿Cómo adoptar un galgo?
Aunque su sede se ubica en Cataluña, la asociación SOS Galgos tiene colaboradores en toda España, especialmente en Madrid, Toledo y Cádiz. Cuando alguna de estas personas recibe una llamada en la que se alerta del abandono de algún galgo, se encarga de acudir a su rescate y, posteriormente, bañarlo y llevarlo a un veterinario. Ése es el primer paso del proceso de acogida y adopción de estos animales. Posteriormente, "se prepara al galgo para ser adoptable, se le da cobijo y un espacio de tiempo de recuperación", según relata la directora de esta fundación, Anna Clement. SOS Galgos tiene que valorar las condiciones en las que llegan estos canes para decidir qué familia le convendría más. Esta fase suele durar entre tres semanas y dos meses. Cuando alguien se interesa por adoptar a uno de los galgos, se le realiza una entrevista previa, y si la asociación considera que cumple todos los requisitos, comienza el periodo de adaptación, que suele extenderse durante, al menos, tres semanas. "Durante todo ese tiempo, hacemos un seguimiento exhaustivo de cómo transcurre la convivencia", apostilla. "No siempre sale bien este proceso de adaptación", reconoce. Quien quiere adoptar un galgo debe pagar a esta asociación 260 euros, que cubren los gastos de la vacuna y el microchip, una analítica completa, el tratamiento médico y la esterilización. "No ganamos nada con esto, nuestra acción es sin ánimo de lucro, nos pagan lo que nosotros luego abonamos al veterinario", expone Clement. "No recibimos subvenciones públicas, nos financiamos con la cuota de 300 socios", afirma la directora de SOS Galgos, "porque, así, tenemos más libertad a la hora de denunciar".
Articulo publicado en EL MUNDO