Maldigo, con la más rotunda de las maldiciones, a quienes, por estas fechas u otras, abandonan a sus animales de compañia. No son dignos de los unos y de la otra. Les deseo que un día sean ellos los abandonados (y seguramente acabarán por serlo) de sus mujeres, sus hijos, de sus amigos...Por egoístas despreciables. Por posponer a un ser vivo, dependiente, amable en estricto sentido, generoso y fiel, a sus propios proyectos de vacación y de comodidad. Por rescindir una relación cuando les parece conveniente. Por hijos de la gran puta. Con perdón.
Antonio Gala
(En su sección "La Tronera" de El Mundo)