Cuando mi hermano me visitó por primera vez en la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, en México, no sabía nada de lo que hacíamos en Grupo Ecológico Sierra Gorda (GESG). Una semana después, cuando regresó a su casa, me dijo algo que nunca olvidaré: "Por fin he entendido por qué es importante que existan los jaguares".
Mi hermano, así como millones de personas que
viven en las ciudades y están desconectadas de la naturaleza, pensaba
que la pérdida de una especie era algo que preocupaba a los ecologistas
más por la belleza de los animales que por su impacto real en el
planeta. Sin embargo, después de una semana visitando los santuarios más
imponentes de este pedazo de la Sierra Madre Oriental, entendió que,
más allá de la belleza de las manchas de un felino en su piel, ese
animal representa nuestra propia supervivencia.
Y es que, si un
jaguar no reside en un hábitat que de manera natural fue pensado para
él, esto significa que estamos en un territorio perturbado. La falta de
comida (y, por ende, la desaparición de otras especies) llevará al
jaguar a desplazarse a otros lugares. La escasez de agua (relacionada
con las sequías) lo empujará a migrar. Sin cobertura vegetal suficiente
(debido a la tala o las plagas causadas por el cambio climático), el
animal se encontrará desprotegido y huirá... Ahora sume a este cóctel
los incendios y la caza y obtendrá un resultado nada propicio para que
el felino pueda sobrevivir.
Ahora dé un paso más y piense qué nos sucederá a nosotros, a medio plazo, si en ese hábitat no hay suficientes árboles (oxígeno, materia prima, carbono infiltrado en el suelo para combatir el cambio climático), suficiente agua (crisis hídrica, desabastecimiento, sed) ni suficientes animales (que abonan la tierra y dispersan semillas con sus excretas, que controlan plagas de manera natural...).
Esa conclusión, la misma que está sacando
usted mientras lee estas líneas, es a la que llegó mi hermano. Ahora ya
sabe para qué sirve un jaguar.
Estamos acostumbrados a ver
anuncios de cómo los osos polares se van quedando sin su territorio.
Animales hermosos que se encaraman a un pedazo de hielo en medio del
inmenso océano porque no tienen dónde más ir. Osos famélicos que mueren
por inanición. Las campañas publicitarias que cuentan con más
presupuesto pueden mostrarle al mundo estas desgracias y mover
corazoncitos para intentar salvar a un animal tan emblemático como ése.
Sin
embargo, no todas las especies cuentan con la misma suerte. Cada día,
ranas, salamandras, aves y una larga lista de etcéteras desaparece de la
Tierra sin que ni siquiera sepamos de su existencia. No se mudan a
ningún otro planeta: simplemente se extinguen, igual que lo hicieron los
dinosaurios y pronto lo harán los osos polares.
La batalla, por desgracia, está prácticamente perdida. Pero entre "prácticamente" y "perdida del todo" hay un resquicio donde habita la esperanza. Y ese sentimiento no se alimenta de puros buenos deseos, mensajes de amor en facebook y marchas para exigir a los gobernantes mundiales que se pongan manos a la obra, sino que requiere, además de todo eso, excelentes ideas y muchos recursos.
Al llegar a este punto, no todos pueden
participar de igual manera y no todos están dispuestos a dar lo mismo.
Al llegar a este nivel de la conversación, muchos se retiran y prefieren
quedarse con la idea que tenía mi hermano antes de visitar la Sierra
Gorda: "total, si solo es una especie más...".
Sí, necesitamos apoyo para preservar los bosques más biodiversos del área natural protegida más ecodiversa de México. Sí, eso requiere un esfuerzo de tiempo y dinero.
Pero, ¿saben qué? Tenemos la opción y se llama Planeta Carbono Neutral.
Ahora
la pelota está en su tejado. ¿Se anima a salvarle la vida a un jaguar y
por tanto a salvar la suya o la de sus hijos o nietos?