miércoles, 23 de noviembre de 2016

¿SIENTEN CELOS LOS PERROS?


Un experimento muestra su enojo cuando sus dueños prestan más atención a un peluche realista. Los investigadores creen que una forma básica de este sentimiento está «programada» desde el nacimiento para evitar que un intruso nos robe los afectos.


La mayoría de los dueños de perros no dudarían en afirmar que su mascota siente celos. No es nada raro. Incluso Charles Darwin lo pensaba. Pero algunos científicos discutirán que semejante sentimiento requiere de un pensamiento complejo y algunos incluso mantendrán que se trata de una construcción social, ya que no aparece en todas las culturas humanas y no parece estar «grabado» en nuestro cerebro de la misma forma que el miedo o el enfado.
Christine Harris, profesora de psicología de la Universidad de California en San Diego cree, por el contrario, que puede existir una forma básica de celos, que evolucionó para proteger los vínculos sociales de los intrusos. Y esa forma básica puede encontrarse en otras especies sociales, como los perros. Harris y su equipo lo han comprobado con un experimento, el primero de su clase, muy similar al que se utiliza para identificar los celos en los niños de 6 meses.


Un total de 36 perros fueron grabados en sus hogares con una cámara mientras sus dueños les ignoraban e interactuaban con tres objetos diferentes: un perro de peluche de una apariencia muy realista que incluso ladraba y gemía, una cubeta y un libro. En los dos primeros casos, los dueños debían tratar al peluche y a la cubeta como si se tratara de un perro de verdad, hablándole y acariciándole. En el tercer escenario, leían en alto un libro del que de forma inesperada salían melodías. Los científicos descubrieron que los perros exhibían un comportamiento de celos, como mordisquear, interponerse entre el dueño y el objeto, y empujar o tocar al objeto o al dueño, cuando los dueños se mostraban cariñosos hacia lo que parecía ser otro perro.
«Nuestro estudio sugiere no solo que los perros realizan lo que parecen ser conductas de celos, sino también que estaban tratando de romper la conexión entre el propietario y un rival aparente», dice Harris en PLOS ONE. «En realidad, no podemos hablar de las experiencias subjetivas de los perros, por supuesto, pero parece como si estuvieran motivados para proteger una relación social importante».


Ladrar al «otro» perro

 

Los perros eran dos veces más propensos a empujar o tocar al propietario cuando este estaba interactuando con el perro de imitación (78%), que cuando el dueño hacía caso a la cubeta (42%) o al libro (22%). Alrededor del 30% de los perros también trató de interponerse entre su propietario y el animal de peluche. Y mientras que el 25% ladró al «otro perro», solo uno lo hizo al cubo y al libro.
Pero, ¿creían los perros que el animal de peluche era un rival real? Harris cree que su agresividad sugiere que, en efecto, lo creían. También cita como evidencia adicional que el 86% de los perros olfateó la parte trasera del can de juguete durante el experimento.
Según la investigadora, la mayoría de las investigaciones sobre los celos humanos se hacen en la pareja. Pero muchas veces este sentimiento se produce entre hermanos, amigos e incluso compañeros de trabajo cercanos. Además, los primeros signos de celos humanos se observan en bebés y niños pequeños, lo que sugiere que la emoción puede haber evolucionado a partir de los hermanos que compiten por los recursos que pueden proporcionar los padres, como alimento, cuidados y afecto, por lo que naceríamos «programados» para ello.


La angustia ante un rival

 

Entender los celos es importante, escriben los investigadores, debido a que es una emoción con grandes consecuencias psicológicas y sociales. Por ejemplo, a menudo aparece como la tercera causa de homicidio no accidental.
«Mucha gente ha asumido que los celos son una construcción social de los seres humanos, o que es una emoción específica ligada a las relaciones sexuales y románticas», dice Harris. «Nuestros resultados desafían estas ideas, mostrando que los animales, además de nosotros mismos, muestran una fuerte angustia cada vez que un rival usurpa el afecto de un ser querido».




Publicado en ABC