El ser humano adora a sus perros y los colma de cuidados de todo tipo. Por ello, no escatima a la hora de hacerles la vida más cómoda. Sin embargo, si esta humanización del perro afecta a su alimentación, puede ser peligrosa para su salud.
Para intentar que esto no se produzca por falta de información, vamos a ver las diferencias más importantes entre el hombre y el perro en cuanto a la nutrición, así como los nutrientes fundamentales y sus funciones.
Las primeras diferencias entre ambas especies serían
anatómicas, por ejemplo, el número, la forma y la disposición de las
piezas dentales, lo que influye en su funcionalidad; el número de
receptores gustativos, nueve veces mayor en el hombre; la poca cantidad
de enzimas digestivas en la saliva del perro, por lo que no hay
predigestión; el volumen y la acidez del estómago; así como el tránsito
del intestino delgado del intestino grueso, mucho más rápidos que en el
hombre.
Proteínas
Las proteínas están formadas por cadenas de aminoácidos, que
permiten la construcción y regeneración de los tejidos. Son las únicas
moléculas del organismo que contienen nitrógeno y también sirven para
fabricar las enzimas que llevan a cabo las reacciones químicas del
organismo.
Obviamente, las proteínas aportan aminoácidos esenciales, como la arginina, la histidina, la leucina, la treonina, el triptófano y la valina; pero también aportan aminoácidos azufrados, como la metionina y la cistina.
Hidratos de carbono
Reciben esta denominación un grupo de nutrientes que básicamente proceden de los vegetales, cuya
función, tanto en el hombre como en el perro, es aportar energía de uso
inmediato. Los más importantes son los almidones, los azúcares, las
fibras alimentarias, los fructo-oligosacáridos (FOS), los manano-oligosacáridos (MOS) y las mucinas.
Lípidos
También son conocidos como materias grasas y además
de aportar energía, más en concreto como reserva de energía, son una
fuente indispensable de ácidos grasos de distinto tipo, por ejemplo, los
ácidos grasos omega 6 y omega 3, el ácido gamma-linolénico, el ácido
eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA) y los ácidos
grasos conjugados (ALC). Los lípidos también tienen un papel funcional
en el organismo, ya que sin ellos algunas vitaminas no llegarían a las células, por ejemplo las vitaminas liposolubles: A, D, E y K.
Minerales
Estos componentes no son ni materia orgánica ni agua y resultan
indispensables para diversas funciones; por ejemplo, el calcio
interviene en la osificación, el fósforo en el transporte de energía, el
potasio y el sodio en el equilibrio iónico celular, y el magnesio en
los impulsos nerviosos. Todos ellos pertenecen al grupo de macroelementos, pero existe otro grupo de minerales, los oligoelementos, que
son imprescindibles para el organismo aunque en pequeñas cantidades.
Algunos de los más importantes son el hierro, que sintetiza la
hemoglobina en los glóbulos rojos; el zinc, vital para la piel; el
cobre, que sirve para sintetizar los pigmentos cutáneos; el yodo, que
interviene en el funcionamiento de la glándula tiroides, y el selenio,
que actúa como antioxidante. Pertenecen al grupo de “cenizas” porque se
obtienen por la combustión de las materias primas.
Vitaminas
Por su variedad, es difícil definir la función exacta de las
vitaminas, ya que esta varía en función de cada una de ellas. No
obstante, se trata de sustancias orgánicas carentes de valor energético
propio pero imprescindibles para el metabolismo y la regulación de las funciones celulares. Algunas
de ellas son muy conocidas, como la A, fundamental para la vista y la
regeneración cutánea, o la D, que interviene en el metabolismo del
calcio y del fósforo. Pero otras lo son menos, por ejemplo, la H, al
menos con esta denominación, ya que se trata de la biotina, necesaria
para la piel y el pelaje. Incluso, está el grupo formado por la familia
de vitaminas B, entre otras, B1, B2, B5 y B6, que son, respectivamente,
la tiamina (funcionamiento del sistema nervioso), la riboflavina (piel),
el ácido pantoténico (crecimiento y piel) y piridoxina (energía
celular).
Otros nutrientes
En este grupo se incluyen los nutrientes que suponen un valor añadido
en los alimentos y que pueden servir para prevenir algunas
enfermedades, para retrasar procesos degenerativos o simplemente para
mejorar el bienestar del animal. Estos nutrientes, que realmente no son
indispensables para el organismo pero que pueden mejorar su calidad de vida, reciben el nombre de nutracéuticos y
son de lo más dispares, como los antioxidantes, los condroprotectores o
las bacterias para regular la función intestinal. Dentro del grupo de
nutracéuticos están los pigmentos carotenoides y los polifenoles
(antioxidantes), la glucosamina y la condroitina (condroprotectores),
así como el extracto de mejillón verde (preventivo de la artrosis), el
aloe vera y la curcumina (estos dos últimos muy positivos para la piel).
Ya solo nos queda citar el agua, que como todos
sabemos es el constitutivo más importante del organismo y que es
considerada un nutriente más que participa en todas las funciones
vitales del organismo.