La hora del paseo con el perro debería de ser un momento lúdico y de relajo, tanto para el dueño como para el animal. Pero no siempre es así y se puede convertir en el rato de estrés y tensión del día, si ocurren situaciones como que el perro pasea a su cuidador a base de tirones de correa, ladra a todo congénere con el que se cruza o no obedece ninguna indicación.
El
perro necesita, como mínimo, tres paseos diarios de unos 20 minutos
cada uno. Aunque, cada uno tiene sus propias necesidades. Los hay que
necesitan más tiempo, porque son más activos y otros que precisan menos.
Se invierte un tiempo considerable en pasear al perro, por lo que
conviene tener un planteamiento adecuado para hacerlo de forma que
resulte satisfactoria para ambos paseantes. He aquí algunas pautas:
-Salir sin prisa. El can necesita la calle
no sólo para hacer sus necesidades y realizar ejercicio. Es el momento
del día para socializar con otros congéneres, cumplir con su ritual de
marcaje de territorio y disfrutar de un paseo con su familia humana. Por
ello, no conviene sacarle cuando hay prisa y el tiempo es un
impedimento para disfrutar el momento, tanto por parte del perro, como
de quien sujeta el otro extremo de la correa.
-Evitar los tirones de la correa. Una de
las consecuencias de ir con poco tiempo a pasear al perro es apremiar al
animal para que acabe de hacer sus necesidades cuanto antes y tirar de
su correa. Entonces,él demanda su espacio y tiempo y a su vez también
tira del otro extremo. De esta manera, el paseo se traduce en una
batalla campal de tirones y parece que es el perro quien pasea a su
acompañante.
-Dejar que el perro olisquee y marque el territorio.
El can es un ser olfativo. Con su nariz explora el mundo y capta
señales olorosas que le transmiten información, como qué perros han
transitado por el parque o por dónde ha pasado una perra en celo. A su
vez, nuestrp compañero transmite su olor por donde pasa a través del
marcaje de territorio con orina. No siempre que levanta la pata es para
orinar. En muchas ocasiones, lo hace para depositar sólo unas gotitas de
pis que contienen información sobre sí mismo, traducido al lenguaje
humano: soy una hembra, no estoy en celo y tengo menos de un año. Por ello, hay que dejar que el perro levante la pata y olisquee cuanto quiera durante el paseo. Forma parte del ritual canino.
-Educarle para que acate ciertas pautas a la hora del paseo.
Un can que sale a la calle con su dueño debe ser capaz de mantener un
comportamiento adecuado que permita un paseo gratificante. Y conseguirlo
depende de que sus dueños le ofrezcan una educación adecuada. Desde un
principio, no conviene consentir que el perro ladre de manera compulsiva
a otros canes por la calle, que tire de la correa y provoque que la
persona que le acompaña tenga que correr tras él. Lo ideal para
conseguirlo es la educación en positivo desde que es un cachorro. Es
decir premiarle cuando lo hace bien: camina a un ritmo adecuado o no se
enzarza en peleas con otros perros. Por otro lado, hay que evitar
estirar de la correa y si se quiere frenar determinados comportamientos,
con parar en seco y decir un no contundente, el perro
comprende que su acompañante no acepta su conducta. Conviene recordar
que en ocasiones son los propios dueños quienes transmiten este
nerviosismo y tensión al perro a la hora de salir a la calle, por
razones como la prisa por acabar el paseo. El can refleja a su vez ese
estrés y se comporta de manera inadecuada. Así, se crea un círculo
vicioso que impide disfrutar del esparcimiento. En caso de que estas
conductas indeseadas persistan conviene consultar con un educador canino
profesional.
-Usar una correa adecuada.Encontrar un
accesorio para pasear que al can le resulte cómodo ayudará a que camine a
gusto. Hay perros que se sienten mejor con un arnés, que les recoge el
cuerpo y otros que prefieren el collar. "El arnés es preferible para
perros escapistas, que tiran mucho de la correa y corren riesgo de
soltarse. Para muy pequeños también es más recomendable porque se les
puede manejar con más facilidad", recomienda Juan Antonio Aguado,
veterinario y profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad
Complutense de Madrid. Cualquiera de los dos deben estar colocados ni
muy holgados ni muy apretados.
Los perros jóvenes tienen que acostumbrarse a salir a la
calle cuanto antes para aprender la rutina de los horarios de las
salidas, socializar con otros canes, hacer ejercicio y disfrutar del
momento lúdico en compañía de su clan humano. No obstante, la paciencia y
la constancia por parte de los dueños del cachorro son fundamentales
para conseguir que haga sus necesidades en las horas de paseo, se
acostumbre a la correa e interactúe de manera adecuada con otros perros.
Formar un buen tándem entre persona y perro a la hora del
paseo es una cuestión de aprendizaje por ambas partes. El objetivo es
lograr que a ambos extremos de la correa fluya la compenetración y la
armonía. La cuestión es que no se saca a pasear al perro, sino que se
pasea con el perro.
Publicado en El País
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