Si el austriaco Sigmund Freud levantara la cabeza, pensaría que estamos locos. ¿Animales sustituyendo a psicólogos? ¿Es intrusismo o una broma de mal gusto? Pues no se trata ni de uno ni de lo otro. Descanse tranquilo Sr. Freud porque los perros no usan aún divanes, despachos ni manuales de diagnóstico, pero son muy beneficiosos para nosotros cuando nos ahogan los problemas.
La terapia con animales gana adeptos y reúne cada día más evidencias
científicas de éxito real. Una de las más ideas más recientes de las que
tengo constancia es la utilización de perros para desarrollar la
empatía y la autoestima en jóvenes que, por desgracias de la vida, no
poseen familia que les apoye. El programa piloto, llamado buddies
(colegas en inglés) se lleva a cabo en un centro especializado de Sant
Andreu (Barcelona), el cual recoge a chicos y chicas que han sufrido
abandono, maltrato y otras penurias más.
La iniciativa buddies está organizada por la Generalitat de Cataluña y la Fundación Affinity. Los componentes de este dream team de terapeutas peludos son Bau, Volka, Pipa, Jaro, Darwen, Neula y Lana. Los resultados están siendo fabulosos y los participantes del programa han mejorado en muchos aspectos como son el sentimiento de autoestima y eficacia. Según los responsables los chicos nunca se pierden esta actividad, algo que nos recuerdan que sí sucede con otras.
Otros proyectos similares centran sus esfuerzos en permitir el acceso de perros y gatos a los hospitales para realizar terapia in situ o simplemente verse beneficiados por su presencia. Por ejemplo, en el Hospital Teresa Herrera de A Coruña, dos fundaciones tienen en marcha proyectos de terapia asistida con animales. Uno consiste en la intervención de tres perros del Centro Canino De Montegatto (Galicia) donde trabaja mi amigo Octavio Villazala. Estos canes están entrenados para mejorar las habilidades sociales y de comunicación de niños con autismo o con daño cerebral que tienen entre 2 y 6 años. En este caso, se encargarán los siguientes doctores de cuatro patas: Fusco, Marrón y Venus. Se evaluará empíricamente el desarrollo de la enfermedad y el impacto en el proceso de curación de los niños cuando son acompañados por perros antes de entrar a las salas de tratamiento.
Las publicaciones científicas que vinculan ventajas en la salud mental cuando hay animales presentes en los hospitales no son tan recientes. Ya en los años 90 se publicaron resultados muy esperanzadores al respecto. Las doctoras Sandra Barker y Kathryn Dawson pusieron a prueba a casi trescientos individuos con patologías diversas. Ambos científicos descubrieron que los pacientes hospitalizados en el área psiquiátrica reducen sus niveles de ansiedad enormemente cuando los animales están presentes en la terapia.
Más reciente, en la revista especializada American Journal of Critical Care, se permitió a 76 enfermos del corazón pasar varias horas al día con perros y jugar con ellos, acariciarlos, etc. Los resultados demuestran que la terapia asistida con animales mejoraba la presión cardiopulmonar, equilibraba los niveles hormonales y la ansiedad en los pacientes hospitalizados debido a fallos en el corazón.
La lista de evidencias sobre los beneficios de la presencia e interacción con animales para los humanos no para de engordar y no se detendrá. Algunos hospitales en Europa ya permiten el acceso de los perros a determinadas áreas para que acompañen a sus dueños durante los procesos de recuperación. Yo mismo inicié una campaña la semana pasada para lograr que se permitan y regulen las visitas controladas de perros a sus dueños.
Obviamente, no se trata de dejarlos entrar en quirófanos u otras zonas de aislamiento. Pero tampoco hay razón para impedirlo en otros lugares donde el riesgo es inexistente. Los beneficios que aportan la presencia de mascotas en los hospitales son enormes. Porque a veces, las cosas son más sencillas de lo que pensamos y tanto conocimiento médico y psicológico no es tan efectivo como un simple achuchón.
Escrito por Pablo Herreros en El Mundo