¿Se imaginan saber cuándo su perro les está pidiendo agua, cuándo un paseo o cuándo ayuda porque no se encuentra bien? Lo que hasta ahora parecía un sueño reservado únicamente para algunas tramas de películas o de libros de ciencia ficción podría estar más cerca que nunca. Así lo asegura, al menos, un estudio presentado por el gigante del comercio electrónico estadounidense Amazon y firmado por el investigador William Higham, quien ha barruntado que dentro de 10 años entender a nuestra mascota será posible gracias a un nuevo invento.
Higham, conocido por sus predicciones futuristas, ha utilizado como base de su afirmación los avances que el profesor emérito del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad del Norte de Arizona Con Slobodchikoff está llevando a cabo en sus investigaciones con distintos animales. Después de tres décadas dedicando su vida al estudio del comportamiento de los "perritos de las praderas" -una especie de roedores que poseen uno de los sistemas de comunicación más complejos- Slobodchikoff confirma haber hallado una serie de patrones que le han llevado a descifrar gran parte de las comunicaciones de estos animales.
¿Palabras?
Así lo pone de manifiesto en su último libro Chasing Doctor Dolittle: Learning the Language of Animals,
en el que el profesor de Flagstaff habla de la existencia de un
sofisticado sistema comunicativo que bien podría compararse al que
emplean otras especies como los perros. Asegura estar en condiciones de
afirmar que estos roedores "tienen 'palabras' para referirse a distintas especies de depredadores".
"Incluso llegan a describir el pelaje de animales, como coyotes y
perros, o el color de la ropa de los humanos", explica el científico.
Más allá de lo corroborado con los perritos de las praderas, en su libro el biólogo va más allá y sentencia también que son varias las especies que poseen un sistema de comunicación
con todos los elementos que conforman un lenguaje. Algo que, hasta
ahora, y según sus palabras, no se había podido confirmar dado el
desinterés de la comunidad científica en "escuchar" a los animales.
Si tenemos en cuenta los avances que se han ido produciendo en el desarrollo de sistemas de reconocimiento y traducción instantánea de distintos idiomas, y le sumamos el interés que despierta la posibilidad de entablar conversaciones con nuestras mascotas, no es de extrañar que Slobodchikoff crea a pies juntillas que ya se dan las bases para pensar que muy pronto podremos comprender lo que dicen los canes.
Otros científicos son mucho más escépticos
En las antípodas de los designios de Slobodchikoff se encuentra su colega Juliane Kaminsky,
psicóloga de la Universidad de Portsmouth que actualmente se encuentra
sumergida en una investigación que trata de ahondar en las relaciones
entre humanos y perros.
Para ella, la posibilidad de que podamos descifrar qué quiere decir un perro cuando ladra es muy remota, ya que se trata de sonidos que no pueden enmarcarse dentro de un lenguaje.
"Lo que percibimos no son más que señales muy vagas de lo que quieren y
cómo se sienten. Por eso, no podemos hablar de un lenguaje como tal. No
en el sentido científico del término".
En relación a la interpretación humana de esos sonidos, la profesora cree que, aunque la mayoría de personas, independientemente de que tengan o no mascota, son capaces de detectar al instante si representan una amenaza o son fruto de la felicidad del animal, considera que la creación futura de un dispositivo capaz de "traducir" los ladridos podría ser útil.
A la estela de 'No More Woof'
Los
intentos del profesor Slobodchikoff por descifrar el lenguaje canino no
son los primeros. Hace ya algunos años, la Sociedad Nórdica para la
Invención y el Descubrimiento intentó desarrollar un dispositivo de traducción de ladridos llamado No More Woof (No Más Guaus).
Un proyecto que quedó varado cuando, una vez dados los primeros pasos,
se percataron del tamaño del desafío que tenían por delante.
El dispositivo, que tenía el aspecto de un micrófono de diadema, debía ser capaz de transformar los datos recogidos de la actividad cerebral del animal y comunicarla a través de un altavoz colocado en el collar. Lejos de traducir cada ladrido, se limitaba a informar de si los sonidos indicaban que la mascota se encontraba cansada, enfadada o tenía hambre. Algo que, por otro lado, muchos dueños son capaces de interpretar sin necesidad de ningún artilugio.
De momento, y a la espera de que se consiga el ansiado traductor de ladridos, Amazon ya vende un pequeño aparato que aseguran es capaz traducir el lenguaje humano en "miaus".
Lejos de tratarse de un sofisticado artefacto, se trata de un mecanismo
que emite 25 grabaciones de muestras predeterminadas de maullidos que
se supone son susceptibles de ser interpretadas por el común de estos
felinos.
De las 13 reseñas realizadas por sus compradores hasta la fecha, la valoración media de este traductor "gatuno" es de tres estrellas y media sobre cinco. Quizás la comunicación entre los humamos y sus mascotas, aunque en una fase inicial más o menos precaria, sea ya una realidad.